08 febrero 2008

ALICANTE AMURALLADO EN 1858

Todos sabemos que la ciudad de Alicante, plaza fuerte defensiva de España y uno de los puertos comerciales más importantes, estuvo amurallada hasta bien entrado el siglo XIX.
Numerosos escritos, grabados y documentos atestiguan que potentes e intimidatorias murallas rodeaban nuestra ciudad.
Lo que en otros tiempos era algo necesario (un recinto fortificado para defender de posibles ataques enemigos una de las principales urbes del reino), en la década de 1850 no era más que un serio problema.
El peligro de las guerras había pasado de largo hacía ya varios años.... y aquellas apocalípticas murallas tan sólo atenazaban el crecimiento urbano de una gran ciudad, infectando sus calles de pobreza y suciedad.
Aquí vemos uno de esos grabados en los que se representan las murallas.

En esta imagen podemos ver la Puerta del Mar, el acceso por el que pasaban todas las mercancías y viajeros que llegaban o partían desde el puerto alicantino. En ella se cobraban los impuestos sobre las mercancías, y se controlaba a quién entraba en la ciudad. Estaba colocada directamente en el inicio del dique de levante, cerca de donde hoy encontramos la fuente en la plaza que heredó su nombre. Como vemos, el dique de levante, iniciado en tiempos inmemoriales para el comercio de las mercancías directamente frente a la ciudad, tenía una actividad diaria frenética, con unos primitivos tinglados donde se acopiaban las mercancías, los toneles de vino, los canastos y todo cuanto había que cargar o descargar de las embarcaciones. Se trató del puerto más importante del Mediterráneo español, y con la llegada del tren, esta categoría se multiplicó, puesto que por aquí se daba salida a los productos de La Mancha y el centro de España hacia el mar, y se recibían las importaciones que llegaban a nuestro puerto.


Cuando la Reina Isabel II vino a nuestra ciudad para inaugurar la línea férrea entre Madrid y Alicante en 1858, el ayuntamiento aprovechó la visita para pedirle a Su Majestad el derribo de sus murallas.
Así ocurrió.... y (siguiendo los ritmos de la época) en apenas dos décadas, lo que antaño habían sido grandes paredes de piedra, dio paso a la apertura de calles para que los campos que bordeaban la ciudad se convirtieran en una bonita y próspera ciudad.
Sin embargo, el tiempo pasó.
La historia olvidó, poco a poco, aquellas murallas, hasta el punto de convertirse en un mero recuerdo en boca de ancianos e historiadores.
Hasta hoy....
Punto donde fue tomada la fotografía por Jean Laurent en 1858

Gracias a la publicación (de apenas 1.500 ejemplares) por parte del Ayuntamiento de Alicante de un libro titulado "Mercados de Alicante: mil años de historia", hemos sido testigos de una de las noticias más grandes y espectaculares de la historia de nuestra ciudad.
Por lo visto, el fotógrafo personal de la Reina Isabel II, Jean Laurent, tuvo la oportunidad de hacer una fotografía panorámica de parte del recinto de nuestra ciudad, antes de ser demolida la muralla.
Es una instantánea impresionante: clara, nítida y cargada de detalles.
Además, tiene el privilegio de ser no sólo la primera... sino la única conocida.
Por ello, Alicante Vivo se enorgullece de poder mostrar a todos los alicantinos aquello que Jean Laurent pudo ver con sus propios ojos.
Se enorgullece de poder sentir con todos vosotros lo mismo que sintió él.
Y, por supuesto, se enorgullece de poder abandonar por unos instantes aquellos maravillosos grabados y disfrutar de una imágen para el recuerdo.

El Benacantil:
Como vemos en esta comparativa, aunque nuestro "skyline" ha crecido en altura, (a veces de un modo trágico), ni las grúas más altas pueden competir con el Castillo de Santa Bárbara. Ha pasado mucho desde que Alicante fuera plaza fuerte, y una vez derribadas las murallas, los ilustrados comenzaron a traer las ideas de la ciudad moderna en la que debería convertirse Alicante. Los nuevos criterios higiénico-sanitarios especificaban la importancia del aire limpio que propiciaban los árboles. Por ello, se recurrió al escalonamiento con muretes para crear bancales de retención, y a la reforestación de las laderas del Benacantil, cuyos árboles antaño fueron talados para evitar que los invasores se emboscaran entre los árboles en algún ataque. Esto causó graves conflictos, puesto que la ladera dejó de estar fijada, y cada vez que las lluvias torrenciales nos visitaban, arrastraban con ellas grandes cantidades de agua, barro y rocas que amenazaban peligrosamente a las viviendas de Santa Cruz, San Roque y el Raval Roig. Como vemos en las fotos, se abrió una apertura a través de la muralla junto al Polvorín de la Ereta para permitir el paso a la población hacia la huerta y la zona del Plà sin tener que dar un enorme rodeo.
También es destacable que hoy, el repetidor instalado lamentablemente sobre el macho del castillo, es el heredero de los mástiles que coronaron la fortaleza.

La muralla al Postiguet:
Afortunadamente, todavía conservamos espléndidos lienzos de la muralla en un magnífico estado y apenas alterados. Como vemos en esta comparativa, la muralla que desciende hacia el Raval Roig tiene la misma morfología, y quizá muchos no sepan, que sobre ella se ha escrito alguna que otra leyenda...

La muralla litoral:
Este fragmento de la fotografía corresponde al lienzo litoral de la muralla, entre la Iglesia de Santa María y, aproximadamente, la actual puerta a los ascensores del Castillo. Podemos comprobar cómo no existía la plaza del Paseíto de Ramiro, sino una pequeña explanación, y junto a ésta se levantaban una serie de edificaciones muy apretadas con estrechísimos callejones. Esto se debía a que toda la ciudad crecía sobre sí misma, a partir de un trazado de calles árabe, y al ir aumentando la población pero no así la ciudad, tuvo que crecer en altura, llegando a crear condiciones de habitabilidad muy insalubres en viviendas masificadas. Como vemos, las olas rompían a escasos metros de Santa María, y a los pies de la muralla, aparecía un pequeño arenal precursor de nuestro actual Postiguet, pero ubicado mucho más retranqueado de la línea de costa hoy existente (sobre la avenida de Conde de Vallellano). Aquí varaban sus barcas y depositaban sus instrumentos los pescadores alicantinos. Es de destacar también una especie de puerta de acceso en la cabecera de la muralla que asciende hacia el castillo, a partir de la cual aparecería, siguiendo la línea de costa, el Raval Roig. Junto a esta puerta, nacía una fortificación que se adentraba en el agua, y sobre la que se ubicaba un torreón defensivo, situado al final de la primitiva playa.
La muralla que vemos en esta imagen no se destruyó por completo, sino que se desmochó hasta media altura. El resto, se rellenó con tierras hasta sepultarse bajo el antiguo paseíto elevado, permaneciendo en la actualidad también bajo los cimientos de la biblioteca. Es muy característica la línea del remate superior de este lienzo de muralla, que hoy podemos comprobar exacatamente igual en el tramo visible descubierto en el Paseíto de Ramiro. Sirva como anécdota que se puede reconocer el reloj de sol de la Iglesia de Santa María, recayente a la muralla, que todavía existe.

La Puerta del Mar:
Bautizada como Puerta de Nuestra Señora de Monserrate, ésta era la puerta de acceso al dique de Levante del puerto. Los viajeros que llegaban a la ciudad y la veían por primera vez, eran recibidos por una ciudad abigarrada y atrincherada entre murallas, con un castillo imponente, las dos torres del Ayuntamiento asomando sobre el tapial, la gran cúpula de San Nicolás y las torres de Santa María. Esta muralla estaba flanqueada hacia el sur por el Baluarte de San Carlos, y su única apertura aparente era aquella enorme oquedad en la muralla por la que todos deberían pasar. Al acceder, nos recibía una ciudad bien diferente a la actual, llegando directamente a una enorme Plaza del Mar, que tenía continuidad con la Plaza del Ayuntamiento actual (no existía la Casa Carbonell ni los juzgados, así que el edificio de los alicantinos miraba directamente al mar). Justo al lado, el edificio que hemos conocido como Hotel Palas y en el futuro será la sede de la Cámara de Comercio, era entonces el inicial Palacio de los Condes de Soto Ameno. Una larga historia de sucesivas transformaciones nos cuenta la apertura de nuevas ventanas (inicialmente tenía ocho) rompiendo su ritmo de fachada para habilitarlo como el Hotel du Vapeur. Trágicamente, en este edificio se derruyó recientemente todo su interior con el pretexto de la rehabilitación, llevándose por delante un elemento protegido como era su escalera imperial. En sus cimientos se han encontrado restos arqueológicos del inicio del malecón que protegía de las olas al dique de levante, así como restos que indican la actividad portuaria previa al edificio.
La cubierta a dos aguas de una nave del puerto en primer plano, nos da una pista de la ubicación aproximada de Jean Laurent a la hora de tomar la fotografía.
La puerta del mar tuvo distintas configuraciones desde el inicio del asentamiento amurallado de Alicante. Conforme avanzaron los instrumentos de guerra, y la ciudad fue recibiendo bombardeos, las murallas fueron remodelándose en distintas etapas. Esta puerta estuvo anteriormente flanqueada por grandes torreones defensivos. Junto a la puerta vemos el Torreón de San Sebastián, y en esta misma imagen podemos distinguir el Palacio Gravina (actual MUBAG), la casa de la Asegurada y un edificio que, con toda seguridad, se corresponde con el conocido como Palacio del Marqués del Bosch.
La caseta que aparece en primer plano tapa "el Postiguet", la puerta (postigo) abierta en la muralla que permitía el acceso directo al mar y que dio nombre a la playa. Los bañistas que acudían allí en verano eran avisados desde lo alto de las murallas cuando se iban a cerrar las puertas de la ciudad para que volvieran a su interior.

La fachada marítima:
Podemos ver cómo la muralla se apoyaba al pie del agua, defendiéndose de las olas por un dique de rocas. Vemos cómo la fachada marítima estaba presidida por aquél fantástico edificio barroco, orgullo de todos los alicantinos: el Ayuntamiento. Aquí vemos, además, cómo algunos de sus balcones estaban engalanados, quizá para alguna ocasión festiva con motivo de la llegada de la Reina Isabel II. Frente al Ayuntamiento, donde hoy se ubica la Casa Carbonell, estaban los mercados municipales, dos edificaciones gemelas de baja altura que durante muchos años fueron nuestro zoco de abastos, pero cuyas instalaciones quedaron obsoletas y tenían condiciones muy insalubres para la venta de alimentos. Debido al olor y a la suciedad que generaban, se decidió demolerlos a la espera de la construcción del que sería el actual Mercado Central de Alicante. A la izquierda podemos ver la imponente cúpula de la Concatedral de San Nicolás, antes de que fuera ocultada tristemente por los edificios que surgieron en el Paseo de los Mártires (que posteriormente se conocería como la Explanada), ganado al mar a partir de la explanación de los escombros de la muralla litoral derribada. Junto a la concatedral, a su derecha, podemos ver una construcción desconocida, con forma de torre, que no hemos podido identificar. Detrás del consistorio, podemos reconocer el tejado del Convento de las Monjas de la Sangre, así como la Lonja de los Caballeros (maravilloso edificio gótico medieval, gravemente afectado por los sucesivos bombardeos, y derribado en 1862). Al fondo, trepando la ladera del Benacantil, podemos distinguir una torre, que pertenece a la Ermita de San Roque, existente todavía, pero reconstruida.
Probablemente, estemos contemplando una de las primeras fotografías de un alicantino, sentado al borde del dique, seguramente pescando o contemplando el mar.


La fotografía completa:
Aunque parezca una contradicción, sirva por una vez que para poder ver al completo una fotografía, tengamos que cerrar los ojos, con el objetivo de visualizar todo cuanto hemos descubierto, y soñar que viajamos 150 años atrás en el tiempo, para imaginar una ciudad a intramuros, pendiente de la llegada de la revolución industrial, con calles casi medievales, y una necesidad urgente de modernización. Soñemos con ser Jean Laurent, un fotógrafo que había visto muchísimo mundo, y que un día, llegó a una coqueta ciudad mediterránea. Cuando para disparar una fotografía había que meditar previamente el punto de vista, el encuadre, la exposición, el mensaje a transmitir... algo tuvo que ver el fotógrafo para decidir este punto de vista, y no otro, para retratarlo para la eternidad. Lo que vieron sus ojos quedó inmortalizado para siempre en una placa fotográfica, y sin saberlo, sería publicado más de siglo y medio después, en internet, para que todos pudiéramos redescubrirlo. Algo vería en aquella fachada marítima, que hoy sigue siendo objetivo principal de cámaras de fotos, postales... y sin duda, es la imagen principal de Alicante. El diálogo del Castillo con el mar, y la ciudad haciendo de bisagra, reflejándose en el agua, todo bajo el cielo azul alicantino... emociona a cualquiera, estemos en el siglo que estemos. Disfrutadlo, y emocionáos:

La fotografía completa, filtrada para su mejor visualización. Pulsad sobre ella para viajar 150 años atrás y disfrutarla a pantalla completa.

EL EQUIPO DE ALICANTE VIVO

 
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