26 enero 2008

DAVID CONTRA GOLIAT. ALICANTE 1936-1939 (I)

“Aviones de Palma en vuelo rumbo a Alicante”, es el mensaje que recibieron los pilotos del F.A.R.E., ejército del Aire republicano, una mañana de enero de 1939. Estaban de guardia en el aeródromo de Rabasa. Podían hacer dos cosas. Esperar ó salir a su encuentro.
Cuando se produjo el golpe de Estado del General Franco contra la República el 18 de julio de 1936 la fuerza aérea estaba muy repartida según en qué bando y base aérea estuviesen los aviones en ese momento. El bombardero Breguet XIX, construido en 1925 por CASA con licencia francesa se repartió con 20 aviones en la zona republicana y 30 aviones en la mal llamada zona nacional; los cazas Hispano Nieuport 52, construidos en 1930 por Hispano Suiza de Guadalajara con licencia francesa, se quedaron 28 en zona gubernamental y 7 para los sublevados; el avión bombardero torpedero y biplano Vickers Videbeest, construido en España con licencia inglesa, tenía su base en San Javier (Murcia), se quedaron todos en zona republicana. Parecía que el aire estaba en manos del gobierno republicano, pero todos estos aviones, de un bando ó del otro, estaban obsoletos ó tenían muchas carencias para ser una verdadera fuerza defensiva ó de ataque.
Ambos bandos tuvieron que recurrir, además, a otros aviones. Algunos de las líneas civiles los convirtieron a fines militares como los Fokker para pasajeros, de procedencia holandesa, que los republicanos los utilizaron como bombarderos con unas modificaciones en su fuselaje; los sublevados los utilizaron para transporte de tropas, participando en el puente aéreo que llevó al ejército marroquí de Tetuán a Sevilla. El gobierno republicano recurrió sobre todo a Rusia. Con la política de “no intervención” Francia e Inglaterra no sólo no ayudaron con armamento a los republicanos sino que participaron en controles terrestres y marítimos para impedir la venta de armamento por otros países amigos. No ocurrió lo mismo con los sublevados. Alemania e Italia les ayudaron sin contemplaciones.
Los Polikarpok I-16, “moscas”, y los I-15, “chatos”, eran de procedencia rusa. Llegaban desmontados al puerto de Alicante. Desde aquí sus piezas se repartían para su montaje. Los motores, en las cuevas de Canalobre, en Busot. El entelado, en la iglesia parroquial de San Vicente del Raspeig. Tenían su base en Rabasa. Además, las SAF (servicio aéreo de fabricación) reparaban y montaban aviones. La SAF-15 se ubicó en el aeródromo de Rabasa. A esta se trasladaron desde Madrid Hispano Suiza de Guadalajara y la AISA Aeronáutica Industrial para estar más lejos del frente. Se dedicaron a fabricar, montar y reparar aviones. Italia y Alemania participaron con modernos aviones: el Junkers-52, bombardero alemán; el Savoia S.-81 y el Savoia S.79-B, bombarderos italianos; el Fiat Cr.- 32, caza italiano, Cant Z.- 501, hidroavión italiano con tres ametralladoras para el servicio de vigilancia. Hubo otros aviones por ambos bandos y modificaciones de los citados.

" chato "

" mosca "

Savoia 79

El poder en el aire se decantó por los sublevados ya que los aviones del ejército golpista de procedencia italiana ó alemana eran más rápidos y con mayor capacidad destructiva que los cazas de las Fuerzas del Aire de la República Española (F.AR.E.) que pudieran atacarles. Además de que los “moscas” se usaban más para protección a los bombarderos republicanos en acciones de ataque.
La defensa antiaérea en Alicante era más aparente que real. En toda la guerra no derribaron ningún aparato. Quizá por el convencimiento del gobierno republicano de que Alicante no era un puerto estratégico, ni habían importantes fuerzas acuarteladas que preocuparan a los sublevados para ser bombardeados tan a menudo como ocurrió. Por eso las defensas no eran extraordinarias. Aún así, sí las hubo. Varias baterías. En el cabo la Huerta. En la Cantera. En los castillos de San Fernando y Santa Bárbara. En algunas azoteas altas, cerca de arbolado, como las que hubo en el nº 4 de la calle Bailén. En el aeródromo de Rabasa la defensa antiaérea la componían varios nidos de ametralladoras, además de fortines de hormigón y excabados en el suelo. Y una escuadrilla de “chatos”.
Los “moscas” se terminaban de montar en la SAF de Rabasa, en donde se probaban, además de en los campos de Totana y El Carmolí en Murcia. Muchos de los pilotos republicanos adquirieron su formación en Rusia, en la escuela de Kirovabad. Uno de ellos fue el piloto alicantino Francisco Castelló Poveda, quien participó en varios combates, teniéndose que tirar en paracaídas en uno de ellos al ser alcanzado su aeronave, un “mosca”.
Para la defensa y vigilancia de Rabasa y de Alicante había una escuadrilla, la 2ª escuadrilla de “chatos”. Con el paso de la guerra se dividió en dos. Una parte se quedó en Rabasa. La otra tuvo su base en La Aparecida (Murcia) para defender el puerto de Cartagena. Lo que quedó de esta escuadrilla la componían el Jefe Joaquín Calvo Diego y los puntos Simón Fiestas y Jordi Ballés.
Con el aviso del inminente ataque de los aviones que habían salido de las Baleares, el jefe de la patrulla Joaquín Calvo Diego decidió sorprender a los Savoia italianos. Sólo había una manera. Volar más alto que ellos para no ser vistos y cuando los tuviesen cerca caer sobre ellos y eliminarlos. Pero había dos inconvenientes: la velocidad, los aviones italianos eran más rápidos; y que los “chatos” tenían la cabina al descubierto y sin equipo de oxígeno. Tenían que abrigarse mucho y resistir el frío. Hasta los cinco mil metros fue bien, pero ascender a más altura se complicaba. Primero la sensación de que estaban flotando, por la falta de oxígeno. Después el frío. El altímetro de la aeronave marcaba 7.800 metros de altitud; la temperatura era de 36 grados bajo cero. Los cañones de la DECA, la defensa antiaérea en tierra, entró en acción señalando con el humo de los proyectiles dónde se situaba el enemigo. Al este de San Juan y en dirección al puerto de Alicante se veían a cinco bombarderos Savioa-79 a unos cinco ó seis mil metros sobre el nivel del mar. Había llegado el momento. La estrategia de volar más alto había funcionado. Los aviones italianos aún no habían visto a los aviones de la F.A.R.E. El Jefe ordenó atacar y los “chatos” se lanzaron en picado para impedirles que los savoia alcanzasen su objetivo y lanzasen sus bombas.

Savioa 79 en formación saliendo de las Baleares para atacar las costas del levante peninsular.

Pero … ¿qué pasa?. De las doce ametralladoras de los tres aviones tan sólo la del Jefe disparó tiro a tiro, encasquillándose después de cada tiro. Debido a la atura y al frío se heló la grasa de las ametralladoras y quedaron inutilizadas. Sin embargo, la sorpresa de los italianos fue tan grande que, al verse sorprendidos desde una altura mayor, no dieron batalla, sino un giro de noventa grados a la izquierda con un fuerte picado y se retiraron, algunos de ellos lanzando las bombas al mar, incluso sin armarlas. Los pilotos de la F.A.R.E. salieron bien parados, salvo por los dolores que les produjeron en brazos y piernas la diferencia de temperatura y de presión al tirarse en picado contra el enemigo desde tanta altura.

" chato ", en tierra. Aeródromo de Rabasa.

Poco después terminó la guerra. Y con su fin, los recuerdos de los días amargos que pasaron. Días que no tuvieron un final tan feliz como el relatado. Hubo otros días más desgraciados. Hubo otros días más dramáticos. Pero eso es otra historia, que quizá cuente otro día.
Paskki.

Fuentes:
aire.org
Ejército del Aire
Portal Historia
Sbhac.net
“Tiempos de guerra. Alicante 1936-1939”, de Luís Martínez Mira.

 
La Asociación Cultural Alicante Vivo se reserva el derecho de moderación, eliminación de comentarios malintencionados, con lenguaje ofensivo o spam. Las opiniones aquí vertidas por terceras personas no representan a la Asociación Cultural Alicante Vivo.