31 octubre 2008

Todos los Santos

Si hubiera un día y una noche para reencontrarse con el alcayde Nicolás Peris, desde luego ese día sería hoy y la noche sería ésta.

Nuestra querida ciudad (mal)crece a pasos agigantados, ya sea urbanística o culturalmente, incorporando en sus entrañas costumbres y rasgos que no le son característicos. Puesto que desde Alicante Vivo siempre hemos enarbolado la recuperación de nuestro patrimonio cultural y artístico, es preciso recuperar un nombre y una tradición que caracteriza nuestra esencia, y dota nuestra alicantinidad del aura que le corresponde. Estoy hablando de Halloween vs. Todos los Santos, o como voy a llamarlo hoy aquí: Calabazas vs. Castañas. Comencemos en términos becquerianos, así que: "Allá va, como el caballo de copas".

Hace un año, Juanjo dedicó un artículo al Día de Todos los Santos, en el que voy a basarme (amplificatio, amigo) para volver a sentir el viento del otoño en las zigzagueantes calles alicantinas. Y es que el día 31 de octubre, la víspera del 1 de noviembre, coincide con la festividad celta "Samheim" (creyendo que el dios de la muerte hacía volver a los difuntos). Fue la masacre del emperador Dioceclano la que motivó que hubiera que dedicar un día a todos los muertos, el Papa Bonifacio IV el que dedicó un templo a "Todos los Santos", y el Papa Gregorio III el que ubicó la fiesta (y sin goblalización por medio) el día 1 de noviembre. Con el Cristianismo esta vigilia se llamó “All Hallows' Eve” (Vigilia de Todos los Santos) y su importancia fue creciendo con el paso del tiempo al mismo tiempo que se fue transformando hasta llegar a lo que hoy se conoce como “Halloween”. En definitiva: el avezado lector ya identificará que ¡es exactamente lo mismo! ¿Lo es? Entonces, ¿a qué tanto artículo?

Todos los Santos es el nombre tradicional (y si lo defendemos en las calles, ¿por qué no en las fiestas?) sin la traducción al inglés que tanto le gusta al conseller Font de Mora. Y, ciertamente, es la noche en la que las ánimas acuden a tierra y en la que los vivos pensamos acudir al camposanto. Gustavo Adolfo Bécquer escribió en las páginas de El Contemporáneo una de las leyendas más terroríficas de toda la literatura castellana: "El Monte de las Ánimas", íntegramente desarrollada el día de Todos Santos, conectando brillantemente la relación entre el mundo de los vivos y los muertos en un tiempo remoto terriblemente romántico. No aparecen en su obra huesos de santo (entendidos como dulces, claro, porque de los otros hay y muchos) ni buñuelos de viento, pero la ambientación del tercer capítulo merece por sí misma tesis enteras de la historia de la literatura. No es Jack O'Lantern, ni lleva una calabaza por cabeza, son los Alcudiel y los Borges, Alonso y Beatriz, y la sensorial noche de Beatriz que creerá en lo sobrenatural tras la poderosa visión de la cinta azul.

Todos los Santos es la noche a partir de la cual se representa , por lo menos, en un teatro en España al año (buscadlo en Google si queréis, no falla) el drama religioso-fantástico Don Juan Tenorio, que no es precisamente Truco o Trato, porque es infinitamente superior, ya que es una de la mejores materializaciones en lengua española del mito de Don Juan. Acercaos con Don Juan a su segunda parte, al cementerio de Sevilla, ante la tumba de don Gonzalo, a cenar con el comendador.

Los escaparates de las pastelerías de Alicante se vuelven hoy más jugosos de lo normal, la humeante castañara de Maissonave vuelve a ocupar su lugar en la esquina de Zara, los vivos nos reencontramos con los muertos y visitamos el inframundo como otrora don Félix en el Estudiante de Salamanca de Espronceda. En un abrir y cerrar de ojos volvemos al Alicante decimonónico y podemos seguir el olor de los buñuelos y los huesos de santo en cada ventana iluminada de este frío y lluvioso otoño que se cuela, nebuloso y volátil, en todas las ventanas de la ciudad. Es el duende satírico del día, es el "Día de Difuntos de 1836" en el que Larra se pasea por las tumbas del cementerio, como tantos alicantinos haremos en breve, y diremos "aquí yace nuestro patrimonio cultural". Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores, y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas.

LA PUBLICIDAD EN ALICANTE (2ª PARTE)

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Las imágenes publicitarias se acaban convirtiendo, con el paso de los años, en un testimonio del pasado.
Volver a revivir  la publicidad de una época es volver a sentir  “el pulso, el latido del tiempo” de las ciudades y de sus habitantes, el aroma de una vida cotidiana frecuentemente idealizada.
Algunos anuncios impresos de finales del siglo XIX nos informaban sobre la actividad económica alicantina: aduanas, trasportes, fundiciones, tonelerías, fábricas de chocolates, turrones, conservas…e invocaban el prestigio conseguido en un determinado certamen, añadiendo medallas a los envoltorios de sus productos, que comenzaban a tener un nombre. Sorprende comprobar cuántas marcas –algunas casi centenarias- perviven y cuántas han desaparecido en este registro tan particular de las transformaciones económicas y sociales de nuestra comarca.


Las fiestas y el turismo aparecían en artísticos carteles, especialmente desde la aparición de les fogueres. En la de Pérez Galdós de 1930 se podía leer: “Alacant té un clima inmillorable…farem una activa propaganda y atraurem moltísims turistes”. En los años treinta la gente estaba muy familiarizada con la publicidad, incluso de productos y aparatos de importación.
A veces la publicidad se hacía eco de la política, como en el anuncio de la época republicana en el que unos militares que parecían  “malos tipos” mejoraban al pasar por la “Sastrería militar 14 de abril”. Durante la guerra, las proclamas y carteles políticos destinados a la retaguardia iban arrinconando la publicidad comercial. Los escuetos anuncios de las empresas socializadas, dejaban constancia de ese periodo bélico.


En la posguerra, las severas restricciones del periodo quedaron documentadas, precisamente, por la escasa publicidad. La ideología del nuevo régimen orientaba, en algunos casos, a los avispados anunciantes (“los rojos no llevaban sombrero.."), mientras que la economía de subsistencia fomentaba las soluciones baratas (“Tintes Iberia”). La publicidad adoptaba lo de “a mal tiempo, buena cara” mediante pequeños gags visuales (“Matapolillas Polil”). Era una época de silencio en la que se aplaudían “las virtudes del ahorro”.
¡Qué remedio!
El optimismo aperturista de mediados de los cincuenta permitió anunciar equipamientos y, sobre todo, bienes de consumo: aparatos de radio, electrodomésticos, máquinas de coser… Comenzaban a convivir, aunque mal, los catálogos de botijos de Agost con los anuncios de las primeras neveras que iban llegando a la capital.


En los eufóricos sesenta (cuyo símbolo consumista era el 600), las oleadas de turistas y la explosión demográfica, incrementada por la inmigración, propiciaban el boom de la construcción, patente en la publicidad de la época (“le sería más fácil vivir en Virgen del Remedio”).
Cambiaban nuestros hábitos de consumo a golpe de marcas y anuncios (“Compre en Espinosa y no piense en otra cosa”). Incluso la propaganda política aceptó las expresiones publicitarias (“Si eres alicantí, vota a Antolí”)


Desde la época de la transición “la chispa de la vida” y “el genuino sabor americano” acompañaban a los alicantinos en su camino hacia la aldea global.
Verdaderos logros en el campo de la comunicación cultural, el ocio, y el espectáculo, dieron en los noventa una brillantez y eficacia nunca antes vista en la publicidad


Fuente: José Piqueras Moreno
MEMORIA GRÁFICA DE ALICANTE Y COMARCA

30 octubre 2008

¡QUÉ BONITO CEMENTERIO! II

Seguimos con la segunda parte de este artículo de actualidad por las fechas en las que estamos.
Y no me refiero únicamente al día de los difuntos que se conmemora en la tradición católica (aunque como muchas de estas conmemoraciones, han dejado de ser exclusivas de los católico-practicantes y se han extendido como una costumbre más al resto de la sociedad), pero al margen de este aspecto, en estos días asistimos a la exposición pública del nuevo PGOU y sorprendente y agradablemente, en uno de sus apartados, se contempla la protección de determinados elementos de nuestro cementerio.
En esta segunda parte, se incluyen varios mausoleos y panteones, unos de ellos edificados para este cementerio en particular y otros que fueron trasladados desde su anterior ubicación en el Cementerio de San Blas. Hay estilos variados, desde modernistas hasta art-decó e incluso en el Panteón de Mario Flores Arroyo se recomienda proteger un mosaico de Manuel Baeza que existe en su interior. Igualmente, se recomienda proteger algún elemento vegetal como el propio Vial de los Cipreses, unas buganvillas del interior a las que se le atribuye una edad cercana a los 80 años y unos cipreses casi centenarios. En el estudio que el nuevo PGOU ha hecho de todos estos elementos, además de pedir su protección,se aconsejan determinadas actuaciones para mejorar y poner en valor los diversos elementos a proteger.
La puerta de entrada al Cementerio Municipal de Alicante, consta en el proyecto del cementerio original realizado por D.Francisco Fajardo Guardiola, aunque en la portada de la misma aparece la fecha de 1924. Inicialmente se concibe como una única puerta, pero a mediados del siglo XX se construyen las dependecias laterales destinadas a labores administrativas y se transforma en una puerta exterior y otra interior, que deja entre ambas un espacio abovedado a moddo de umbral.


Entrada en los años 20 y en la actualidad.



Buganvillas octogenarias, cipreses interiores y el Vial de los Cipreses.


Mausoleo de Manuel Prytz.


Mausoleos de José Botella Torremocha y Sebastián Cortés.


Mausoleo de Guillermo Campos Carrera.

Mausoleo de Aurora Conca, vda. de Luna.

Tumba del torero Ángel C. Carratalá



Mausoleos de C.R. MIñoles Gómez, José Soler González y Aurora Dallud.


Panteón de las Religiosas de Jesús y María.



Tumbas de Tecla Budesca, Hnos. Pedrós Moreno y familia Guardiola Forgas.



Panteones de Víctor Viñes, familia Anta y Enriqueta Mora.

Panteón de Mario Flores Arroyo. Detalle de mosaico de Manuel Baeza.



Panteones de M. García Segovia, familia Ribelles Mazón y P.A. Piqueres Aznar.
Finalizada la Guerra Civil, se amplía la superficie del cementerio, constuyéndose la cripta que según placa que existe(o que existía) junto a la puerta, estaba dedicada a los "vencedores de la contienda".Es un edificio de planta cuadrada de Félix de Azúa, situado sobre una elevación a la que se accede por medio de escalinata frontal y rampas laterales. La cripta, al situarse sobre una elevación se hace visible a gran distancia, transformándose en el hito del recinto.


Cripta franquista: exterior e interior.


Imagen de ayer mismo, de los "fornets" adosados a la valla de entrada del Cementerio. La mayoría son de niños y de los años 30:



Vista general de la zona nueva, con profusión de mármoles macaeles y granitos y con diseño muy similar en casi todas las tumbas:

 
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