29 octubre 2007

LAS DUNAS DE GUARDAMAR

¿Cuándo fue la última vez que visitaste el Pinar y las Dunas de Guardamar?
Seguro que fue hace mucho tiempo...

Las dunas de Guardamar, formadas por sedimentos del río Segura y el mar y que se trasladan tierra adentro gracias al viento de levante, constituyen una de las principales señas de identidad de los parajes del término municipal.
La población de pinos que se desarrolló en torno a las dunas, junto a las áreas de esparcimiento natural como los parques Reina Sofía y Alfonso XIII, invitan a los paseos a pie o en bicicleta para disfrutar de las aves acuáticas propias del ecosistema, como la garza real.

Junto a la desembocadura del río Segura se puede realizar senderismo y cicloturismo en el que podrán disfrutar de los paisajes característicos de la huerta levantina.
Las dunas y las playas constituyen el principal atractivo turístico que unido a la calidad de su arena y de sus aguas, las convierten en playas majestuosas e idílicas.
Sin embargo, no siempre todo fue tan maravilloso.
Hubo una época en la que la naturaleza nos enseñó su cara más amarga.
Hagamos un poco de historia


Era el año 1900.
Las arenas de las dunas levantaban una mole amenazadora. Los tejados de las primeras casas ya se habían hundido y toda una manzana había sido sepultada. La gigantesca ola de arena parecía fosilizada... pero avanzaba implacable ocho metros cada año.
El pueblo tenía los años contados.
A finales del siglo XIX, la administración estatal acometió varios proyectos de fijación dunar: sin ninguna duda, las de Guardamar eran las de mayor dificultad y complejidad.
A Dios gracias un hombre providencial asumió la tarea, el ingeniero de montes, D. Francisco Mira i Botella, que dedicó 28 años de su vida experimentando y realizando con tenacidad un proyecto milagroso.


Las dunas estaban arruinando los cultivos agrícolas, enterrando los viñedos, cubriendo las higueras y formando un frente móvil que desde la costa se dirigía hacia el interior.
¿Por qué en un corto espacio de tiempo simples playas habían desarrollado tanta ferocidad y potencia?
Fue una consecuencia lógica de una política trasgresora de deforestación, emprendida por la armada española en los bosques del rio Segura.
En el siglo XVIII, a los españoles se les ocurrió la absurda y facinerosa idea de construir con la exuberante vegetación del pinar segureño los barcos de la antigua y poca gloriosa armada española. Un centenar de años bastó para que la desertización originada en la cabecera del Segura, vomitara impresionantes masas de arenas que el rio transportaba en su violento caudal.

D. Francisco se puso manos a la obra a comienzos del Siglo XX, y diseño dos objetivos: detener en la playa toda la arena que arrojaba el mar y fijar la extensión para evitar que siguiera invadiendo el pueblo.
Comenzó construyendo una empalizada de cañizo de 80 cm de alto. A medida que las arenas la enterraban, se recrecían con otros nuevos. Cuando esta contraduna alcanzó 4 mts de altura, plantó ágraves americanos, sustituyendo a los cañizos. Estos iban creciendo al mismo compás que crecía la duna y a la vez se iban plantando las vertientes. Con ello quedó detenida y fijada toda la arena que iba saliendo de el mar sin necesidad de otras operaciones.
El segundo objetivo fue realmente titánico. Tenía que repoblar toda la extensión de dunas que había en Elche y Guardamar. Para ello se repoblaron 700 hectáreas con 600.000 pinos, 40.000 palmeras y 5.000 eucaliptos. Se construyeron 8 Km de caminos, 14 km de contradunas, 3 viveros, 3 casas forestales, y almacenes.

Para preservar las plantas jóvenes de la carencia de agua, del azote del viento, y del sol directo, empleó 256.000 haces de ramas de pino, inventando con ello un espectacular y novedoso sistema de riego por goteo.
En todos estos trabajos se invirtieron 647.000 pesetas, cantidad que el ingeniero creyó inferior al valor de los edificios y tierras que se salvaron.
D. Francisco redactó: “Con estos trabajos queda detenida en la playa toda la arena que el mar arroja. La fijación de las dunas es tan completa, que aún en los días de levante fuerte, se cruza por ella sin que se note el movimiento de las arenas. Hemos evitado que el pueblo de Guardamar de 3.000 habitantes, desaparezca sepultado junto con los terrenos de su fértil huerta.”


Al día de hoy son muchos los que piensan que existen graves problemas que amenazan la supervivencia del sistema de contención dunar. Entre ellos la aparición de esas setas gigantes de hormigón que por allí proliferan, como por todo el resto de la costa.
Por cierto, Guardamar significa el río de las arenas.
Caramba con el nombre del lugar.

El contraste de la playa con el bosque mediterráneo, es único en la provincia.

Largas pistas asfaltadas para poder caminar y circular en bicicleta.

Aquí os ponemos unas cuántas fotografías realizadas hoy mismo en el paraje. Esperamos que os gusten

















info: UNIVERSIDAD DE ALICANTE. JUAN LUIS ROMÁN DEL CERRO

Artículo relacionado: La mala suerte de Guardamar del Segura
Puedes localizar Guardamar del Segura en nuestro Mapa de Panoramio

28 octubre 2007

EL MONUMENTO DE AGUAMARGA

Cuando era niño, pregunté muchas veces a mis padres por aquel extraño monumento levantado cerca de Aguamarga.
Nunca supieron explicarme de qué se trataba...
O quizá nunca quisieron hacerlo.
No les culpo por ello.
Con el paso de los años, he aprendido que las heridas de la guerra y del franquismo han estado abiertas muchos años. Tantos que, en algunos casos, nunca se han sanado.


¿Qué simbolizaba aquella escultura de piedra?
¿Qué pasado guardaban sus columnas desvencijadas?
La historia ha sido particularmente irónica y benevolente con este monumento, del mismo modo que ha sido cruel y despiadada con otro muy relacionado a él.
Me voy a explicar.


En el año 2007, pocas personas son capaces de explicar con detalle la historia del monumento que se vislumbra en la carretera de acceso a Alicante, en primera línea del mar, a la altura del acceso al complejo audiovisual de la Ciudad de la Luz.
Se trata de un monolito con una figura humana de gran tamaño y unas columnas algo deterioradas por el paso del tiempo.
"Es el monumento más ostensible a los falangistas de La Vega Baja", explicó en su día don Enrique Cerdán Tato, cronista oficial, miembro de la Comisión Cívica para la Recuperación de la Memoria Histórica de Alicante, y gran amigo de nuestra web.

Según la Guía de Arquitectura de la Provincia de Alicante, el Monumento a los Caídos de la Vega Baja fue proyectado y construido entre 1941 y 1944 por el arquitecto alicantino Miguel López y por el escultor Daniel Bañuls. Se encuentra en el límite entre la arquitectura y la escultura, y se levantó con el objetivo de conmemorar la "hazaña" de los que posteriormente se consideraron "héroes rebeldes" con la República.
Se concibe como una explanada para reuniones, exaltaciones y conmemoraciones fascistas.
El trabajo de estos dos profesionales (Miguel López y Daniel Bañuls) compartía la unidad de criterios por el filtro de la abstracción (5 prismas=5 flecha falangistas) y la carga simbólica de las composiciones simétricas.
El conjunto se eleva en el lugar donde fueron abatidos los jóvenes, formando un altar o tribuna, con una plataforma delante, en la cima de una loma que mira sobra la bahía. La obra es similar a otros trabajos del primer franquismo como las cruces de los caídos que durante estos años se levantaron por toda España y en la provincia de Alicante: como en Maisonnave (Alicante), Alcoy o Petrer.


Es un símbolo a los mártires que se bautizó con el nombre de Monumento a los Caídos de La Vega Baja, realizado en 1941. La historia nos cuenta que en este punto, muy próximo al Barranco de las Ovejas, allá por el año 1936, un grupo de 50 falangistas procedentes de La Vega Baja fueron detenidos por la Guardia de Asalto, capitaneada por Rubio Funes. Al parecer, iban hacía Alicante dispuestos a liberar a José Antonio Primo de Rivera, preso en la cárcel de La Florida.
Días más tarde, fueron juzgados y ejecutados.
En su afán de convertir en mártires a todos sus muertos, en 1941 el régimen franquista alzó este monumento en su memoria.


La ironía de la historia radica en el material utilizado para la construcción de dicho monumento: piedras y losetas del Monumento a los Martires de la Libertad, levantado en 1907 por Vicente Bañuls para conmemorar otro fusilamiento muy diferente, el de 24 progresistas (encabezados por Pantaleon Bone) que se habían rebelado en pro de las libertades.
Cruel destino, desde luego.
Tras la victoria de los golpistas en la Guerra Civil, desaparecieron del callejero todos los nombres y monumentos que recordaban el republicanismo y la libertad.
El Paseo de los Mártires pasó a llamarse Explanada de España, y la Plaza del Mar se rebautizó como Cónsul Knobloch.
El monumento dedicado a Pantaleon Bone y sus compañeros fue demolido y usaron sus materiales para levantar la "preciosa" Cruz de los Caidos por Dios y por España y el Monumento de Aguamarga.
¡Triste paradoja!



Alicante ciudad mantiene el nombre de José Antonio para uno de sus barrios y al menos una docena de calles rememoran a falangistas o militares fascistas que participaron en la Guerra Civil pero sin ser personajes relevantes o con una fama tan fugaz que los alicantinos de hoy ignoran esa vinculación.


Curiosas palabras escritas en rojo en la peana de la figura: "A cagar, Primo"


Las losas de piedra se van cayendo, poco a poco, por el paso de los años. La tentación era grande..., pero no cogí ninguna.


Puesta de sol tras el monumento.


Señales y marcas que, irremediablemente, aparecen en las paredes del monumento.



La gestación del monumento a los Caídos de la Vega Baja.

La escultura central fue creada por Daniel Bañuls (1905 - 1947) cuando éste ya se encontraba muy delicado de salud. Allá por 1940-42 en su chalet del Altozano, Bañuls y su ayudante comenzaron a modelar una escultura de barro de unos 4 metros de altura que vendría a representar al héroe que debía presidir el monumento. Aunque no solía usar modelos, esta vez decidió buscar a un esbelto joven de nombre Rafael que le sirviera para perfeccionar el equilibrio anatómico de la estatua. Normalmente usaba maquetas a escala que después convertía en monumentos. Bañuls supo resolver con dignidad este encargo oficial sin recargarlo con triunfalismos fascistas

La estatua definitiva del héroe fue realizada en piedra de Novelda y fue tallada por varios canteros bajo la supervisión de Daniel Bañuls. Su emplazamiento fue modificado al levantars ela fábrica de Inespal lo que provocó un fuerte enfrentamiento entre Alicante y la Jefatura de FET y las JONS ya que consideraban aquello como un ultraje. el monumento fue pagado por la Diputaciómn Provincial y costó unas 30.000 pesetas de la época. La parte arquitectónica fue realizada por el estudio de Miguel López.

Fuente:Homenaje a los escultores Vicente y Daniel Bañuls. Guía de la exposición de la CAPA de 1983. José Gutiérrez y otros


LA PLAYA DE SAN JUAN EN NUESTRO CORAZÓN

ENLACES ANTERIORES: ALICANTE EN EL RECUERDO Y LA PLAYA DE SAN JUAN

La Albufereta y Playa de San Juan siempre han sido lugares de difícil acceso para los alicantinos. Los acantilados de la Serra Grossa (lugar conocido por el “Mal pas”), forzaban que la comunicación entre la ciudad y estas playas se realizara a través de Vistahermosa y La Condomina.
No fue hasta 1932, con el inicio de la carretera a la playa por la costa, cuando se estableció una estrategia para la edificación de una ciudad satélite destinada a las vacaciones y el ocio.


La propuesta fue la gran iniciativa de planificación urbanística en la moderna historia de Alicante. Indalecio Prieto, ministro de Obras Públicas en la II República, apoyó en las Cortes un proyecto que encabeza en Alicante Lorenzo Carbonell y un numeroso grupo de profesionales y comerciantes. Querían convertir la playa de San Juan, en una ciudad vacacional que atrajera al turismo del interior de la Península.
Inspirándose en los principios arquitectónicos de la Carta de Atenas (para Le Corbusier, las tres materias primas del urbanismo eran el sol, la vegetación y el espacio), se pretendió levantar una ciudad-jardín paralela a la línea del mar, de más de dos kilómetros de longitud.

La carretera de la Playa de San Juan, en los años 40

El anteproyecto de Muguruza, que resultaría ganador del concurso, contemplaba un hotel de invierno, un estadio deportivo, un pabellón de exposiciones, varios hoteles, un balneario, un campo de golf, un aeropuerto y un núcleo administrativo donde se instalaría una tenencia de alcaldía, biblioteca, museo, clínica de urgencia y correos.
Hubiera significado la construcción de una ciudad nueva para el turismo como no existía en aquel momento en ningún otro lugar del Mediterráneo, una iniciativa con muchos años de adelanto sobre la moderna concepción de los destinos turísticos, y con dotaciones de las que aún hoy, sesenta y cinco años después, todavía carecen estas playas.

La Playa de San Juan en los años 30. Al fondo, el Faro del Cabo de las Huertas

Las autoridades municipales gobernantes después de la guerra civil española, le pusieron la proa a este proyecto, ya que la consideraron como un ejemplo de las ideas urbanísticas y de la concepción de ciudad del régimen republicano.
Por eso, para eludir las restricciones del Plan Muguruza respecto a alineaciones, se segregaron del mismo tanto La Albufertea (donde triunfaría el colosalismo) como la parte de la Playa de San Juan perteneciente al término de El Campello, a la que se denominó Muchavista para dejarla fuera de aquel ordenamiento global.
El resto del proyecto (apoyándose en la angosta carretera, la línea del ferrocarril de vía estrecha y apertura de la carretera de la cantera) se echaría abajo a base de tolerar un altísimo volumen edificado, de infracciones urbanísticas constantes y de pequeños polígonos inconexos, carentes de cualquier infraestructura mínima.

La Playa de San Juan, desde el faro, en los años 30

En definitiva, se pasó de un plan identificado con el urbanismo de mayor futuro de su tiempo, a una no-planificación capaz de deteriorar hasta límites increíbles la gran extensión de suelo vinculado a las playas de la Albufereta, San Juan y Muchavista.
Eso produjo una ciudad para el verano, pero desierta en el invierno.


Construcción de chalets en 1942

La Playa de San Juan, en 1950, con el Hotel Costa Azul

Vista de la PLaya de San Juan en los años 40

Bañistas en la Playa de San Juan

Tomando el sol

Chalet de Jorge Mistral, en La Zenia

La Playa de San Juan en 1960

La Playa de San Juan en 1965

Vista aérea de La Zenia, en la PLaya de Muchavista
El Hotel Babieca en la Playa de San Juan

La Playa de San Juan en 1972

La Playa de San Juan en 1970

Nuevas construcciones en la Playa de San Juan en 1960. Arriba, a la izquierda, el Hotel Sidi en plena construcción

info: Jose María Perea Soro. Memoria Gráfica de Alicante y Provincia

 
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