23 mayo 2007

¿SERES HUMANOS?

El siglo XX está lleno de momentos que nunca se tuvieron que producir. Son momentos tan crueles y terroríficos que hacen que nos avergoncemos de ser humanos. Guerras, hambrunas, miserias... Durante la II Guerra Mundial, Alemania sacó de sus entrañas uno de los peores actos acometidos por el hombre desde que el tiempo es tiempo. El Holocausto.
Por suerte, tenemos multitud de fotografías y documentos que atestiguan todo lo que allí sucedió. Son, por tanto, unas fotos para recordar.... En el sentido más amplio de la palabra.
En enero de 1945, los soviéticos liberaron Auschwitz, el campo de exterminio y concentración más grande de la historia. Los nazis, al sentirse acorralados, habían forzado la máquina de exterminio (cámaras de gas y crematorios) para que murieran la mayor parte de los presos. Por ello, cuando los soldados soviéticos entraron en el campo de Auswitch-Birkenau encontraron vivos a solamente algunos miles. Sin embargo, descubrieron cientos de miles de trajes de hombres, más de ochocientos mil vestidos de mujeres, y más de catorce toneladas de cabello humano.
Las fuerzas británicas, por su parte, liberaron campos en Alemania del norte, incluyendo Neuengamme y Bergen-Belsen. Encontraron vivos alrededor de 60.000 prisioneros, la mayoría en condición critica por una epidemia de tifus. Más de 10.000 murieron de malnutrición o enfermedad a las pocas semanas de la liberación.
Los liberadores enfrentaron condiciones inexpresables en los campos, donde pilas de cadáveres estaban sin enterrar. Solamente con la liberación de los campos fue posible exponer al mundo las atrocidades de los nazis. Los prisioneros que sobrevivieron parecían esqueletos a causa de las demandas de los trabajos forzados y la falta de nutrición adecuada. Muchos estaban tan débiles que no podían moverse. La enfermedad era un peligro constante, y muchos de los campos tuvieron que ser quemados para prevenir la difusión de epidemias. Los sobrevivientes de los campos enfrentaban un largo y difícil camino a la recuperación.
Cuentan los testigos de aquella liberación, que los altos mandos rusos y británicos obligaron a sus hombres, periodistas y a los habitantes de las zonas cercanas a entrar en el interior de los campos para ser testigos fieles de lo que allí había sucedido.
“Que la humanidad nunca olvide esto”, se decía.
Un servidor desconoce hoy en día si alguna vez lo olvidamos (yo no, desde luego)
De lo que sí estoy seguro es que NUNCA aprendimos nada de ello.
¿Qué llevó a Himmler, Goering y Hitler iniciar la “Solución Final” contra los judios?
Nunca lo sabremos de verdad; por mucho que intentemos ponernos en su lugar.
Recuerdo un discurso de Himmler que consiguió helarme la sangre (y juro por Snoopy que soy la persona más fría del planeta). En él dijo “Caballeros, debo pedirles que abandonen todos sus sentimientos de piedad. Debemos aniquilar a los judíos, dondequiera que les hallemos y en cualquier momento en el que podamos, para así mantener la estructura del Reich como un todo... No podemos disparar o envenenar a esos 3,500.000 judíos, pero sin duda seremos capaces de tomar medidas que llevarán, de una manera u otra, a la aniquilación de esta basura.”
Desde luego, fue el discurso más claro y macabro que nunca pronunció. En él se definía como el verdadero animal que siempre había sido. Recordemos que Himmler organizó la estructura de los Campos de Concentración con su respectiva jerarquía presidiaria: Amarillo - judío; Marrón - gitano; Violeta - Testigo de Jehová; Rosado - homosexual; Verde - criminal habitual; Rojo - prisionero político; Negro - antisocial; Azul - emigrante
Por desgracia, todos nosotros sabemos que la vida no es justa ni con los muertos, ni con los sobrevivientes, ni con los criminales como el propio Himmler.
El jefe de las SS y mano derecha del Hitler tuvo la muerte que nunca se mereció: el dulce sueño del cianuro, en forma de cápsula debajo de su lengua.
Según el criterio más o menos restringido que se adopte para definir el Holocausto (algo de lo que yo discrepo siempre), la cifra de víctimas varía. Algunos historiadores lo circunscriben a lo sucedido entre los judíos y el Tercer Reich (unos 5,8 millones de víctimas). Otros estudiosos amplían el término para que abarque también a los homosexuales, los disminuidos físicos y mentales y los Testigos de Jehová, de modo que se estiman en 11 o 12 millones las víctimas del Holocausto, de las cuales la mitad eran judíos.
Pero, oiga usted, tampoco vamos a ponernos quisquillosos en este tema.
Al fin y al cabo, sólo eran judios.
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