La imágen principal que nos muestra la Arquitectura Religiosa de la ciudad de Alicante, corresponde a un barroco de la primera mitad del siglo XVIII. Fue un momento de gran auge económico de la población, siendo estas formas dieciochescas las que caracterizan en lo principal la arquitectura histórica de la ciudad, a excepción de la Iglesia de San Nicolás.
Realizada a partir de los primeros años del siglo XVII, la Iglesia de San Nicolás representa un magnífico ejemplo de arquitectura del tardorenacimiento, muy influenciada por la obra de Juan Herrera, que sin duda es el mejor ejemplo de arquitectura patrimonial de Alicante. Concebida como la unión de volúmenes prismáticos y esféricos se desarrolla con una composición matemática, pura y sin concesiones a lo ornamental, utilizando solamente formas romanas depuradas.
En este mismo siglo se construyen cantidad de conventos con sus respectivas iglesias, el Cármen, San Agustín, Dominicos y Capuchinas, todas ellas desaparecidas entre el siglo pasado y la primera mitad de éste. La Iglesia-Convento de San Francisco, de principios del siglo XVI, fue completada con un magnífico claustro en el siglo XVII, del cual se conserva una buena fotografía de antes de su demolición en los años 40.
En lo fundamental esta arquitectura barroca alicantina manifiesta una voluntad de regular los volúmenes arquitectónicos preexistentes, una proyección con respeto a su entorno urbano circundante y un decorativismo formalista y preciosista, del que no se había podido dotar hasta ese momento a la ciudad. Ello fue debido en buena medida a la falta de profesionales expertos en arquitectura, cuyo lugar fue ocupado por pintores o escultores, en nuestro caso el valenciano Juan Bautista Borja, en combinación con maestros de obras locales. Se produce aquí una simbiosis entre los maestros de obra y los escultores, en donde los primeros plantean proyectos técnico-compositivos y los segundos cualifican el resultado mediante su gran habilidad ornamentística.
Santa María es el ejemplo más claro de lo dicho anteriormente. Sobre un edificio gótico del XV con una fachada totalmente desigual y desequilibrada se ordena una nueva fachada-escenario que simetriza el edificio con la elevación de una nueva torre, con dos portadas laterales que no corresponden a la estructura interna y conforman una nueva imágen relacionada con el entorno urbano de su plaza. Con igual tipo de criterios se realizó la intervención en la fachada del Monasterio de la Santa Faz, edificio en su día gótico sobre el que se alza la actual fachada de 1721. A este mismo momento corresponde la capilla del Corpus Christi de la Iglesia de San Nicolás, principal obra de Juan Bautista Borja en Alicante y el Convento de los Jesuitas (hoy, Monjas de la Sangre).
Quizá la Casa Palacio de la Misericordia sea la obra más significativa y de mayor interés arquitectónico de las realizas aquel siglo. Edificada por el obispo Elías Gómez de Terán para su residencia y asistencia a la población más menesterosa, mostraba en ella su gusto refinado y amante de las artes, además de manifestar su opulencia económica. Hoy este edifico está muy maltratado al haber sido reutilizado como Fábrica de Tabacos.
Si bien en el siglo XVIII hubo el intento de crear una nueva parroquia, la de San Bartolomé, este hecho no se produjo y no se volvió a edificar un nuevo templo en la ciudad de Alicante hasta el siglo XX. La Arquitectura Religiosa construida en los dos primeros tercios de este siglo se caracteriza por ser una obra ecléctica e historicista, reproduciendo modelos góticos (Iglesia de Benalua y los Salesianos de Juan Vidal), modelos clásicos (San José de Carolinas y Nuestra Señora de Gracia de Antonio Serrano) o modelos seudomodernos (Nuestra Señora de los Angeles) de poco interés arquitectónico.
Realizada a partir de los primeros años del siglo XVII, la Iglesia de San Nicolás representa un magnífico ejemplo de arquitectura del tardorenacimiento, muy influenciada por la obra de Juan Herrera, que sin duda es el mejor ejemplo de arquitectura patrimonial de Alicante. Concebida como la unión de volúmenes prismáticos y esféricos se desarrolla con una composición matemática, pura y sin concesiones a lo ornamental, utilizando solamente formas romanas depuradas.
En este mismo siglo se construyen cantidad de conventos con sus respectivas iglesias, el Cármen, San Agustín, Dominicos y Capuchinas, todas ellas desaparecidas entre el siglo pasado y la primera mitad de éste. La Iglesia-Convento de San Francisco, de principios del siglo XVI, fue completada con un magnífico claustro en el siglo XVII, del cual se conserva una buena fotografía de antes de su demolición en los años 40.
En lo fundamental esta arquitectura barroca alicantina manifiesta una voluntad de regular los volúmenes arquitectónicos preexistentes, una proyección con respeto a su entorno urbano circundante y un decorativismo formalista y preciosista, del que no se había podido dotar hasta ese momento a la ciudad. Ello fue debido en buena medida a la falta de profesionales expertos en arquitectura, cuyo lugar fue ocupado por pintores o escultores, en nuestro caso el valenciano Juan Bautista Borja, en combinación con maestros de obras locales. Se produce aquí una simbiosis entre los maestros de obra y los escultores, en donde los primeros plantean proyectos técnico-compositivos y los segundos cualifican el resultado mediante su gran habilidad ornamentística.
Santa María es el ejemplo más claro de lo dicho anteriormente. Sobre un edificio gótico del XV con una fachada totalmente desigual y desequilibrada se ordena una nueva fachada-escenario que simetriza el edificio con la elevación de una nueva torre, con dos portadas laterales que no corresponden a la estructura interna y conforman una nueva imágen relacionada con el entorno urbano de su plaza. Con igual tipo de criterios se realizó la intervención en la fachada del Monasterio de la Santa Faz, edificio en su día gótico sobre el que se alza la actual fachada de 1721. A este mismo momento corresponde la capilla del Corpus Christi de la Iglesia de San Nicolás, principal obra de Juan Bautista Borja en Alicante y el Convento de los Jesuitas (hoy, Monjas de la Sangre).
Quizá la Casa Palacio de la Misericordia sea la obra más significativa y de mayor interés arquitectónico de las realizas aquel siglo. Edificada por el obispo Elías Gómez de Terán para su residencia y asistencia a la población más menesterosa, mostraba en ella su gusto refinado y amante de las artes, además de manifestar su opulencia económica. Hoy este edifico está muy maltratado al haber sido reutilizado como Fábrica de Tabacos.
Si bien en el siglo XVIII hubo el intento de crear una nueva parroquia, la de San Bartolomé, este hecho no se produjo y no se volvió a edificar un nuevo templo en la ciudad de Alicante hasta el siglo XX. La Arquitectura Religiosa construida en los dos primeros tercios de este siglo se caracteriza por ser una obra ecléctica e historicista, reproduciendo modelos góticos (Iglesia de Benalua y los Salesianos de Juan Vidal), modelos clásicos (San José de Carolinas y Nuestra Señora de Gracia de Antonio Serrano) o modelos seudomodernos (Nuestra Señora de los Angeles) de poco interés arquitectónico.