14 abril 2008

ALICANTEVIVO EN EL DIARIO INFORMACIÓN: SI CANALEJAS LEVANTARA LA CABEZA

Hoy, en la sección "Cartas de los lectores" del Diario Información, ha salido publicado un artículo enviado por los miembros de la Asociación Cultural Alicante Vivo.

Siguiendo la tradición de los artículos anteriores sobre el Doctor Rico y el Panteón de Quijano, en esta ocasión hemos querido centrar nuestras miradas en el pésimo estado de conservación del Monumento y el Paseo de Canalejas.
De nuevo, damos las gracias a los responsables de dicho diario por la atención y amabilidad que siempre han mostrado con este equipo.
Hasta pronto


SI CANALEJAS LEVANTARA LA CABEZA

José Canalejas era un buen tipo.
Hombre asequible y dialogante, orador, escritor y jurisconsulto, fue un Presidente de Gobierno liberal y defensor de la democracia.
La mañana del 12 de noviembre de 1912, cuando Canalejas se dirigía desde su casa hasta el Ministerio de la Gobernación, un individuo le disparó dos veces en la cabeza. Una de las balas penetró por debajo del oído derecho, atravesó el bulbo raquídeo y salió por el oído izquierdo. Falleció pocos minutos después; en concreto, a las 11:35.
¿Qué nos queda en Alicante de este hombre, responsable del saneamiento, ampliación, modernización y consolidación de nuestro puerto?
La verdad es que no mucho.

Resulta lamentable darse una vuelta por todo aquello que en Alicante tiene el nombre de Canalejas.
Si comenzamos por su famoso monumento, comprobamos la desidia supina de este ayuntamiento y de todas las corporaciones que le han precedido. Mientras gastan dinero público en Cañones de Navarone, Torsos de Agamenón y bodrios como el Monumento al Soldado de Reemplazo, mantienen otros monumentos mucho más importantes en un estado deplorable.
Si observamos la obra de Vicente Bañuls, veremos la mugre y el óxido que chorrea por todo el monumento. La estatua del político tiene piezas dobladas, los relieves de mármol presentan desconchones y brotan plantas entre sus juntas. Vemos además restos de una instalación eléctrica obsoleta con cables al aire y arbustos que ocultan ese escudo medio monárquico medio republicano.
Pero la vergüenza se hace escandalosa cuando entramos al Paseo. Dos perros mutilados nos reciben. Observamos también un doblado y resquebrajado monumento a Carlos Arniches, tan escondido que casi nadie sabe que está allí, y una destrozada fuente (casi idéntica a la del Palacio del Marqués de Dos Aguas de Valencia) de la que brota un vergonzoso hilo de agua. El colmo de los colmos se produce al ver los dos leones donados por la familia Prytz, que han perdido los rabos (con perdón) a patadas. Al final, vemos la horrible y vulgar “Fuente Inclinada de Pisa”, a la que no se suben ni las palomas porque se caen como el agua que mana de ella: de lado.
¿Hasta cuando va a permitir este ayuntamiento los botellones de fiestas en el paseo con más estatuas de la ciudad?
¿No se dan cuenta que cada año se mutila una estatua distinta?
A este paso, pronto veremos la estatua de Canalejas tumbada en un banco.
Hay zonas en nuestra ciudad más adecuadas para hacer los macrobotellones. Mientras se destroza nuestro patrimonio, todos o casi todos miramos hacia otro lado.
Y los que mandan, los primeros.

Para aquellos que nacimos en la década de los 70 y 80, recordamos el Paseo de Canalejas con un cariño muy especial: allí nos llevaban nuestros padres los domingos por la mañana, cargados de pipas, cucuruchos de chufas y tebeos. Allí jugábamos distraídos en los autos de choque, en los arcaicos toboganes, con el mapa en relieve de la Península Ibérica (con agua) o con las ramas de los centenarios ficus.
Posiblemente allí nos cruzamos usted y yo, amigo lector, entre carcajadas, mocos invernales y alegrías. Allí vivimos nuestra infancia alejados de la triste realidad por la que se levantó el Monumento y el Paseo: en recuerdo de un político asesinado por defener la libertad y la democracia.
Sin embargo, hoy en día la realidad es mucho más triste.
No llevamos a nuestros hijos al Paseo de Canalejas por miedo a las jeringas, botellas de cristal y suciedad. Es triste… pero la realidad es que nos asustan hasta las personas que desgraciadamente duermen en sus bancos.
Está en las manos de nuestros gobernantes cuidar, adecentar y potenciar los lugares que han hecho grande y hermosa nuestra ciudad.
Y no lo hacen por desidia.
Que pena... ¿verdad?
Una pena que no se merecen ni Canalejas ni nuestros locos bajitos.

JUAN JOSÉ AMORES y ALFREDO CAMPELLO
MIEMBROS DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL ALICANTE VIVO

 
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