13 mayo 2008

EL CABO DE LA HUERTA, DE NOCHE

El Cabo de las Huertas es el accidente geográfico que introduce el suelo del municipio de Alicante en el Mediterráneo, delimitando la Bahía de Alicante por el norte, mientras que al sur lo hace el Cabo de Santa Pola. Paraje de gran belleza y espléndidas vistas, presenta pequeñas calas rocosas con mínimas playas arenosas, rodeadas de un cinturón de construcciones que parecen acechar sus últimos y codiciados rincones vírgenes.
Formado principalmente por arenas del Mioceno Superior, que se remonta a entre 11 y 8 millones de años atrás, se añaden los restos de dunas fósiles ricas en fósiles y de formación más recientes, de hace “sólo” 100.000 años.
En su extremo, el faro destaca en el paisaje, aupado a poco más de 20 metros sobre el nivel del mar. Entró en funcionamiento en 1856 con posteriores remodelaciones y cambios. Por la noche, ilumina con su destello e informa a los navegantes de su situación.
Es en esas horas del día, cuando el faro comienza su tarea, es cuando se hicieron las siguientes fotografías.

El atardecer comienza a teñir el cielo de colores. El faro, un día más, comienza su nocturna tarea.

El atardecer llega a la ciudad. Desde el Cabo de las Huertas, ya cerca de la Playa de la Almadraba, el cielo parece arder sobre Alicante.

Hito y centro de la ciudad, el Benacantil se alza directamente desde el mar. En su cima, el Castillo de Santa Bárbara se ilumina y destaca sobre el ocaso.

El cielo tormentoso y la mala mar dan un color extraño al paisaje desde la Playa de San Juan.
Las rocas y el oleaje crean un aspecto vaporoso en las condiciones de luz escasa.
Las construcciones de la Playa de San Juan contaminan lumínicamente el cielo nocturno, mientras que las rocas más cercanas reciben varios fogonazos de mi flash.

El faro ilumina y señaliza la Bahía de Alicante por el norte. A sus pies, las olas rompen contra las rocas.
Solitario y silencioso, el faro se alza rodeado de hormigón y ruido. Su luz, con una cadencia determinada, avisa a navegantes.

Los trazos de las luces de la estrellas aparecen por el movimiento de la Tierra en una fotografía de algo más de dos minutos de exposición. El resto del paisaje, al pie del faro, se vuelve visible a base de sumar la mínima luminosidad ambiental.
Elías Gomis
Naturalicante


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