27 julio 2011

AUSTRACISTAS Y BORBÓNICOS ALICANTINOS (PARTE 2)


Las divisiones en el seno de nuestro patriciado urbano.

El austracismo no se redujo a una protesta popular. Entre sus seguidores alicantinos se encontraron eclesiásticos, ciudadanos militares y caballeros. El estudio de las listas de los participantes en la vida municipal durante la guerra, y de las personas afectadas por la confiscación de sus bienes por su fidelidad a Carlos III (cabeza del “gobierno intruso” según los borbónicos), nos desvelan nombres y detalles vedados por la discreta prudencia de nuestros cronistas del XVIII. Al fin y al cabo varios miembros de la familia de los Maltés siguieron la causa austracista. La toma de posición durante un enfrentamiento de las aristocracias locales en las sociedades del Antiguo Régimen resultaba esencial, y los historiadores han procurado explicar las razones de las divisiones de las oligarquías del Reino de Valencia aduciendo motivos mercantiles (la mayor o menor dependencia del comercio francés o inglés) y de veteranía en el disfrute de los honores. Los caballeros de los linajes más antiguos se identificarían con el municipio foral, mientras los más recientemente promocionados apostarían por el bando de Felipe V. Estos planteamientos explican satisfactoriamente ciertos casos, pero no pueden extrapolarse a otros.

Alicante en el siglo XVIII

Las alianzas matrimoniales y la diversificación de las ramas de los linajes complicaron la toma de partido de muchos nobles y ciudadanos, que optaron por unas fidelidades mucho más flexibles y acomodaticias de lo que parece a primera vista, ya que durante el conflicto (ocasión propicia para hacer méritos) se puso en juego la reputación, la posición y los bienes matrimoniales de la aristocracia, medulares para su forma de vida. El patriciado alicantino se dividió desde la Baja Edad Media por razones de honor e interés, al igual que el del resto del Reino, en facciones o bandositats que pusieron en jaque la administración normal de justicia y a las autoridades regias. En sus pesquisas sobre los excesos cometidos a raíz del bombardeo de 1691, el doctor Borrull informó en julio de 1692 que en Alicante la justicia se salvaba de la voracidad de sus oligarcas gracias a la docilidad de la plebe y a la consagración de los mercaderes a sus tratos.

Siempre había un margen para la ambigüedad y la maniobra astuta. En nuestras fuentes la toma de partido de los Ansaldo, Esteve, Forner, Llop, Martí, y Morales no se aclara convenientemente, pese a no formar parte ninguno de sus miembros del primer ayuntamiento borbónico de Alicante, designado a partir de la Real Cédula del 23 de febrero de 1709.

Los aristócratas fieles a Felipe de Borbón.

Para aquella corporación municipal se escogieron como regidores perpetuos de la categoría de caballeros a Pedro Burgunyo, Antonio Canicia y Doria, José Fernández de Mesa, Fernando Salafranca y Mingot, José Paravicino, y Esteban Rovira y Torres, y de la categoría de ciudadanos a Luis Boyer, José Milot, Benito Arqués, Juan Bautista Biar (fallecido antes de tomar posesión), Francisco Colomina, y Juan Bautista Corsiniani. Asimismo, entre los que siguieron a Mahony al castillo tras la caída de la ciudad ante los aliados el 8 de agosto de 1706 cita Miñana al gobernador de Alicante el marqués Diego Bosch, al gobernador de la fortaleza Gabriel Paravicino, a su vicegobernador Ignacio Paravicino, al jefe de la milicia urbana Francisco Scorcia, Pedro Burgunyo, Pablo Martínez, Nicolau Sarrió, Nicolau Vergara, Pedro Noguerol, Eusebio Salafranca, Esteban Rovira, José Franch (o Franquí), Ventura Fernández, Bartolomé Martínez, además de otros que no consigna.

En estas sumarias relaciones de individuos encontramos varios niveles sociales. La causa borbónica fue abrazada por renacidos linajes caballerescos, cuya antigüedad en Alicante se remontaba a la Baja Edad Media: los Bosch y los Fernández de Mesa a la primera mitad del siglo XV, y los Burgunyo al siglo XIV. No en vano el abogado del Real Patrimonio Juan Alfonso Burgunyo marchó a Castilla tras la caída de la ciudad de Valencia en manos austracistas. Esta primera constatación invalida la automática relación entre austracismo y veteranas familias caballerescas identificadas con el municipio foral.

A ellos se sumaron los emprendedores servidores de la monarquía autoritaria desde el XVI, como los Salafranca y los Noguerol (o Nogueroles), y un selecto número de familias de origen italiano que progresaron a partir de la segunda mitad del XVI gracias a las redes hispanogenovesas del comercio, la administración y la milicia: los Canicia y Doria, Franquí, y Paravicino. El linaje de los Scorcia se dividió durante el conflicto.

Felipe V también tuvo seguidores entre los ciudadanos con privilegio militar como Benito Arqués, Esteban Rovira y Torres, y Francisco Colomina. Los dos primeros procedían de familias de Jijona, de fuerte fidelidad a los Borbones durante la guerra. Benito, hijo del justicia y dos veces jurado del mismo nombre, entroncó con Isidora María Sánchez (hija del también ciudadano militar Pedro Sánchez). Esteban había nacido en Jijona en 1670 e hizo carrera en Alicante. Los Colomina desempeñaron oficios de relevancia municipal desde el siglo XVI. La promoción realizada bajo los Austrias aprovechó al primer Borbón.

Entre los ciudadanos de la mano menor partidarios de Felipe V destacaron José Milot, Juan Bautista Corsiniani, Juan Bautista Biar y Juan, y Luis Boyer. Los tres primeros estaban muy ligados a la vida comercial alicantina: el florentino Corsiniani resultó perjudicado por el régimen austracista en Alicante. Luis Boyer heredó de su familia la condición de notario y sus aspiraciones públicas: en 1645 Juan Bautista Boyer había sido eximido de concurrir a los oficios ciudadanos. A ellos podemos sumar los nombres del igualmente notario José Bayona y del comerciante José Ríos, que prestarían dinero a los campesinos de la Orihuela reconquistada para Felipe V en el otoño de 1706, cuando Alicante aún permanecía en poder de Carlos III. Orihuela y Murcia sirvieron en aquel tiempo de refugio a los alicantinos borbónicos como doña Josefa Scorcia y Nogueroles, viuda de Nicolás Scorcia y Ladrón.

En suma, la causa de Felipe V en Alicante se benefició del firme apoyo de una parte muy significativa de la aristocracia urbana, que no deseó jugarse su trabajada fortuna a la carta de Carlos III. Varios ciudadanos siguieron el proceder de los caballeros con la esperanza de promocionarse socialmente. Sin embargo, a la altura de 1766 los Colomina, Milot, Corsiniani, Biar y Boyer ya eran un recuerdo de comienzos de siglo al ser suplantados en las regidurías perpetuas de ciudadanos por los Alcaraz, Bevià, Caturla, Torregrosa e Izquierdo, mientras los Burgunyo, Pascual del Pobil y Forner, Rotlà Canicia y Doria, Rovira Torres y Mingot, y Salafranca y Pascual de Bonanza preservaban su posición. La victoria borbónica acentuó el influjo de los caballeros en el consistorio.

Torre Bonanza (Foto: Antonio Campos)


Los aristocráticos y mesocráticos seguidores de Carlos III de Austria.

Estos austracistas plantean no pocos interrogantes a la investigación, pues no compartieron la forma de vida, el tono o los objetivos de los populares maulets, a los que temían y despreciaban, si bien al final no secundaron el partido de Felipe V pese a coincidir con sus seguidores en las maneras de entender el mundo y la sociedad, el gusto por los negocios financieros y mercantiles, y el aprecio por la república local. Su posición derrumba cualquier simplificación de la Guerra de Sucesión.

Tres hombres porfiaron para conseguir la obediencia de la Gobernación de Orihuela a la causa de Carlos III tras la campaña de García de Ávila: los marqueses de Rafal, de las Torres del Carrús (con matices reseñados por Jesús Pradells), y de Villamar. En 1697 se acusó ante la Bailía a los tres, junto a otros particulares, de introducir indebidamente sus ganados en las redondas del Campo de Guardamar y de Almoradí, arrendadas por José Sánchez. Los negocios y sus deseos de promoción los unieron, compartiendo inclinación política durante la guerra. El alicantino don Isidoro Llanos, marqués de Villamar, contribuyó a la caída de nuestra ciudad en manos aliadas. Pasó más tarde a Valencia y a Barcelona, abandonándola por Génova tras la retirada aliada de Cataluña. Se estableció después en Nápoles, nutriendo las filas de los austracistas españoles en el exilio.

Los nombres de otros austracistas alicantinos pueden conocerse en líneas generales a través de los integrantes del municipio conformado por el conde de Cardona, virrey de Valencia por Carlos III, a finales de septiembre de 1706, y por las listas de personas con bienes confiscados por las autoridades borbónicas entre 1709 y 1717. Entre los primeros figuraron Cosme Martí como justicia, Luis Scorcia, José Maltés y Juan Sancho como jurados, Pedro Vicente Lerma como síndico, Gaspar Castillo como racional, Francisco Domènech como asesor, Domingo Tredós y Domingo Pareja como abogados, Domingo Roca como almotacén, Francisco Sempere como su teniente, Antonio Colomina como sobrecequiero, Francisco Castelló como escribano de sala, Antonio Puigcerver como clavario, Juan Bautista Sival como administrador de trigos, Adrián Cazorla como obrer, Juan Bautista Gonzalbes como subsíndico, y Blas Rossell, Domingo Meléndez, Gerónimo Rossell y Francisco Gamborino como vergueros. Entre las personas con bienes confiscados en nuestros términos localizamos los nombres de Pablo Martínez de Vera, Pedro Domènech, José Maltés, Diego Leopoldo Moxica, Juan Sancho, Carlos Ruiz Vallebrera, Alfonso Cuquerella, Melchor Miquel, Juan Bautista Ragán, Lorenzo Exea, Álvaro Castillo, José Castillo, Antonio Colomina, Benito Ruzafa, Juan Berando, Bautista Sala de Ginés, Nicolás Santo, Jaime Maltés, y Pablo Van Halen.

Estas listas corroboran que la bandera de Carlos III en Alicante fue enarbolada por individuos de condición social muy diversa, desde linajudos caballeros a comerciantes y profesionales. Van Halen era desde 1702 cónsul de los mercaderes de La Hansa de Hamburg. De las veintiocho familias que intervenían en nuestro consistorio a fines del XVII, un poco más de la tercera parte se inclinaron por la causa austracista a pesar de las declaraciones de fidelidad de Alicante.

Al igual que los caballeros Maltés, ascendidos con los negocios a partir del siglo XVI, una parte de los Martínez de Vera y de los Ruiz Vallebrera, cuya posición en la Terreta se remontaba a la Baja Edad Media, apostó por los Habsburgo. Resulta conveniente recordar que el baile Pablo Martínez de Vera, Cristóbal Martínez de Vera, Luis Pasqual, Tomás Pasqual y Jaime Miquel conformaron la facción opuesta al gobernador militar de 1691 Borrás, reclamando el disfrute del oficio para un caballero alicantino. Discutieron con acritud con la facción de los Juan, y tuvieron que responder ante la justicia real. Tal hostilidad podía haberlos decantado sin ambages del lado de Felipe V, pero creyeron que sus aspiraciones se sustanciarían mejor bajo Carlos III, lo que nos alerta acerca de la atribución automática de simpatías a partir de disputas anteriores conocidas.

Alicante era a fines del XVII un importante punto de embarque de las levas destinadas a Milán, dada la amenaza francesa sobre Barcelona, y entre los Scorcia de origen milanés Luis fue jurado, y Álvaro (veterano de las campañas de Flandes y Sargento Mayor tras su actuación durante el bombardeo de 1691) se vanaglorió de haber alzado partidas de hasta tres mil hombres contra Felipe de Borbón, actuando como un verdadero dirigente de “valientes” de una bandositat. De antecedentes familiares no carecía. Los Scorcia, grandes comerciantes del vino alicantino, estuvieron muy vinculados a los Pasqual, de tanta importancia en el siglo XVI, y protegieron con decisión en el primer tercio del XVII a los temibles Berenguer de Muchamiel, cuya cuadrilla atemorizó a las gentes de la Huerta.

Los Moxica fueron agraciados por Felipe IV en 1635 con el título de generosos, y siguieron la causa de los Austrias como los Miquel (de la facción de los Martínez de Vera y los Pasqual), los recientemente ennoblecidos Castillo, y los ciudadanos militares Domènech.

En el fondo sus motivaciones eran casi idénticas a las de los caballeros y ciudadanos borbónicos, puesto que se podrían aducir tanto sus deseos de preservar antiguas posiciones como los de obtener algunas más gratificantes en la vida local. No en vano advirtió Alfonso X el Sabio contra la fingida fidelidad de la nobleza, que por caminos más suaves trataba de conseguir lo que no obtenía de la violencia. Las enemistades y odios familiares a buen seguro que tuvieron un destacado papel en el seguimiento de un partido u otro. Los austracistas más elitistas se arriesgaron a una estrategia de cambio dinástico una vez entronizado Felipe V, arrostrando con fortuna aceptable la amenaza del desbordamiento social maulet en Alicante.

Bien podemos concluir que la Guerra de Sucesión destapó en nuestra ciudad conflictos que permanecían latentes entre grupos sociales y entre facciones de un mismo grupo. En este sentido fue la última de las numerosas guerras de bandositats de la época foral, muy bien caracterizadas para la Valencia de la segunda mitad del XIV por Rafael Narbona. Sus linajudos capitanes no vacilaron en recurrir a eclesiásticos, menestrales, campesinos y bandoleros de su círculo de confianza. Austracistas y borbónicos pretendieron mejorar su posición en el seno de la república foral alicantina, pero lo único que consiguieron realmente tras su diminuta guerra civil fue el arrasamiento del Alicante que conocían. Incluso los encumbrados regidores perpetuos tuvieron que sufrir el comportamiento autoritario de los representantes de la nueva monarquía de Felipe V, muy apoyada en el despliegue de unidades militares. En 1718 el regidor Luis Boyer llegó a ser detenido por el Alcalde Mayor Francisco Esteban Zamora bajo la acusación de austracismo y de recibir dinero de los enemigos ingleses. Todo un signo de los nuevos tiempos.

VÍCTOR MANUEL GALÁN TENDERO
(Fotos: Alicante Vivo)

Fuentes.

ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN, Consejo de Aragón:
-Legado 0580, nº. 033.
-Legado 0587, nº. 004.

ARCHIVO DEL REINO DE VALENCIA, Bailía de Orihuela-Alicante, Libro de 1684 a 1699, nº. 1335.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE ALICANTE, Protocolos notariales de 1709, 1711-12 y 1713-19.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE TARRAGONA, Fons municipal, Llibres d´acords de la Ciutat de Tarragona (1704-1707), 1.6.1., nº. 208.

ARCHIVO MUNICIPAL DE ALICANTE:
-Privilegios, Armario 1/ Libro 9.
-Ordenanzas del Consell, Armario 5/ Libro 34.
-Ordenanzas de los gremios, Armario 5/ Libro 54.
-Cartas recibidas de 1665 a 1704, Armario 11/ Libro 1.
-Arrendamientos de San Juan y Benimagrell, Armario 14/2.

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