30 septiembre 2007

LA ENCANTADA DE ROJALES

Atrapada y maldita está la mujer encantada de Rojales. Y cada 100 años, siempre el día justo y a la hora justa, se despierta esta durmiente de su letargo y vaga sin descanso...
Así es nuestra leyenda.
Una de tantas historias de amor y muerte que nos apasiona a los alicantinos.
Medido con el exacto cronómetro de la historia, sale de las entrañas del monte Cabezo Soler una hermosa joven de triste leyenda.
¿Quién es esa bella princesa?
Comencemos la narración por el principio:
Un rey morisco sorprendió a su hija, una princesa de ojos azules y rubia cabellera, escapada del fantástico castillo de Cabezo Soler, en el río Segura, entregándose a los placeres del amor con un joven (moro o cristiano), ni se sabe.
Tras una pelea, el rey moro cayó herido.
En su agonía, maldijo a su hija y por arte de encantamiento hizo desaparecer el castillo y todos sus moradores.
¿Cómo se podría deshacer el terrible maleficio?
La princesa debería despertar, salir de ultratumba y ser llevada en brazos hasta el río, mojar sus pies e inmediatamente un nuevo encantamiento haría aparecer el castillo.
Por desgracia, este juego tenía que realizarse en la Noche de San Juan... una vez cada 100 años.
Y por desgracia, el espiritu del mal haría lo posible para que la doncella no llegara al río.
El hombre que ha de portar en brazos a la princesa, asustado y agotado, nunca consigue llegar a su destino, por lo es maldecido : "morirás con la lengua fuera al amanecer".
Y los habitantes de Rojales, incluso los más osados , la Noche de San Juan que cumple 100 años, tiemblan y no se atreven a ir al Cabezo Soler.
Y aunque la tradición dice que esa noche hay que ir al monte a encender hogueras y saltar sobre ellas, muy pocos se atreven.
E incluso los más viejos de Rojales les aconsejan que no vayan, narrándoles espantosas experiencias.

NUESTRA PROVINCIA EN EL RECUERDO: FELIPE III, LOS MOROS Y CRISTIANOS Y LOS PIRATAS

Hagamos una pequeña pregunta a nuestros apreciados lectores:
¿Qué razón motivó a Felipe III para trasladarse, con su Corte, por tres veces a Denia?
1- Para conocer “in situ” el problema de los moriscos y las incursiones piratas a nuestras costas
2- Para preparar su expulsión
3- Para practicar la pesca a la que se aficionó rápidamente.
La respuesta es mucho más lúdica que todas las anteriores, ya que asistió a la primera representación de la fiesta de los Moros y Cristianos.
Por supuesto, las venidas estuvieron preparadas por Don Francisco Rojas y Sandoval, Marqués de Denia y luego todopoderoso duque de Lerma.
El monarca partió de Madrid el 21 de enero de 1599, llegando a Denia el 10 de febrero. 1500 soldados, desde la playa, le recibieron con salvas de honor.
Fue una semana de fiestas: fuegos artificiales, torneos, pesca, teatro. Y lo más curioso, “presentando después un simulacro de fueza entre Moros y Cristianos”, que fue muy del agrado de la Corte.
Muchas ciudades de la provincia de Alicante reivindican haber sido las primeras en celebrar las fiestas de Moros y Cristianos. Pero no le den más vueltas: Denia fue la primera, allá por el siglo XVI.
Mientras se celebraban aquellos actos lúdico-festivos, se produjo una alarma de piratas... de las de verdad.
Al parecer, una una escuadra turca mandada por piratas salió de Ibiza en dirección a Denia. 5 Compañias fueron enviadas a recorrer la costa... pero esta escuadra pirata nunca llegó ni apareció en el mar.
¿Había sido una falsa alarma?
¿La tropas españolas le habían dado muerte a sus ocupantes?
El populacho de Denia nunca lo supo.
Lo que sí sabemos es que, de nuevo en la Corte, un segundo simulacro festero de ataque de Moros fue representado a la Comitiva Real.
Y es que primero el susto y luego... la celebración.
¡Como mandan los cánones!
Y al rey le debió gustar Denia, pues volvió otras dos veces, en junio de 1599 y el 9 de enero de 1604.
Ahora analicemos unas cuantas incursiones de piratas berberiscos en nuestras costas, durante el reinado de Felipe III que, como imagino que sabrán, duró desde 1598 hasta 1621.

1600 .Calpe.
Llegan tres fragatas a la Cala d’ Algar en Calpe “y empezaron a echar tanta gente a tierra. Vino el Bayle con hombres y se organizó una refriega. Murieron 5 moros y con sus cabezas y el Arraez que llevaron preso, se volvieron triunfantes a Calpe”.

1600. Javea.
Se produce un rencuentro con moros que habían saltado a tierra.

1616. Valencia. 2000 muertos.
“Descubriéronse en alta mar siete navíos de piratas. Salió una flotilla del Grau y se trabó un combate horrible y desesperado”.
Los valencianos echaron a pique 3 galeras y apresaron otras 3, “huyendo la última, que escapó a lo largo del viento”. Cuéntase que murieron en la refriega 2.000 turcos y argelinos, y rescataron muchos cautivos cristianos, entre ellos D. Juan Nicolás Robi, obispo de Catania y 6 religiosos franciscanos. Lógicamente al volver la flotilla y los cautivos, hubo volteo de campanas.

1618. Alicante.
“A 7 de marzo de 1618, un vaixel de moros se entró en el puerto, los esclavos que en el venían, se confederaron y agermanaron a los moros al fin se alzaron contra los moros, quedando esclavos los tres renegados, venían con intento de volverse al gremio de la Santa Iglesia y, un moro deseos de hazerse cristiano les ayudó...”
(Bendicho)

1637. Varios ataques a la Villa de Calpe.
“En el año 1637, a 3 días del mes de agosto, en la madrugada, llegaron cinco galeras de 26 bancos de Argel a la costa de este reyno, cuyo corsario era Alí Puchili, al paraje de la villa de Calpe y, echando en tierra la gente, que fueron 600 tiradores, subiendo de la mar a la villa de Calpe y la imbadieron en apuntando el día, si bien primero tomaron el arrabal, donde huvo bravas escaramuzas, en particular, en la casa del bayle... que no pudiéndosela entrar los moros, por su defensa, subieron a los texados y, aún, por allí la defendió, de tal manera que por las canaleras de las tejas chorava la sangre de los moros muertos
como si fuera día lluvioso, que no cesó de matar moros mientras tuvo munición y bendioles su vida tan cara, que él sólo mató más de 20 moros. Y el día claro, viendo que el muro de la villa era inaccesible y que no le podían imbatir, hallaron en él una ventana sin rexa, que era de casa del gobernador, y por allí, arrimando unas bigas hizieron subir un muchacho morisco y vido que no havía nadie en la casa, les avisó y entraron por allí más de doscientos moros, previniendo ante la puerta de la casa con trancas, hasta que entró la copia dicha de moros, y abriéndola a golpe, salieron a la villa y , lo primero, fue abrir las puertas de ella, para que los demás entrasen. Y, en medio de la villa, hay una torre donde se havía recoxido la gente, que lo más eran mugeres y gente moza, que en pelea havían muerto 13 personas, y por ser verano, toda la más gente de la villa estavan en sus labranzas, que se hazen allí grandes melones y se provehe parte del reyno de esta fruta y, assí, con poco lumo y muchas amenazas, les abrieron la torre y entregaron a los moros”.
En aquellos días hubo 400 cautivos. “Hicieron muchos daños en la villa, matando todos los lechones y cabalgaduras, y saqueándole se le llevaron trescientas noventa y seis personas y, entre ellos, algunas forasteras que havían venido a la fiesta, que se prevenía a cinco de agosto de Nuestra Señora de Calpe. Los moros muertos fueron quarenta, bien pudiera haverles socorrido a tiempo la villa de Benisa y Altea, pero, pavorosos de ciertos bandidos se enserraron en la villa y fueron a recoxer lo que pudieron. Ydos los moros al puerto de Moraira, no se llevaron artillería, ni campanas porque os hecharon del muro abajo”.
Cuenta, además, que quemaron los archivos, el trigo, una ermita de San Gregorio que estaba fuera del muro, hicieron estragos en la iglesia de la villa llevándose plata y seda, rompiendo imágenes y altares. Continúa con el tardío socorro de Benisa, Murla, Alegraven, Berpalcul y Venigenbla, aunque llegaron luego 80 hombres con banderas y estandarte y 300 hombres en bajales del puerto de Moraira:
“A 24 de agosot y otras vezes volvieron los moros a Calpe, teniéndola ya por suya, ocasión que tomó esta ciudad de retirar las monjas”.

1643 Ataque durante el día de Santa Faz
“En la madrugada del 30 de Marzo de 1643, cuatrocientos moros desembarcaron en el Cabo del Alcodre (hoy, Cabo de las Huertas) y sorprendiendo a los habitantes, saquearon los Templos, las casas y se llevaron prisioneros a 43 niños, 83 hombres y 108 mujeres. Los vecinos restantes, escondidos en las Torres, salieron en su persecución, reuniéndose entre la capital y lugares vecinos, unos 800 combatientes. Se trabó durísimo combate cerca de la Playa de San Juan, en el lugar que aún se denomina “La Pasió”, pereciendo trescientos piratas y logrando rescatar a los prisioneros, a costa de la vida de no pocos combatientes... En esta ocasión, el Monasterio de la Santa Faz sufrió los horrores del saqueo, aunque las religiosas y los vecinos se refugiaron en su amplia e inexpugnable Torre defensiva (sala 140).
Los combatientes recibieron una felicitación del rey”

info: Piratas y corsarios en las costas de Alicante. Manuel Martinez López Ed. ECU

29 septiembre 2007

LA SOMBRA DE LA RIADA ES ALARGADA

Nos hacemos eco de la noticia recogida en la edición digital del Diario Información, de Alicante, en referencia a las lluvias caídas anoche en nuestra ciudad.
Una tromba de agua, producto del frente activo de tormentas que se formó sobre el Golfo de Cádiz, descargó ayer sobre Alicante y la comarca de l'Alacantí 50 litros por metro cuadrado en tan sólo una hora. Entre las nueve y las diez de la noche, provocó inundaciones, el derrumbe del muro de contención de un edificio, cortes del suministro eléctrico, y fuertes embolsamientos de agua en toda la ciudad, incluidos el Hospital General y el Hospital de San Juan.


Numerosas personas quedaron atrapadas en sus vehículos por la tromba y el Barranco de las Ovejas recuperó su caudal. La tormenta fue producto de un embolsamiento de aire polar en la atmósfera combinado con la entrada de vientos de poniente cargados de humedad.
A los pocos minutos de comenzar la lluvia, las centralitas de Bomberos y Policía Local de Alicante quedaron colapsadas ante la gran cantidad de llamadas de emergencia. Calles inundadas, carreteras cortadas, locales inundados, cuadros eléctricos que se incendiaban, personas atrapadas en ascensores por cortes en el suministro eléctrico..., fueron los principales motivos de llamada. En la Playa de San Juan fue un caos y literalmente algunos vecinos tuvieron que ir en barca para llegar a sus casas.

La corriente se llevaba los coches, y en algunos momentos había temor de que los vehículos arrastrados llevaran personas en su interior. Los Bomberos iban colocando balizas en las calles más inundadas para cerrarlas al tráfico y eran ellos quienes se tenían que encargar de regular la circulación.
Una de los puntos más caóticos fue en el Hospital de San Juan, donde hubo que trasladar a numerosos enfermos por la cantidad de agua que caían. Rayos, Urgencias y la UCI veían como el agua caía a chorros. Personal y enfermos arrojaban toallas al suelo para tratar de contener los charcos que se acumulaban en los pasillos. «En los boxes de observación los enfermos no se podían quedar porque tenían los focos apuntándoles a la cara y le caía agua», según el personal sanitario.


En el Hospital General de Alicante tuvieron problemas en la parte del solarium y el pasillo de la planta baja que lo circunda, sin que la fuerte lluvia llegara a afectar al resto del centro ni a los pacientes ingresados, según explicaron fuentes hospitalarias. El personal de mantenimiento y algunos trabajadores pudieron subsanar las consecuencias de la tromba de agua con ayuda de cubos y toallas sin que fuera necesario avisar a emergencias. A medianoche todavía quedaban unos dos centímetros aproximadamente de agua en la zona afectada y todas las puertas estaban «selladas» con toallas para evitar que entrara en consultas y despachos.
La incidencia considerada más peligrosa fue el derrumbe de un muro de contención de unos quince metros de longitud de un edificio de seis plantas situado en el número 15 de la calle Bono Guarner. El derrumbe causó un corrimiento de tierras que cayeron sobre una de las vías de la estación. El jefe de Bomberos se personó en el lugar y tras barajar la posibilidad del desalojo lo descartó al no resultar afectada la estructura, aunque alertó a los vecinos de que se debe consolidar la zona con urgencia y que en caso de que aparecieran grietas en sus casas llamaran de inmediato. Los vecinos indicaron que se llevaron «un gran susto con el derrumbe» y aseguraron que han pedido en reiteradas ocasiones a Renfe la consolidación del muro. Otro derrumbe se produjo en el interior de un local de la calle García Andreu.


La ciudad se colapsó durante la tromba y en la avenida de Alicante, que conecta la capital con San Vicente, el aspecto era desolador. Centenares de coches se acumulaban aparcados de cualquier manera en el margen derecho de la carretera al ver imposible continuar el camino porque el agua les impedía continuar. En la rotonda de Villafranqueza, los Bomberos tuvieron que intervenir ante la cantidad de coches que quedaron atrapados como consecuencia de la lluvia y una laguna junto al campo del Alicante obligó a cortar el tráfico.
La intensidad de la lluvia llevó a la Policía Local a cortar la carrera de Elche desde el puente de la calle México debido a la crecida del barranco de las Ovejas. En ese punto se formaban retenciones de conductores obligados a dar la vuelta. Los agentes cortaron en Canalejas el acceso a la playa del Postiguet por la avenida Conde de Vallellano y tampoco se podía entrar al centro desde las playas por la Cantera debido a una gran bolsa de agua debajo del escalextric. También había grandes bolsas en la Gran Vía y la tormenta provocó que numerosos semáforos dejaran de funcionar.
Los bomberos, mucho de ellos movilizados al estar libres de servicio, continuaban a la una de la madrugada atendiendo las decenas de llamadas de emergencia, sobre todo en la zona de playas.

Fotos: Juan Quiles, desde su web de Alicante "El Mortero"


El Luisma es tonto.... Jejejejeje


En la Albufereta, el paso inferior bajo la vía del Tram se ha inundado completamente. Hasta 4 metros de agua se han acumulado sin funcionar los desagües al encauzamiento que se encuentra a apenas unos metros. Una obra nueva y calculada para las riadas ha quedado inservible y ha ocasionado el corte del acceso directo al barrio desde Vïa Parque.


Nivel que han alcanzado las aguas.

Panorámica del paso anegado.

Cortina de lluvia en el momento álgido de la tromba de anoche en Benalúa.

El Barranco de las Ovejas con agua. ¡Sí, agua! No era un gran río, pero si corría el caudal con fuerza. Vemos las fotos desde 2 zpnas diferentes: a la altura de la Ctr. Ocaña y en la desembocadura de San Gabriel.

SANTA FAZ

En este estado ha quedado la Santa Faz. Esta vez las aguas del barranco de Lloixa no la han afectado. El problema ha estado en que el encauzamiento del mismo y la construcción de la Ronda Sant Joan - San Vicente han hecho de barrera frente a las aguas que bajaban por un lado del Monte Barón y del arcén de la A-7 y por otro lado de las aguas que bajan de la urbanización Lloixa de Sant Joan (Cº de Lloixa y las calles Sª de Aitana y Montnegre). Las primeras se encontraron con la carretera que les impedía llegar al barranco y se desviaron por ella hasta llegar a Santa Faz. Las otras bajaron de Lloixa y se toparon con el murete del Barranco, con lo qe se desviaron hasta salir por detrás del nuevo IES Lloixa juntándose con las otras aguas en la Rotonda del Hotel Santa Faz. Total, que han arreglado unas aguas y han estropeado otras. En las fotos podéis ver la Calle Mayor de Santa Faz y la anexa Plaza de la Santa Faz (ya en Tº de Sant Joan)

SANT JOAN D'ALACANT



Mientras en el pueblo de Sant Joan, la tromba de agua anegaba calles y plazas. Las obras antirriadas hicieron su función pero rebosaron detrás del Hospital ya que la conexión del colector sanjuanero con el alicantino tiene un problema: el de Alicante es 1/3 más pequeño con lo que las aguas rebosan y anegan la Avda del Campo de Golf (Pintor Pérezgil).




La foto que veis no es de la piscina municipal sino las obras del Párking de La Ordana totalmente inundadas por segunda vez. También hubo que desalojar un edificio de la Calle Colón al anegarse el foso del solar de al lado (por segunda vez) y rajar el muro del párking. Por lo demás, las aguas inundaron la rotonda del Hospital, la de Gibeller y Benimagrell. Los jardines de La Concepción que están reformándose se convirtieron en una balsa, lo cual es bueno para los árboles marchitos.




EL CAMPELLO

No podiamos olvidarnos de El Campello, actualizo el articulo con tres fotos que nos cede Laky del foro de Meteored, aficionada a la meteorologia y Campellera. En la primera vemos el rio seco resucitado para la ocasion desembocando en el Mediterraneo la noche de autos.

En las siguientes vemos el "delta" del rio Seco, ocupado por las aguas y el tono rojizo del mar tras el aporte de sedimentos.

Gracias Laky por estas imagenes desde tu privilegiado mirador


EL LÁPIZ DE GASTÓN CASTELLÓ: LA HOYA DE CASTALLA

La hoya de Castalla, es una zona montañosa cercana a la capital.
Su configuración es la de un cuenco rodeado de altas montañas, sobre las que destaca el Maigmó.
En el interior de la hoya, se asientan cuatro pueblos: Castalla, Onil, Ibi y Tibi, los tres primeros muy industrializados.
Cada población cuenta con su castillo situado en lo alto de un cerro, a excepción del palaciego de Onil, ubicado en el interior del casco urbano.
De las fortalezas guerreras, la mejor conservada es la de Castalla y puede que la más antigua, conservando una torre circular en buen estado; en Ibi sólo hay restos de muros y en Tibi, un tanto alejado del pueblo, se conservan algunos lienzos, aljibes y torres.
Ibi es el centro industrial de la juguetería peninsular. Su censo, de cerca de treinta mil habitantes, ha aumentado considerablemente en los últimos años, debido a inmigraciones de gentes procedentes del Sur y de la Mancha. La ermita de Santa lucía, con arcos apuntados, es monumento digno de ser visitado.
Onil posee una gran industria dedicada a la fabricación de muñecas, las cuales se envían a todos los lugares del orbe. Su palacio gótico renacentista, actualmente sede del ayuntamiento, perteneció a los Marqueses de Dos Aguas. Cuenta con una hermosa puerta de medio punto, de buena sillería, estando flanqueado por cuatro soberbias torres; sobre una de estas torres se levanta, airoso, el campanario de la iglesia.
En Castalla, al ser pueblo menos industrial, predomina la agricultura, disponiendo el término de grandes extensiones de viñedo, almendro y olivo. Su núcleo urbano cuenta con edificios notables: ayuntamiento, iglesia parroquial –siglo XVI-, convento de franciscanos y ermita de la Sangre. Esta ermita, situada en las laderas del cerro del castillo, dispone de una cripta en la que se exponen restos de esqueletos y esculturas antiguas, halladas en los labores de restauración, por el cura párroco.

Finalmente, Tibi, está dedicado casi exclusivamente a la agricultura. Pueblo alargado, situado horcajadas sobre una loma, cuenta con buenas aguas que manan de abundantes fuentes. Aguas que viajarán a diario a la capital, antaño a lomos de caballerías, catalogadas como una de las mejores de la provincia. El mejor atractivo monumental de este pueblo, lo representa el pantano, construido en sus cercanías. Se afirma que es el más antiguo de Europa en funcionamiento, atribuido a Herrera, Juanel y Antonelli. Taponando una garganta, construido a base de buenos sillares, se precia de ser una verdadera obra de ingeniería.
La gastronomía de la hoya es variada. Lo mismo puede degustarse una “olla”, como un arrós ab conill i pollastre, como minjos, etc... Pero sobre todo, destacan los famosos gazpachos que se cocinan en Castalla, el llegumet de verduras, hortalizas, caracoles y algo de arroz de Tibi y los sequillos.
A Ibi le pertenece la vanagloria de ser el pueblo de los pioneros del helado. Aquellos “blusas negras” que marcharon por España ofreciendo el tradicional aigua neu o el Aigua de civá, tienen aquí su merecido homenaje.


CASTALLA

En el centro de una pintoresca antiplanicie y al pie de un cerro asilado sobre el que se yergue un viejo castillo, se encuentra las histórica ciudad de Castalla: corazón y síntesis de esa comarca privilegiada en la que un pueblo soñador y activo se afana en sembrar ilusiones y en cosechar sonrisas.
Porque todo, en la extensa hoya de Castallla, con Onil e Ibi, parece creado para ese mundo de esmeralda y jazmín que es el reino de los niños. Un círculo de altas y perfumadas montañas, juegan a coro en sus contornos, mientras se miran de soslayo en el espejo del pantano de Tibi. Y, en los bosques de sus falda, la Estrellita dorada de las hadas madrinas crea de la nada un riachuelo que brinca gozoso por entre este pasiaje de belén navideño.
He aquí que el valle de almendros floridos, es surcado por la línea de plata de un tren que no ha funcionado más que en la ilusión y esperanza de los habitantes de la comarca.

IBI
Si en algún lugar de la tierra existe vivo y tangible el País de las Hadas, ese lugar, ese rincón de paz, amor y fantasía, no puede ser otro que Ibi, pueblo de nombre breve y eufórico, que suena en el corazón de todos los niños del mundo, con el tintineo de la esquila de plata del reino de la Ilusión y del Ensueño.
Ibi, transpira todo él a esencia cristiana; ha convertido el juego, en trabajo y el trabajo, en juego; fuente, venero o manantial de dicha y propsperidad, gusta de trasnformar los tocones de sus árboles cortadas en peanas de cruces, y los lugares de esparcimiento en centros de meditación. Ibi, para orgullo de nosotros los alicantinos, se ha ganado para lema de su escudo la frase divina: “Dejad que los niños se acerquen a mi...”

TIBI

Tibi, en latín significa “a ti o para ti” y , en verdad, que la casualidad o el saber de los hombres, no podían haber encontrado un nombre más apropiado para ese pueblecito arrebujado entre las montañas, donde la hospitalidad se practica con toda la afectuosa entrega de los tiempos dorados.
Pueblo de corazones y puertas abiertas, que reposa al pie de un cerro de irisaciones nacaradas. Frente a la agreste pinada del Maigmó, que es su perfume y su vida, desplazado de las vías del mundo que pasan ante él con sus quehaceres, con sus problemas y, tambíen con sus penas, Tibi es paz, quietud, cordialidad y belleza: belleza de sus callejuelas en cuesta, con perspectivas de ciclo y bosque; belleza, de sus mujeres que mantienen pura la legendaria hermosura femenina de la comarca, cantada en la famosa cuarteta:
“Alacant, per a les barques;
Xixona per al raim
I per a les xiques guapes,
Tibi, Castalla i Onil”


ONIL


Uno de los pueblos orgullo de la capital, es esta pintoresca villa de Onil, sede de las muñecas que aparecen en los escaparates de todos los bazares europeos; este pueblo donde las mujeres tienen la candorosa belleza de las muñecas; de estas muñecas que si hablaran, tendrían la simpatía y el encanto de sus mujeres.
Agrupados al Sur de la sierra que lleva su nombre, muy rica en plantas medicinales y abundante en aguas que dan origen al río Castalla, los edificios onilenses se muestran escalonados como deseosos de lucir su arquitectura ante los ojos del visitante. Más hacia el Norte, y ya en plena sierra cuajada de encantos y sombrosas perspectivas, las heredades esparcen su blancura como manteles inmaculados, tendidos al sol sobre el verdor de los romeros olorosos.
Y, a los pies de la villa, la Marjal; una fertilísima y enorme alfombra; una descomunal labor de cañamazo donde el verde de diferentes tonalidades forma caprichosos dibujos cuyos contornos están festoneados por innumerables acequias en las que canta el agua durante las veinticuatro horas del día.
Tan maravillosa vega, queda cerrada en sus extremos por lujuriantes plantaciones de manzanos, almendros y olivos, cuyos frutos constituyen la principal producción de este maravilloso paraíso levantino.
Aparte de la casa solariega de los Juanes –de cuya estirpe figura fray Pedro Juan de Molina, General Ministro de la Orden de San Francisco- y otros dos edificios más que ostentan en su fachada el escudo que pregona el rancio abolengo de sus moradores, no es Onil población en la que abundan las mansiones señoriales como tampoco existen monumentos que nos hablen de las gestas gloriosas de los onilenses. Solamente la soberbia mole del palacio del Marqués de Dos Aguas, nos habla con muda elocuencia, del poderío de los señores feudales de la época.

Textos: Rafael Quilis Molina
Info: La Provincia de Alicante en el lápiz de Gastón Castelló

Palabras sobre Alicante... (VIII)



"Hay cosas indestructibles en el espíritu y una de ellas es en el mío, el amor a la ciudad en que nací, a la Huerta alicantina en que se espigó mi adolescencia y paseó sus ensueños románticos"


Rafael Altamira, prólogo de "Fantasías y recuerdos"

28 septiembre 2007

LA PROVINCIA DE ALICANTE: UN MUNDO DE RECUERDOS (III)

En virtud del Tratado de Cazola (Soria, 1179) entre Alfonso VII de Castilla y Alfonso II de Aragón, la frontera meridional de Aragón se fijaba en la línea que unía Biar, Castalla, Jijona y Calpe. Por lo tanto Alicante pertenecía a la zona de expansión castellana.
En el año 1243, el gobernante de la Taifa de Murcia, Muhamas ben Hud, firmó el Pacto de Alcaraz con el infante Alfonso (que después se convertiría en el rey Alfonso X el Sabio), por el cual el reino musulmán de Murcia se ponía bajo protectorado castellano.
Aunque en principio se procedió a repoblar la ciudad, la carencia de suficientes pobladores cristianos unido a razones económicas aconsejó la permanencia de la población musulmana. Sin embargo, el gobernador de Alicante, Zayyan ben Mardanis, no aceptó el pacto y fue obligado a partir en 1247, fecha en la que comienza la soberanía castellana de Alicante.
La conquista militar se finalizó el 4 de diciembre de 1248 con las tropas del rey castellano, comandadas por su hijo el infante Alfonso. Por el Tratado de Almizra firmado en 1244 entre los reyes de Castilla y de Aragón, en el que se fijaron los límites de la expansión de sus respectivos dominios en la línea de Biar a Villajoyosa, Alicante permaneció bajo soberanía castellana por un espacio de 48 años.
El rey Alfonso X el Sabio, una vez tomada la villa a los andalusíes, conmemoraba la victoria denominando al castillo árabe construido sobre el monte Banu-lQatil (Benacantil) "Castillo de Santa Bárbara", por coincidir esta festividad con el día de la toma de la ciudad por la cristiandad.
Denia. Calle de Loreto

Novelda. Calle Mayor

Alcoy. El Molinar.

Orihuela

Elche

Monovar. Calle de la Iglesia

Santa Pola. Calle Marqués de Molins

Benissa

Ibi

CUENTOS, DICHOS Y LEYENDAS DE NUESTRA TIERRA (II)


A LA LLUM DEL CRESOL
Açcò era un vell que tenia guardats en un forat de sa casa cent duros de plata. Amb eixe capital pensava passar sense problemes els íltims anys de la seus vida, quan jo no puguera guanyar-se el menjar.
Un día els nebots del l´home van trobar per casualitat el forat, i sense pensar-s´ho dues vegades es van emportar els diners. L´ancià que freqüentement anava a visitar el seu tresor es va emportar un terrible disgust en veure que els cent duros havien desaparegut.
Al dia següent el vells es va alçar com si no haguera passat res, semblava més contetn que mai, tant que anava cantant esta cançó, per tote el poble:
"Cent que en tinc en un forat
i altres cent que en posaré,
que vellea passaré "
Els nebots que van escoltar la cançó van pensar: " Si va a posar altres cent i no troba els que tenia, no els posarà. Anem doncs a tornar el diners on estaven i asina nos emportarem les doscents" Però clar, si els van a ser ràpids per tornar-los, l´home va ser més ràpid en recuperar-los, i després més content que mai cantava:
" Qui tot ho vol
tot ho perd "

LA EXPEDICION DE LA VIRUELA

Articulo Anterior: Francisco Xavier Balmis; Un ilustre entre los ilustres.

Ante el azote de una plaga de viruela, el 30 de noviembre de 1803 partía desde el puerto coruñés la corbeta María Pita.
Aquella expedición, dirigida por Francisco Javier Balmis, tenía como propósito extender la vacunación por las colonias españolas y mitigar así los estragos que la viruela estaba provocando por aquellas tierras.
La Real Expedición de la Vacuna, sufragada por Carlos IV, recorrió Hispanomérica, Filipinas, Cantón y Macao, con 22 niños del Colegio de los Expósitos de A Coruña y su nodriza Isabel López Sedalla. Ellos eran los portadores vivos de la vacuna. Cada semana, Balmis les iba inyectando a dos de ellos en los brazos, sustancias extraídas de las pústulas de los inoculados la semana anterior.
La expedición duró 3 largos años.
Tras cumplir con éxito su cometido, regresó a España en septiembre de 1806.
Pero... ¿cómo llegó la enfermedad al Nuevo Continente?
La viruela entró en Sudamérica poco después de la llegada de los conquistadores a la isla La Española, en 1518. Un brote terrible, de aquella enfermedad desconocía allí antes de la llegada de los europeos, diezmó la población. De allí se extendió hacia el resto de América exterminando a la mayoría de aztecas e indios, cuyo sistema inmunológico se hallaba indefenso ante tal epidemia.
Fue Eduard Jenner, un médico rural inglés, quien inventó la vacuna de la viruela. Este médico descubrió por casualidad que los aldeanos que estaban en contacto con las vacas, NO contraían la enfermedad, debido a unas pústulas existentes en las ubres del vacuno. Jenner comenzó a extraer el líquido de aquellas heridas y a inyectarlo en humanos, dando sus investigaciones un resultado positivo.
La difusión de ideas de aquella época ilustrada hicieron que muy pronto, el doctor alicantino Francisco Balmis, tuviera constancia de los trabajos de su colega inglés y los pusiera en práctica en tierras españolas.
Mientras tanto, las epidemias de viruela seguían afectando a las colonias españolas.
En 1802, se produjo un nuevo brote en Santa Fé. El ayuntamiento de Bogotá, desesperado, acudió al rey de España, Carlos IV, quien el 25 de diciembre de 1802 consultó la opinión del Consejo de Indias sobre la posibilidad de enviar una expedición para difundir la vacuna por América.
Fue el doctor Joseph Flores, médico de Cámara del Rey, el encargado de responder a la consulta del monarca, y en una carta, fechada el 28 de febrero de 1803, describió los estragos que había la viruela en América y recomendó la inoculación de la viruela, "que no se ha puesto ya en ejecución en Guatemala, por no haberse encontrado viruelas en las vacas y haber llegado sin virtud el pus o vacuna conducido entre dos cristales de la Habana y Veracruz de donde se había solicitado con insistencia".
Dada la necesidad de enviar una expedición vacunal al nuevo mundo, se puso al frente de la expedición a Francisco Javier Balmis, pues presentaba el perfil idóneo para cumplir esta misión.
Finalmente, el 29 de julio de 1803, el Ministro de Estado, recibió la Real Orden en que participaba que "el Rey, celoso de la felicidad de sus vasallos, se ha servido resolver, oído el dictamen del Consejo y de algunos sabios, que se propague a ambas Américas y si fuese dable a las Islas Philipinas, a costa del Real Erario, la inoculación de la vacuna, acreditada en España y en casi toda Europa como un preservativo de las viruelas naturales."
Para estos fines mandó S.M. formar una expedición marítima compuesta de profesores hábiles y dirigidos por su Médico honorario de Cámara, D. Francisco Xavier Balmis, “que deberá hacerse a la vela cuanto antes del puerto de la Coruña, llevando número competente de niños, que no hayan pasado viruelas, para que inoculados sucesivamente en el curso de la navegación pueda hacerse el arribo a Indias de la primera operación de brazo a brazo, que es el más seguro medio de conservar y comunicar el verdadero fluido vacuno con toda su actividad".
Un mes más tarde, el 1 de septiembre de 1803, el rey Carlos IV, emitió un edicto dirigido a todos los funcionarios de la corona y autoridades religiosas de sus dominios de Asia y América en la cual anunciaba la llegada de una expedición de vacunación y ordenaba que le apoyaran para: vacunar gratis a las masas, enseñar a preparar la vacuna antivariólica en los dominios ultramarinos, organizar juntas municipales de vacunación para llevar un registro de las vacunaciones realizadas y mantener suero con virus vivo para vacunaciones futuras.
Según lo dispuesto por el reglamento de Carlos IV, se escogieron a 22 niños, de la casa de los expósitos de la Coruña, pues los de esta localidad costera estaban acostumbrados a la presencia del mar. Eran los más sanos, de más de ocho años y de menos de diez, que no hubieran padecido viruelas ni hubiesen sido vacunados ni inoculados. Se pidió a la rectora del hospicio de A Coruña, Isabel López Sandalla, que les acompañase en tan largo viaje.
Cinco niños madrileños ya habían sido vacunados sucesivamente, en el trayecto de Madrid a la Coruña, y habían sido devueltos del puerto, a su lugar de origen.
Se escogió como barco una corbeta de doscientas toneladas, la María Pita, que sería gobernada por Don Pedro del Barco, teniente de Fragata de la Real Armada. El equipaje estaba formado por 500 ejemplares del "Tratado histórico y práctico de la vacuna" de Moreau de Sarthe, que deberían ser repartidos en las principales ciudades, varios termómetros, y barómetros para observaciones meteorológicas.
Diez días después llegaron al primer puerto y dos niños pasaron la vacuna a cientos de personas en Canarias. Comenzaba así a cumplirse el fin para el que la expedición había sido encomendada.
Pese al empeño puesto tanto por las autoridades de Nueva España como por Carlos IV, la introducción de la vacuna contó inicialmente con el rechazo de la población indígena, pues la mayor parte de población veía absurdo "no tener viruela teniéndola". Además, “algunos indios dicen que Dios les envía la enfermedad, pero que no permitirán que los españoles se la pasen a ellos y a sus hijos".
Las autoridades, conscientes de la situación, publicaron documentos en un lenguaje muy sencillo, favoreciendo y explicando la inoculación, pero fue sobre todo la Iglesia quien desempeñó un papel primordial para tratar de convencer a la población indígena.
El 9 de febrero de 1804 la expedición llegó a Puerto Rico. Al llegar allí, el recibimiento no fue tan malo como esperaban, puesto que ya habían conseguido la vacuna de la colonia danesa de Santo Tomás.
El 12 de marzo hicieron escala en Venezuela, dónde fue recibida con manifestaciones públicas de júbilo que reconfortaron a los viajeros. Ese mismo día vacunaron a 28 niños.
El 24 de abril ya habían sido vacunadas 2.064 personas en Caracas y había quedado instalada la Junta Vacunal. Balmis fue nombrado Regidor Honorario, título que más tarde confirmaría el Rey. Las autoridades de Caracas se encargaron de difundir la vacuna por Maracaibo, Isla Margarita y Provincia de Cumana.
El 26 de mayo llegó la expedición al puerto de la Habana, estableciendo allí la Junta Vacunal y sus estatutos. Allí propagaron la vacuna por Ciudad Real de Chiapa hasta los confines de la América Central y provincia de Oaxaca en Méjico, mientras que Balmis se encaminaba hacia Veracruz, para extender la vacuna por los territorios de Nueva España.
Y después de haber dejado en todas partes Reglamentos e instrucciones para conservar la vacuna, regresó a la capital mejicana en 1805 y desde allí retomó la última parte de la expedición, esta vez rumbo a Filipinas.
En 1805, la expedición partía del puerto de Acapulco hacia Filipinas, esta vez con veinticinco niños de Guadalajara, Querétaro, Fresnillo, Sombrerete y Zacatecas, que deberían regresar de Manila con doña Isabel de Cendala, una vez cumplida su misión. El viaje fue una penosa travesía de 67 días. Los niños tuvieron que dormir en el suelo por falta de catres y el rozamiento continuo entre ellos había provocado vacunaciones simultáneas con riesgos de malograr la Expedición. Finalmente, el 15 de abril de 1805 desembarcó la Expedición en Manila.
Pese a estar los reyes de Filipinas en guerra con España, la expedición encontró colaboración en el dean de la Catedral de Manila, Don Francisco Díaz Duana, en el capitán don Pedro Márquez Castrejo y en el Sargento Mayor de Milicias Don Francisco Oynelo.
Aún no repuesto de una "endémica y peligrosa enfermedad de diarrea", Balmis decidió embarcarse para Macao en la nave "Diligente".
Después de una penosa travesía en la que una tempestad ocasionó la muerte de 20 tripulantes, "la Diligencia" llegó a Macao el 16 de septiembre. Allí el gobernador portugués don Miguel de Arriaga, y el Arzobispo de Goa, se hicieron vacunar para dar ejemplo al pueblo, y facilitaron a Balmis y a sus acompañantes la adquisición de pasajes gratuitos hasta Lisboa.
De Macao pasaron a Cantón, donde pese a la oposición que encontró la introducción de la vacuna por parte de los factores de la Compañía de Filipinas, la expedición logró cumplir su propósito, pues los ingleses adaptaron una casa como oficina de vacunación a la comenzaron a acudir numerosos chinos, alarmados por la gran epidemia de viruelas que comenzaba a extenderse.
De regreso a Europa, Balmis hizo escala en Santa Elena, el 12 de junio de 1806, donde a fuerza de constancia logró que los ingleses adoptasen la vacuna que habían estando despreciando durante más de ocho años a un compatriota suyo.
Finalmente, la tarde del 14 de agosto de 1806, llegaba Balmis a Lisboa después de haber dado la vuelta al mundo y un mes después, el 7 de septiembre, daba cuenta a S. M del filantrópico viaje.
Habían transcurrido tres años desde que partió de tierras españoles y había logrado, pese a los limitados medios de la época, distribuir la vacuna de la viruela, fomentar el conocimiento para erradicarla a través de la distribución de cuatro mil libros sobre la viruela, muchos de ellos sufragados con el dinero del propio Balmis y del establecimiento de Juntas de vacunación.
Y lo que es más importante, su obra constituía y sigue representado en pleno siglo XXI, los valores más universales: globalidad, filantropía, caridad y solidaridad.
No es de extrañar que el propio Jenner, en una carta a su amigo, el Reverendo Dibbin, escribiera refiriéndose a la expedición de la vacuna de Carlos IV "no me imagino que en los anales de la historia haya un ejemplo de filantropía tan noble y tan extenso como éste".

info: FUNDACIÓN BALMIS

 
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