09 junio 2007

LA GUERRA ENTRE LOS DOS PEDROS

En España, las relaciones relativamente cordiales entre Castilla y Aragón se deterioraron con Pedro I el Cruel.
La "guerra de los dos Pedros" constituyó un episodio más de otra de más ancho alcance geográfico y de mayor duración, la "Guerra de los Cien Años", dirimida fundamentalmente entre Francia e Inglaterra.
Aragón y Castilla formaron parte de ella como aliados de aquéllos, aunque en realidad los motivos para este enfrentamiento peninsular fueron otros.
A mediados del siglo XIV, Castilla soportaba un profundo enfrentamiento social, cuyos bandos tenían como líderes al legítimo rey Pedro I de Castilla y su hermano bastardo Enrique de Trastámara, pretendiente también al trono castellano.
Aragón, con Pedro IV El Ceremonioso al mando, apoyó al bastardo Enrique, que, a su vez, contó con la ayuda francesa, personificada en Beltrán Duguesclin y sus famosas compañías. El monarca aragonés tenía dos objetivos al unirse a la causa de Enrique: incorporar el reino de Murcia a la Corona de Aragón y dominar el Mediterráneo occidental frente a Castilla y su aliada, Génova.
El desencadenante de estas cruentas hostilidades fue una acción corsaria de naves catalanas contra embarcaciones genovesas en aguas de Castilla.
La "Guerra de los dos Pedros" estuvo dividida en tres fases:
Durante la primera fase (1356-61), el incidente principal fue el ataque de la flota castellana, con ayuda genovesa, al puerto de Barcelona (1359). Pedro el Cruel intentó servirse de los infantes Fernando y Juan (hermanastros de Pedro el Ceremonioso) para resucitar los movimientos unionistas. Pedro el Ceremonioso, por su parte, acogió en su seno a los nobles castellanos (fieles al bastardo del rey) que buscaron refugio en la Corona.
Siendo ambos monarcas vengativos y ruines, en el juego de las intrigas, Pedro IV el Ceremonioso siempre fue más hábil, mientras Pedro el Cruel era más impulsivo y sanguinario.
La segunda fase del conflicto (1362-63) se caracterizó por la rapidez de los ataques de Pedro el Cruel, que llevaron a la ocupación de muchas villas y ciudades del Reino de Aragón y Valencia. Pedro el Ceremonioso tuvo entonces enormes dificultades para conseguir subsidios (Cortes generales de Monzón, 1362-63), aunque consiguió finalmente contratar los servicios de mercenarios franceses. La Paz de Murviedro (1363), fue humillante para el monarca aragonés, que hubo de aceptar la ocupación castellana de parte de sus tierras. Hizo asesinar a su hermanastro Fernando (1363) por aliarse a Pedro I El Cruel, y aceptó continuar la guerra.
La tercera y última etapa del conflicto (1363-69) comenzó con una ostensible manifestación de superioridad bélica castellana y acabó con la muerte de Pedro el Cruel en los campos de Montiel.
El final de la contienda dio el trono de Castilla a su hermano bastardo Enrique de Trastámara, quien incumplió sus acuerdos con Pedro IV El Ceremonioso y se negó a entregar a Aragón Murcia y las plazas fronterizas que le había prometido.
Puesto que entre 1356 y 1365 el conflicto se había desarrollado en territorio de la Corona y a ella se habían ocasionado las mayores pérdidas humanas y materiales, no puede decirse que este desenlace fuera en absoluto favorable al Ceremonioso, sino más bien al contrario: el reino teóricamente vencido (Castilla) había resultado, de algún modo, vencedor.
En el futuro, España estaría sometida a la hegemonía castellana.

 
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