17 marzo 2024

EL CASTILLO EN LAS FIESTAS DE MOROS Y CRISTIANOS DE SAN BLAS

En nuestra ciudad se llevaron a cabo Fiestas de Moros y Cristianos desde 1599 hasta 1789. Se celebraron con motivos relacionados con la monarquía como bodas, subidas al trono o nacimientos de príncipes y otros acontecimientos de importancia.

En 1697 se celebran fiestas por la firma de la paz con Holanda, que ponía fin a esa guerra en Europa. En una relación de gastos que presenta el carpintero Tomás Díaz, indica que se le debe dinero por “armar el Castillo de Moros”.

En 1698 hay fiestas por la elección de un alicantino, como Gran Maestre de la Orden de San Juan de Malta, Ramón Perellós y Rocafull. En las mismas, el día 7 de Julio,” en la Plaza del Mar se imitó una Conquista de una fortaleza española al estilo Militar antiguo de entre “Christianos y Moros” quando esta Monarquía luchava por sacudir el iugo Mahometano; erigióse en el medio de la Plaça un Castillo de madera”.

Con motivo de la boda del rey Felipe V e Isabel de Farnesio se celebraron del 20 al 23 de Enero de 1715 fiestas de Moros y Cristianos . En el bando se indica el gasto de “142 libras, 18 sueldos y 2 dineros por los jornales de la gente que se ocupó de hazer y deshazer el Castillo para los fuegos artificiales en la plaza de Ramiro “y “treinta y una libras, diez y siete sueldos y once dineros por los jornales de la gente que trabajo en hazer y deshazer los dos Castillos en la Plaza del Mar; el uno para dichos fuegos y el otro para los Moros y Christianos.

Dentro de las fiestas que se celebraron en Alicante en 1724, con motivo de la proclamación de Luis I como rey de España hay un simulacro de Moros y Cristianos. En la Crónica de la ciudad de Juan Bautista Maltés y Lorenzo López, se habla “del Castillo que en la Plaza del Mar se había construido, con todas las apariencias de fortaleza”.

La celebración en 1732 con motivo de la conquista de Oran lleva consigo un simulacro de Moros y Cristianos. El carpintero Esteban Ballester relaciona su trabajo realizado, indicando “por los jornales que e pagado para aser el castillo de moros y cristianos importan 6 libras y 2 sueldos; por soga y clavos 1 libra, madera que sea troseado en dicho castillo 2 libras, de portes para bolver la madera 2 sueldos”.

En 1759 del 8 al 10 de Octubre por la subida de un nuevo rey al trono en este caso Carlos III, hay fiestas donde las crónicas dicen que “se entablan unos parlamentos orales entre el Moro y el Cristiano que al ser rechazados hace que los Moros tomen el Castillo de Madera el simulacro siguió “hasta llegar ultimamente a las armas blancas, con lo que termino la Batalla a las onze horas, que ganaron los moros y el Castillo que se había formado frente a la casa de Anzaldo, sobre el qual enarbolaron sus banderas”

Es pues el Castillo un elemento imprescindible y central para las fiestas de Moros y Cristianos. Todo gira a su alrededor, las entradas, los desfiles, las embajadas y los alardos.

Dibujo del castillo (1950) Archivo Municipal (AMA)

Castillo de 1951. Diseño de Ramón Marco y
montaje de José Pascual "El Fusteret"

En el barrio de San Blas a principios de los años cuarenta del siglo XX un grupo de festeros comienzan la andadura en la fiesta de Moros y Cristianos que perdura hasta nuestros días. Algunos de aquellos pioneros fueron entre otros, Antonio Asensi Aznar “Tonico” 1909 (fabricante harina), calle Enriqueta Ortega, 41; Antonio Barrera;  Miguel Espí Mataix ”el Chorizo” nacido en 1917 (metalúrgico) C/ San Juan Bautista, 15; Pepito Pascual “el Fusteret”; Salvador Mazón García “el Tramusero” nacido en 1907 (chófer) C/ Santa Leonor, 7; Juan Hernández “el Zafra”;  Vicente Olcina;  Martin Trenco Galindo (carbonero) nacido en Orihuela en 1911; José Espí Blasco (metalúrgico) nacido en Alcoy en 1885 C/ Juan Ortega, 35; José Escaples y Francisco Cortés “el Carnisser”.

A este último en el llibret de la Foguera de San Blas de 1954 y en un artículo que hace mención de los comercios del barrio le dedica el siguiente comentario satírico:

“Francisco es el que ven carn, cabrit, embutit, ternera, te magre, gallina y gall y al alcance de cualquiera. Marita la carnicera també y en molta alegría vos despachará en seguía, siga gallina, ternera o magre fresquet del día”.

En 1945 el censo del barrio era de 2250 personas. En 1946 se monta por primera vez un castillo de papel pintado en la ventana de Francisco Cortes “El Carnisser” en la calle Pintor Gisbert, 18 en la esquina de enfrente del bar de El Pelut”.

La primera documentación que hemos encontrado sobre la instalación del Castillo de Fiestas data de 1950. Leoncio Calderón Presidente de la Comparsa de Moros y Cristianos de San Blas solicita instalar un castillo para la celebración de “Moros y Cristianos” con su correspondiente Alardo y Embajada. Se instala en la calle Alcalá con unas dimensiones de seis metros de altura, cuatro metros de largo y cinco de ancho.

En 1951 en la petición del Presidente Luis Soler se indica que la ubicación del Castillo sería en la calle de Pintor  Gisbert con unas dimensiones de cinco metros de altura, tres de largo por cuatro cincuenta de ancho. El diseño fue de Ramón Marco y la dirección del montaje de José Pascual Pérez .

En la petición de 1952 firmada por el Presidente Francisco Serna para instalar el castillo en la calle de Pintor Gisbert se indica que “no interrumpirá el tránsito rodado”.

Durante algunos años el Castillo se instaló en el cruce de Pintor Gisbert con San Juan Bautista y Carlota Pasarón.

En los años cincuenta y sesenta en el llibret de la Foguera de San Blas y dentro de una amplia programación siempre figuraban las Embajadas Mora y Cristiana.

A principios de los años sesenta la ubicación cambió y el Castillo comenzó a plantarse en la Plaza del General Mancha hasta 1974.

A partir de 1975 se trasladó a la Avda. Condes de Soto Ameno, donde sigue estando ubicado. Una de las razones que motivaron el traslado, fue el que la hoguera de José María Py tenía la intención de plantar allí su monumento.

Año 1969. El castillo en General Mancha


En 1979 se plantan dos Castillos fruto de las peticiones de las dos Asociaciones que en ese momento existían. Por un lado la Comparsa de Moros y Cristianos con fecha 2 de Mayo lo instaló en la Avda. de los Condes Soto Ameno, al final de la calle (frente a la Iglesia) Es el primer año que se cambian las fechas de la fiesta celebrando las Embajadas en el Castillo de Soto Ameno los días 10 y 11 de Junio.

La Asociación Cultural Festera La Kabila por medio de su Presidente José Córcoles Molines con fecha 20 de Marzo de 1979 presenta un escrito en el Ayuntamiento en el que expone “que el Castillo que monta su sociedad que se ubica en la Avda. Del Conde de Soto Ameno por sus dimensiones ocupa la mitad de la calzada originando problemas de tráfico. Por lo que solicita su instalación en la Avda. de Conde de Soto Ameno, esquina a Santa Felicitas en el solar propiedad del Ayuntamiento (actual Colegio Público Ramón Llul).”


En otro escrito de fecha 1 de Junio la Kabila vuelve a solicitar la ubicación de su Castillo esta vez en Santa Felicitas o en Pintor Gisbert Al final la Kabila plantó su Castillo en Santa Felicitas que les fue prestado por los Moros y Cristianos de San Vicente.

Ese año la Kabila desfila por el barrio el día 22 de Junio y el 23 se realiza la Embajada Mora y la Embajada Cristiana con toma del Castillo sito en Santa Felicitas el día 24. Según J.M. Espinosa las em- bajadas no les dieron mucho tiempo de estudiarlas y las hicieron con pergaminos.

Juan Asensi (1949) es un veterano fester que comenzó su andadura en la fiesta en 1972 cuando se fundó la Asociación Cultural Festera La Kabila. Durante 25 años fue Directivo, Secretario, Vicepresidente y Presidente de la Junta Central. Es una de las memorias vivas y hemos recogido de la entrevista, que con el mantuvimos, muchos aspectos de la fiesta que reflejamos para este trabajo.

El Castillo se guardaba en el local de las Comparsas en su patio, donde se había habilitado una nave a tal efecto.

El castillo en 1989. Se observa la escalera interior

Fue problemático plantar en 1975 porque la base estaba calculada para colocarla desde el suelo y en la nueva ubicación había que hacer algo para levantar el Castillo porque iba encima de la glorieta.

El Castillo en 1985 tuvo que cambiarse por el deterioro progresivo que venía sufriendo. Tenía unos torreones de chapa y un aglomerado que de tanto montar y desmontar o por efectos de la lluvia se iba deshaciendo. Era un peligro por la cantidad de gente que participaba en la Embajada.

La estructura metálica ha sido siempre la misma ya que sus vigas aguantan mucho peso. Se decidió cambiar el aglomerado por madera maciza de tres centímetros de grosor.

Durante los seis primeros meses de 1985 seis personas y durante todos los fines de semana estuvieron trabajando para tener dispuesto el nuevo Castillo.

El lugar donde se construyó el nuevo Castillo fue un caserón de la finca Rabasa enfrente de lo que hoy es el Colegio Maristas. Allí Gaona lo tenía como taller de herrería y además su hijo vivía en el mismo donde reparaba coches.

En el patio se montó la estructura metálica que se iba a seguir usando. Quien dirigía los trabajos era Pepe Mira ebanista, él era quien marcaba y taladraba para colocar unos tornillos espe ciales por lo largos que eran, mientras que nosotros le ayudábamos.

Se hizo un plano y se numeraron los tableros. Los torreones de chapa también se conservaron del anterior Castillo. Se le pusieron herrajes para darle más sensación de puerta. Los tiradores se hicieron en una fundición en Alcoy.

También se habilitó una llave grande que es la que se utiliza en la actualidad.



Se pintó de color arena que a mí no me gustaba mucho, era horrible. Cuando estuvo acabado se llevó al almacén de la sede.

Gaona dirigía los trabajos de monta je y posteriormente fue su hijo el encargado de la tarea. El montaje duraba dos días y se hacía por la noche cuando se salía de trabajar.

Se paraba a cenar y nos cuenta Asensi, que siempre tenían al lado los botijos de paloma y Cantabria. Era un buen am biente como preludio de la fiesta.

Un año montando una de las vigas metálica, la más grande le cayó a Pepe Planelles y le rompió la clavícula y tuvo que ser ingresado perdiéndose todas las fiestas. Entonces vimos que no era posi ble que un festero que está todo el año trabajando y pagando su cuota, perdiera su participación en la fiesta por un accidente de este tipo. Por eso desde 1989 se buscó una empresa que se hiciera cargo del monta je y desmontaje. Guardando también el mismo en sus almacenes

Como anécdota un año estábamos desmontando y se metió fumando un compañero en el torreón. Alguien posiblemente sin experiencia y muy atrevido, había tirado la pólvora que le había sobrado por esa zona lo que hizo que se quemara, Le tuvimos que quitar la ropa ardiendo a tirones y tuvo mucha suerte de sufrir solo quemaduras leves.

Juan Manuel Espinosa (1949) festero con cuarenta y seis años de participación en la Fiesta, también nos ha aportado información de primera mano para poder realizar este trabajo. Desde 1981 Embajador Moro cuando sustituyó a Manuel Egea por edad. Con la excepción de 1985 ya que fue Alférez Cristiano y tuvieron que sustituirlo. En 1988 y 1989 fue Embajador Cristiano en las fiestas de Moros y Cristianos de la ciudad.

En la actualidad está trabajando en la escuela de embajadores infantiles de 9 a 13 años y está muy ilusionado con esta tarea.

Para el todos los cargos cada año tienen la lógica ilusión de subir al Castillo.

Con la puerta majestuosa de madera con las caras de Moros y Cristianos de bronce que cuelgan de las aldabas.

En ocasiones hay cierta desilusión al ver el esqueleto por dentro. Últimamente se adorna mejor con pendones y se suelen hacer algunos pregones.

Para él es inenarrable el ver desde arriba a todos los festeros y festeras como se acercan a los actos que se realizan en ese entorno.

Es seguro el armazón con sus viguetas de hierro y la madera. Es fuerte y robusto. La escalera tiene mucha pendiente. Los escalones son un poco altos lo que dificulta en ocasiones la subida a aquellos/as cuyos trajes o capas son muy amplios y largos.

Yo mismo sufrí un accidente el año pasado con una rotura fibrilar que no me impidió ejercer mi cargo de embajador Moro.

***

Por ultimo quería agradecer a las siguientes personas y entidades que han colaborado conmigo en este trabajo, que pretende aportar un poco de historia, sobre algo tan importante para todas las fiestas de Moros y Cristianos como es su Castillo:

Javier Mojica quien está realizando un gran trabajo de recopilación de la memoria gráfica de las fiestas.

Juan Asensi Jover

Luis Amat Vidal

Balta González

José Manuel Espinosa

Archivo Municipal de Alicante

Moros y Cristianos de San Blas


ÓSCAR LLOPIS BARRAGÁN

Publicado en el programa de fiestas de MyC de San Blas, 2023


BIBLIOGRAFÍA:

Apuntes para una futura Historia de Moros y Cristianos del Barrio de San Blas .Revista de Fiestas 1976 Vicente Mojica

Revista de Fiestas Bodas de plata de las Comparsas de Moros y Cristianos de San Blas -

Revista de Fiestas 1967 José Pascual Pérez El Fusteret 70 años 1943-2013 Moros y Cristianos San Blas Revista Fiestas

La fiesta de Moros y Cristianos orígenes siglos XIII-XVIII 1996 Miguel Ángel González Hernández

Llibrets Foguera San Blas 1945-1980

Llibrets Foguera José María Py 1974-1980

Crónica Juan Bautista Maltes y Lorenzo López 1881


Hemeroteca :

Diario La Verdad 1963-1985

Diario Información 1943-1980

Hoja del Lunes 1965-1980


15 marzo 2024

EL COMBATE AÉREO DEL 4 DE JULIO DE 1938 EN ALICANTE


Durante la Guerra Civil española la ciudad de Alicante sufrió numerosos y sangrientos bombardeos. Para intentar protegerse de ellos contó con un importante número de refugios, además de artillería antiaérea. En ocasiones también con cazas que desde el aeródromo de Rabasa intentaron proteger el puerto y la ciudad, pero la falta de aviones y la necesidad de estos en el frente hicieron que estos jugaran un papel muy discreto. Sin embargo, el 4 de julio de 1938 no fue así, y en los cielos de la bahía de Alicante se produjo un combate que evitó el bombardeo de su puerto, como leeremos.

La mañana del 4 de julio de 1938 dos petroleros iban a descargar combustible en Alicante. La ciudad estaba sufriendo los sangrientos bombardeos de la aviación fascista con el objetivo de sembrar el terror para desmoralizar a la población civil, y destruir las instalaciones estratégicas de la ciudad, en especial de su puerto. Estas operaciones en la retaguardia eran muy importantes para mantener la logística republicana, y a su vez, eran un objetivo primordial para el ejército sublevado, que era informado de ellas por la quinta columna. Consciente de ello, y ante la importancia que tenía esa descarga, el alto mando republicano decidió trasladar a una patrulla aérea desde el aeródromo de Liria al de Rabasa para protegerlo. Concretamente tres Polikarpov I-16, pertenecientes a la 3.ª Escuadrilla de Moscas, así llamados popularmente, a cuyos mandos estaban los jóvenes pilotos madrileños Andrés Fierro Menu y Vicente Yuste Gorbatón, junto al valenciano, nacido en Méjico, Francisco Tarazona Torán, sargento al mando de esa patrulla. No era la primera vez que este último había estado en Alicante, ciudad que le encantaba, ya que un mes antes, el 15 de junio, había estuvo en Rabasa recepcionando un Polikarpov I-16 salido del Servicio Aéreo de Fabricación, SAF-15, de Alicante, siguiendo órdenes de su superior, el as de la aviación republicana, José María Bravo que estaba al frente de la 3.ª Escuadrilla de Moscas y cuyos aparatos llevaban pintados sobre su fuselaje la pieza de dominó del seis doble como seña identificativa.

 
Francisco Tarazona (iz.) y Andrés Fierro en 1945 
sirviendo a la aviación soviética (dcha.)

Por esa razón esa mañana los tres “moscas” alzaron el vuelo desde el aeródromo de Rabasa, y comenzaron a patrullar el espacio aéreo a 6.000 metros mientras en el puerto se efectuaba el traspaso del crudo a las instalaciones portuarias. Desde sus aviones miraban constantemente el cielo, era un día luminoso, para divisar cualquier aparato enemigo que pudiera aparecer. Deslumbrado, Tarazona tapaba con un dedo el Sol para descubrir si algún avión pretendía acercarse aprovechando el deslumbre de este, cuando por la parte izquierda del resplandor vio unos pequeños puntos que se acercaban. Eran seis bombarderos trimotores Savoia Marchetti SM.79 pertenecientes a la Aviación Legionaria Italiana que volaban desde su base de las islas Baleares a Alicante para bombardear su puerto. Tras avisar a sus compañeros los tres moscas se elevaron a 7.000 metros, los Saboyas venían a la considerable altitud de 5.000, se adentraron en el mar para sorprenderles y se acercaron a ellos por su lateral. Asombrados los bombarderos italianos se pusieron nerviosos, pues su vuelo comenzó a ser inestable. Los tres cazas se lanzaron a atacarles de costado. Ante esto los Savoia cerraron la formación y aceleraron para intentar llegar al puerto lo antes posible, pero los “moscas” se metieron dentro de su formación disparándoles, mientras los bombarderos les abrían fuego de cañón desde sus torres. El Polikarpov de Andrés Fierro comenzó a tener problemas en el motor, por lo que tuvo que abandonar la lucha y aterrizar en Rabasa, algo que, en el fragor del combate, no fueron conscientes sus dos compañeros. Pese a que algunos cañonazos impactaron sin consecuencias en el aeroplano de de Tarazona, los bombarderos rompieron sus formación, y tres de ellos viraron apresuradamente antes de llegar a puerto lanzando sus bombas al mar y haciendo un picado tremendo para escapar de los cazas, que se olvidan de ellos y fueron a por los restantes que seguían su rumbo hacía la ciudad. Tarazona y Fierro se ensañaron ametrallando al Savoia jefe de la escuadrilla que empezó a arder “comenzando a girar sobre su plano derecho en una barrena plana”. Ante esto Fierro le siguió, ametrallándole continuamente por si fuera una artimaña, mientras Tarazona se lanzaba contra otro bombardero que estaba en su línea de vuelo y comenzó a dispararle, pero sorprendentemente este no le contestó. Ante esto el aviador republicano siguió al Savoia cuyo motor derecho no le funcionaba, muy probablemente esperando poder capturarlo si este hacía un aterrizaje de emergencia, lo que hubiese supuesto todo un triunfo, ya que la aeronave pasaría a las filas republicanas. Pero no fue así, el bombardero continuó su rumbo en un extraño vuelo mientras Tarazona le seguía un considerable tiempo hasta que llegó cerca del aeródromo del Carmoli, en el término de Cartagena, y el Savoia con su motor parado se adentraba en el mar perdiendo altura poco a poco. El republicano dio la vuelta, por miedo a que le escaseara el combustible y la munición, y regresó a Rabasa, llegando a la conclusión de que aquel bombardero se había convertido en un avión fantasma con todos sus tripulantes muertos que descendería de altura lentamente hasta caer al mar. Con la satisfacción de haber evitado el bombardeo al puerto Tarazona llegó a Rabasa y se reunió con Yuste que se disponía a aterrizar, pero se encontraron con la sorpresa de que el aeródromo había sido bombardeado por otros seis bombarderos de la Aviación Legionaria italiana que habían entrado por el norte. Ante esto los dos “moscas” pusieron rumbo al aeródromo del Carmolí donde aterrizaron, desconociendo por qué no lo hicieron en los del Alted, Onil, Santa Pola o Monóvar, mucho más cercanos. Muy probablemente porque era más conocido para ellos, ya que en él habían hecho instrucción, y estaría más preparado logísticamente. Ya en él su superior José María Bravo se puso en contacto con ellos desde Rabasa ordenándoles que regresaran, pues la pista no se había visto afectada por el bombardeo. Tras media hora de vuelo aterrizaron en el aeródromo alicantino donde se encontraron con su compañero de patrulla Andrés Fierro, que había aterrizado por sus problemas técnicos, y con la 3. ª Escuadrilla de Moscas, con Bravo a la cabeza, que se habían trasladados del aeródromo de Liria al de Rabasa, con la intención de defender la zona de Alicante a Cartagena.


Francisco Tarazona junto a su mosca, 
con el seis doble pintado en su fuselaje.

Mientras, ese mismo día, el gobernador civil de la provincia enviaba el siguiente telegrama al gobierno: “A las 10:30 del día de hoy, han volado sobre el campo de Rabasa, 9 aparatos 'Savoia'; arrojando sobre el mismo 50 bombas explosivas de 100kg y 40 incendiarias de 20kg, que han causado desperfectos de escasa importancia. Afortunadamente no hay que lamentar desgracias personales”. Por su parte los sublevados escribían la siguiente información en el parte oficial de guerra de ese día: “Nuevamente ha sido bombardeado el aeródromo de Rabasa, 5 aviones italianos arrojan sobre el aeródromo un total de 60 bombas. Las bombas son arrojadas desde 5.400m. En las que se encuentran 40 bombas de 100kgs y 20 incendiarias de 20. Los bombardeos son atacados por 3 cazas que acuden en auxilio y ponen en fuga a los aviones”. Paradójicamente la actuación de los cazas solo es mencionada por el parte del ejército franquista. Como vemos la información es sesgada o incompleta, ambos solo hablan de una escuadrilla de aviones italianos. Sin embargo la DECA, el cendro de Observaciones de Valencia, comunicó que a las 10:00 dos escuadrillas de la base de Palma iban en vuelo a las 9:50 hacia la costa alicantina. Pero luego solo informaron de una de ellas, con siete aparatos, que sobrevoló el Cabo Huertas, por el norte, entre las 10:30 y las 10:40, a 4.000 metros, arrojando entre cincuenta y cien bombas de diferente peso durante tres minutos sobre el aeródromo de Rabasa, siendo amenazados por los antiaéreos. El bombardeo tuvo poca eficacia pues no causaron daños, salvo cortar las comunicaciones telefónicas con el aeródromo de Rabasa, desapareciendo los bombarderos Savoia por el este. En el informe se menciona que Salió un avión Fiat, algo que no sucedió, y tres moscas a perseguirles pero que desconocían el resultado de esta persecución. Por todo ello vemos la falta de información sobre la otra escuadrilla de Savoias que entró a la bahía por el este y el resultado de su enfrentamiento con los Polikarpov republicanos que, al ser sobre el mar, no tuvo espectadores pues estarían guareciéndose o más interesados en los otros Savoias, a los que muy probablemente la presencia de los cazas obligó a hacer el bombardeo de manera precipitada y poco efectiva. Bombarderos que carecían de protección de cazas, lo que nos hace ver la impunidad con la que efectuaban sus acciones. Por todo ello se puede considerar que la actuación de los moscas fue un éxito, consiguieron derribar dos Savoia Marchetti y evitar el bombardeo al puerto, pese a que ese día sobrevolaron la bahía y puerto de Alicante el considerable número de doce bombarderos en dos escuadrilla que entraron por dos zonas diferentes. Sin embargo, la inferioridad numérica de la aviación republicana era clamorosa y no pudieron evitar el poco efectivo bombardeo a Rabasa.


Unos Savoia Marchetti italianos en formación. 
Fuente: la Guerra Civil Española a Color.


El Polikarpov I-16, también conocido como 'mosca', conservado 
en la Fundación Duque de Orleans, pintado con el seis doble 
y con la numeración que levaba su jefe, el as de la 
aviación republicana José María Bravo.

El 7 de julio, tres días después, la escuadrilla despegó y puso rumbo al aeródromo del Carmolí en Cartagena y de allí a Camporrobles, al noroeste de Utiel, para actuar en el frente de Aragón, donde el 18 de ese mes moriría al ser derribado Vicente Yuste Gorbatón durante una misión en la zona de Sarrión. Como se ha visto, la presencia de cazas republicanos era una importante baza para la defensa de la ciudad, sin embargo, como describió el propio Francisco Tarazona en sus memorias: “La única fuerza aérea de la República tiene que ser usada en todas partes, en todos los frentes. Los únicos aviones que no van de La Ceca a La Meca son los que están destacados para la defensa de los grandes puertos. Ni Madrid, ni Alicante, ni Almería, salvo en ocasiones muy especiales, conocen de estos medios de defensa. Los cielos y mares, en los alrededores de Barcelona y Valencia, son vigilados por una patrulla de «Moscas» desecho de las escuadrillas, aviones capotados que se han reparado, y que, en los picados, se tuercen en barrenas involuntarias, tripulados por individuos ineptos. El resultado es obvio. Todo el idealismo está en las trincheras. Los civiles y la retaguardia dudan”.

Francisco Tarazona (foto coloreada)


MIGUEL ÁNGEL GUILL ORTEGA


Bibliografía:

TARAZONA TORAN, Francisco, 1974: Yo fui piloto de caza rojo. Editorial San Martin. Madrid.

ROSSER LIMIÑANA, Pablo. (coord.), 2018: Alicante en guerra: de la ciudad republicana de retaguardia y refugios, a la ciudad destrozada, derrotada y franquista. Vol I. Ayuntamiento de Alicante. Alicante.


 
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