Se define a la palabra ECUANIMIDAD como “imparcialidad de juicio” o “comportamiento sereno y equilibrado”, y como antónimos tiene a “desequilibrio”, “parcialidad”, “injusticia”, “fanatismo” y sobre todos: “sectarismo”. Yo diría que la ecuanimidad es la capacidad de “ponerse en el lugar del otro” y apreciar sus razones serenamente, aunque no comulguemos con ellas; es decir, aquello de: “No comparto sus ideas pero daría la vida porque pueda expresarlas libremente”. Para mí es la virtud - rara virtud en estos tiempos de apasionamientos políticos y campañas electorales - que más valoro en las personas.
Digo todo esto porque estoy dolido por el comportamiento sectario y nada ecuánime de personas muy queridas y hasta ahora admiradas, cuya actitud me ha producido un hondo pesar y una dosis insoportable de vergüenza ajena.
Y me refiero, sin más cautelas, a algunos de mis amigos de la Comisión Cívica para la recuperación de la Memoria Histórica de Alicante. Su comportamiento hacia la Asociación Cultural Alicante Vivo, a la que pertenezco, ha sido de constante censura en todo lo concerniente al terreno de la Memoria. Como si de un derecho exclusivo de patente se tratara, todos los logros de Alicante Vivo en este aspecto han sido cuando menos ignorados, si no censurados abiertamente por quienes, por lo visto, se creen sus únicos titulares y propietarios. Nuestros esfuerzos por procurar un entendimiento entre el Ayuntamiento y la Comisión con vistas a consensuar la colocación del monumento de Elena Albajar en la Plaza del Mercado fueron calificados como “una bajada de pantalones” o “una ingerencia”; y la inclusión o no de la palabra “fascistas” en el texto del mismo, una cuestión capital donde la intransigencia de las dos partes hizo imposible su erección, pese a nuestros desautorizados esfuerzos. La designación por el Ayuntamiento, a petición nuestra y de la PIC, de la Plaza del Mercado como “Plaza del 25 de Mayo” fue criticada con comentarios como: “Sí, 25 de mayo, pero ¿de qué año? Porque si no se dice el año nadie sabrá que se refiere al bombardeo”; o sea que era una tontería sin ningún valor, pese a ser alabada la solicitud en su día por algún destacado miembro de la Comisión. Ningún comentario favorable a las gestiones de Alicante Vivo por la recuperación del monumento al republicano doctor Rico, en el Tossal; ninguno por el “Jardín del Silencio” en el Cementerio Municipal, ni por la recuperación del homenaje a los Mártires de la Libertad. Todas estas cosas no merecían la más mínima atención a los miembros de la Comisión de la Memoria Histórica, quizá porque no se les habían ocurrido a ellos. Faltaba, para colmo de rechifla, el nombramiento, como consejero cultural de la Alcaldesa, de nuestro anterior presidente; el cual previamente había renunciado a su cargo, como debe ser. Pues, miren ustedes, me parece a mí que, en esta democracia que disfrutamos, cada cual puede colaborar con la opción política que le dé la gana, tal como yo he hecho con una candidatura de la oposición sin que nadie me censure por ello, que yo sepa. Alicante Vivo, a ver si se enteran de una vez, es un buzón abierto a los alicantinos y no tiene más ideario que el amor de todos sus colaboradores por Alicante. Las descalificaciones por parte de algunos miembros de la Comisión y simpatizantes me han dolido mucho, en muchas ocasiones; y hasta me han provocado algunos amagos de sentimiento de culpabilidad que ahora veo completamente infundados.
Porque uno no comprende cómo unos personajes tan firmes en sus convicciones, tan de una pieza, tan dignamente intransigentes, han podido consentir sin crítica alguna, e incluso aplaudir, la burla descarada a la Memoria Histórica que ha perpetrado nuestra Alcaldesa al designar un descampado, un secarral sin identidad, a la memoria del heroico buque Stanbrook. La imagen en la prensa de alguno de los miembros de la Comisión aplaudiendo junto a la señora Castedo me sume en el desconcierto, si recuerdo las anteriores críticas a Alicante Vivo, y las actitudes dignas y empecinadas de otras ocasiones.
O han perdido el norte o están intoxicados de sectarismo y anémicos de ecuanimidad, y valoran las cosas según las hagan ellos o los demás. Y me duele, me duele profundamente, en lo más hondo. Y me seguirá doliendo mientras no los escuche dar una opinión adecuada sobre el desprecio y el ninguneo por parte del Ayuntamiento a los valientes hombres del Capitán Dickson y los 2638 refugiados republicanos que salvaron de la muerte o la cárcel. Mientras no se duelan conmigo de que en las mismas fechas en que se dedicaba un secarral anónimo y apartado al Stanbrook, se inauguraba un precioso y céntrico parque en la zona salvada del Benacantil a las elucubraciones de Alperi sobre el Palacio de Congresos; un bonito parque con una escultura en bronce de tamaño natural que representa a... ¡un tuno! Porque el Parque, en un delirio de frivolidad municipal, se ha dedicado a… ¡La Tuna! O sea que el Ayuntamiento no tiene dinero para hacerle un monumento decente a los Mártires de la Libertad o al capitán Dickson, pero sí puede dedicarle una estatua a un jovenzuelo anónimo vestido de Conde-Duque de Olivares tocando la bandurria. Si estas cosas no escandalizan a los compañeros de la Comisión, si no se avergüenzan de haber aplaudido el secarral del Stanbrook, si no reconocen el derecho que tenemos otros ciudadanos y otras asociaciones a opinar e intervenir en cuestiones de la Memoria Histórica, habrán perdido toda mi consideración y mi respeto. Y lo siento, y me duele, me duele mucho. Qué le vamos a hacer.
Digo todo esto porque estoy dolido por el comportamiento sectario y nada ecuánime de personas muy queridas y hasta ahora admiradas, cuya actitud me ha producido un hondo pesar y una dosis insoportable de vergüenza ajena.
Y me refiero, sin más cautelas, a algunos de mis amigos de la Comisión Cívica para la recuperación de la Memoria Histórica de Alicante. Su comportamiento hacia la Asociación Cultural Alicante Vivo, a la que pertenezco, ha sido de constante censura en todo lo concerniente al terreno de la Memoria. Como si de un derecho exclusivo de patente se tratara, todos los logros de Alicante Vivo en este aspecto han sido cuando menos ignorados, si no censurados abiertamente por quienes, por lo visto, se creen sus únicos titulares y propietarios. Nuestros esfuerzos por procurar un entendimiento entre el Ayuntamiento y la Comisión con vistas a consensuar la colocación del monumento de Elena Albajar en la Plaza del Mercado fueron calificados como “una bajada de pantalones” o “una ingerencia”; y la inclusión o no de la palabra “fascistas” en el texto del mismo, una cuestión capital donde la intransigencia de las dos partes hizo imposible su erección, pese a nuestros desautorizados esfuerzos. La designación por el Ayuntamiento, a petición nuestra y de la PIC, de la Plaza del Mercado como “Plaza del 25 de Mayo” fue criticada con comentarios como: “Sí, 25 de mayo, pero ¿de qué año? Porque si no se dice el año nadie sabrá que se refiere al bombardeo”; o sea que era una tontería sin ningún valor, pese a ser alabada la solicitud en su día por algún destacado miembro de la Comisión. Ningún comentario favorable a las gestiones de Alicante Vivo por la recuperación del monumento al republicano doctor Rico, en el Tossal; ninguno por el “Jardín del Silencio” en el Cementerio Municipal, ni por la recuperación del homenaje a los Mártires de la Libertad. Todas estas cosas no merecían la más mínima atención a los miembros de la Comisión de la Memoria Histórica, quizá porque no se les habían ocurrido a ellos. Faltaba, para colmo de rechifla, el nombramiento, como consejero cultural de la Alcaldesa, de nuestro anterior presidente; el cual previamente había renunciado a su cargo, como debe ser. Pues, miren ustedes, me parece a mí que, en esta democracia que disfrutamos, cada cual puede colaborar con la opción política que le dé la gana, tal como yo he hecho con una candidatura de la oposición sin que nadie me censure por ello, que yo sepa. Alicante Vivo, a ver si se enteran de una vez, es un buzón abierto a los alicantinos y no tiene más ideario que el amor de todos sus colaboradores por Alicante. Las descalificaciones por parte de algunos miembros de la Comisión y simpatizantes me han dolido mucho, en muchas ocasiones; y hasta me han provocado algunos amagos de sentimiento de culpabilidad que ahora veo completamente infundados.
Porque uno no comprende cómo unos personajes tan firmes en sus convicciones, tan de una pieza, tan dignamente intransigentes, han podido consentir sin crítica alguna, e incluso aplaudir, la burla descarada a la Memoria Histórica que ha perpetrado nuestra Alcaldesa al designar un descampado, un secarral sin identidad, a la memoria del heroico buque Stanbrook. La imagen en la prensa de alguno de los miembros de la Comisión aplaudiendo junto a la señora Castedo me sume en el desconcierto, si recuerdo las anteriores críticas a Alicante Vivo, y las actitudes dignas y empecinadas de otras ocasiones.
O han perdido el norte o están intoxicados de sectarismo y anémicos de ecuanimidad, y valoran las cosas según las hagan ellos o los demás. Y me duele, me duele profundamente, en lo más hondo. Y me seguirá doliendo mientras no los escuche dar una opinión adecuada sobre el desprecio y el ninguneo por parte del Ayuntamiento a los valientes hombres del Capitán Dickson y los 2638 refugiados republicanos que salvaron de la muerte o la cárcel. Mientras no se duelan conmigo de que en las mismas fechas en que se dedicaba un secarral anónimo y apartado al Stanbrook, se inauguraba un precioso y céntrico parque en la zona salvada del Benacantil a las elucubraciones de Alperi sobre el Palacio de Congresos; un bonito parque con una escultura en bronce de tamaño natural que representa a... ¡un tuno! Porque el Parque, en un delirio de frivolidad municipal, se ha dedicado a… ¡La Tuna! O sea que el Ayuntamiento no tiene dinero para hacerle un monumento decente a los Mártires de la Libertad o al capitán Dickson, pero sí puede dedicarle una estatua a un jovenzuelo anónimo vestido de Conde-Duque de Olivares tocando la bandurria. Si estas cosas no escandalizan a los compañeros de la Comisión, si no se avergüenzan de haber aplaudido el secarral del Stanbrook, si no reconocen el derecho que tenemos otros ciudadanos y otras asociaciones a opinar e intervenir en cuestiones de la Memoria Histórica, habrán perdido toda mi consideración y mi respeto. Y lo siento, y me duele, me duele mucho. Qué le vamos a hacer.