Luis Carrero Blanco fue uno de esos "valientes militares" que huyó a Francia y Mexico al iniciarse la Guerra Civil, ante el temor de ser ejecutado por milicias republicanas. Situado al mando de un destructor y de un submarino, llegó a ser jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Marina. Cuando la cosa estuvo algo más clara para el régimen, regresó a España (1940) y redactó un informe recomendando la neutralidad española en la II Guerra Mundial. Desde entonces se convirtió en el hombre de confianza de Franco, siendo nombrado Ministro de la Presidencia en 1951.
Cuando en 1973 el tío Paco puso un pie en el otro mundo, decidió nombrarlo in-extremis Presidente del Gobierno, ya que lo consideraba un hombre fuerte del Estado y su sucesor lógico de ideas.
Sin embargo, apareció la banda terrorista ETA.
Y aquí se lió un pelín el asunto.
El día 20 de diciembre de 1973, Luis Carrero Blanco se dirigía a su domicilio después de oír misa (sin comentarios) en la iglesia de San Francisco de Borja, en Madrid. Al llegar a la calle Claudio Coello, una inmensa explosión lanzó al coche en que viajaba a una altura de más de veinte metros de altura, provocando su muerte y la de su conductor y escolta.
Los terroristas compraron un semisótano en el número 104 de la calle Claudio Coello y a partir de allí hicieron un túnel hasta el centro de la calzada donde pusieron cerca de 100 kilogramos de G-2 que hicieron explosionar al paso del coche de Carrero Blanco.
Fueron acusados de aquel asesinato los etarras José Ignacio Abaitua Gomeza "Marquín", José Miguel Beñarán Ordeñara "Argala", Pedro Ignacio Pérez Beotegui "Wilson", Javier María Larreategui Cuadra "Atxulo", José Antonio Urruticoechea Bengoechea "Josu" y Juan Bautista Eizaguirre Santiesteban "Zigor", todos ellos refugiados en Francia y, en aquella época, protegidos por este país.
El objetivo era intensificar las divisiones existentes en el seno del régimen, como indicaba el comunicado en el que ETA asumía la autoría del atentado. En la siguiente declaración uno de los militantes del comando Txikía respondía a la pregunta de por qué se había asesinado a Carrero:
La ejecución en sí tenía un alcance y unos objetivos clarísimos. A partir de 1951 Carrero ocupó prácticamente la jefatura del Gobierno en el régimen. Carrero simbolizaba mejor que nadie la figura del «franquismo puro». Hombre sin escrúpulos montó concienzudamente su propio Estado dentro del Estado: creó una red de informadores dentro de los Ministerios, del Ejército, de la Falange. Su policía logró meterse en todo el aparato franquista. Así fue convirtiéndose en el elemento clave del sistema y en una pieza fundamental del juego político de la oligarquía. Por otra parte, llegó a ser insustituible por su experiencia y capacidad de maniobra y porque nadie lograba como él mantener el equilibrio interno del franquismo […].
Sin duda los terroristas quisieron dejar bien claro a las autoridades franquistas que no sólo eran capaces de asesinar a cualquiera para conseguir sus propósitos, sino que podían quebrantar la seguridad del régimen. Aseguraron que aquellas muertes eran necesarias para conseguir la democracia.
Lo curioso fue que los terroristas asesinaron a 45 personas durante la dictadura... pero casi a 800 durante la democracia...
¿Demuestra eso que ETA estubo en favor de la democracia?
Dificil de explicar.
Cuando en 1973 el tío Paco puso un pie en el otro mundo, decidió nombrarlo in-extremis Presidente del Gobierno, ya que lo consideraba un hombre fuerte del Estado y su sucesor lógico de ideas.
Sin embargo, apareció la banda terrorista ETA.
Y aquí se lió un pelín el asunto.
El día 20 de diciembre de 1973, Luis Carrero Blanco se dirigía a su domicilio después de oír misa (sin comentarios) en la iglesia de San Francisco de Borja, en Madrid. Al llegar a la calle Claudio Coello, una inmensa explosión lanzó al coche en que viajaba a una altura de más de veinte metros de altura, provocando su muerte y la de su conductor y escolta.
Los terroristas compraron un semisótano en el número 104 de la calle Claudio Coello y a partir de allí hicieron un túnel hasta el centro de la calzada donde pusieron cerca de 100 kilogramos de G-2 que hicieron explosionar al paso del coche de Carrero Blanco.
Fueron acusados de aquel asesinato los etarras José Ignacio Abaitua Gomeza "Marquín", José Miguel Beñarán Ordeñara "Argala", Pedro Ignacio Pérez Beotegui "Wilson", Javier María Larreategui Cuadra "Atxulo", José Antonio Urruticoechea Bengoechea "Josu" y Juan Bautista Eizaguirre Santiesteban "Zigor", todos ellos refugiados en Francia y, en aquella época, protegidos por este país.
El objetivo era intensificar las divisiones existentes en el seno del régimen, como indicaba el comunicado en el que ETA asumía la autoría del atentado. En la siguiente declaración uno de los militantes del comando Txikía respondía a la pregunta de por qué se había asesinado a Carrero:
La ejecución en sí tenía un alcance y unos objetivos clarísimos. A partir de 1951 Carrero ocupó prácticamente la jefatura del Gobierno en el régimen. Carrero simbolizaba mejor que nadie la figura del «franquismo puro». Hombre sin escrúpulos montó concienzudamente su propio Estado dentro del Estado: creó una red de informadores dentro de los Ministerios, del Ejército, de la Falange. Su policía logró meterse en todo el aparato franquista. Así fue convirtiéndose en el elemento clave del sistema y en una pieza fundamental del juego político de la oligarquía. Por otra parte, llegó a ser insustituible por su experiencia y capacidad de maniobra y porque nadie lograba como él mantener el equilibrio interno del franquismo […].
Sin duda los terroristas quisieron dejar bien claro a las autoridades franquistas que no sólo eran capaces de asesinar a cualquiera para conseguir sus propósitos, sino que podían quebrantar la seguridad del régimen. Aseguraron que aquellas muertes eran necesarias para conseguir la democracia.
Lo curioso fue que los terroristas asesinaron a 45 personas durante la dictadura... pero casi a 800 durante la democracia...
¿Demuestra eso que ETA estubo en favor de la democracia?
Dificil de explicar.