29 diciembre 2010

ZOOLOGÍA URBANA. EXTRAÑA SIMBIOSIS


Uno no debería asombrarse de que haya gente con conciencia ciudadana, que cumple con sus obligaciones. Pero en este mundo insolidario y caníbal, ver al dueño de un perro recoger las cacas con una bolsa de plástico y tirarlas a la basura sigue siendo un espectáculo de agradecer. Cuando esto ocurre, uno ve lo que debe ver: una persona humana (valga la no sé si redundancia, porque me da que hay personas que no son humanas), paseando a su perro o perra y cuidándolo, o cuidándola, con el amor que debe esperarse de un ser superior hacia su inocente mascota.

Pero, ay, otras veces uno ve, o pisa, que es peor, una repugnante caca de can abandonada enmedio de la acera para disfrute de las suelas de los convencinos. Es curioso que estas mierdecillas, o mierdotas, que de todo hay, nunca se depositan ante el domicilio del dueño, o dueña, del animalito.

Los últimos estudios de eminentes zoologos de gran prestigio aseguran que en estos casos se da una original simbiosis urbana, la llamada SIMBIOSIS CATABÓLICA CÁNIDO-PORCINA, que es cuando un PERRO cagón va acompañado de un CERDO.

No somos nadie.

MIGUEL ÁNGEL PÉREZ OCA
Artículo de opinión publicado
conjuntamente con su blog

28 diciembre 2010

ALICANTE CONTRA LOS 100.000 HIJOS DE SAN LUIS (2a PARTE)


Los promovedores de la causa liberal.

En Alicante el liberalismo tuvo seguidores entre los oligarcas del Antiguo Régimen, muy ligados al tráfico comercial y deseosos de engrandecer su patrimonio con la abolición de los mayorazgos y las desamortizaciones, según ya avanzamos. De mentalidad capitalista, con frecuencia explotaban sus tierras arrendándolas a los labradores entre cuatro y cinco años. El quinto barón de Finestrat, don José Pascual del Pobil Guzmán, asumió a la perfección tal paradigma. Poseyó varios señoríos en tierras valencianas y más de 19 hilos de agua en nuestro término. En 1820 fue el alcalde primero del Ayuntamiento constitucional, y en 1821 presidente de la Junta de Regantes de la Huerta de Alicante. Su fortuna en la Terreta sólo era superada por la del Conde de Soto-Ameno, don Nicolás Escorcia Ladrón y Pascual del Pobil, que disponía de 24 hilos de agua. En el círculo de nobles liberales ingresarían también los marqueses del Bosch, los Rojas emparentados con los Canicia y los Pascual de Bonanza y descendientes de los Martínez de Vera. De linajes ya destacados en los siglos XIV y XV, que entroncaron a veces en el XVI-XVII con ricas familias de mercaderes italianos, su peso en la política liberal-conservadora del Alicante decimonónico es indiscutible.

Los nuevos grupos de comerciantes enriquecidos imitaron el proceder de la veterana aristocracia local. El éxito en los negocios conducía a la compra de tierras y a la participación elitista en las instituciones locales. El liberalismo abría la puerta del engrandecimiento familiar y del reconocimiento comunitario, caso de los Lafora y de los Bernabeu. Mariano Piqueres, que presidió el Ayuntamiento constitucional en 1820, descendía de Francisco Piqueres, el palero que en 1769 fue comisario por la parroquia de San Nicolás en las elecciones de diputados del común y síndicos personeros.

Nuestra condición de plaza militar mediterránea reforzó tal orientación liberal, visible entre nuestros clérigos. Entre la oficialidad del Ejército las simpatías por la causa eran muy fuertes, al igual que en Italia, Francia y Rusia. El radical coronel Antonio Fernández Bazán, ligado ideológicamente a Torrijos y a Espoz y Mina, dirigió nuestra Fábrica de Tabacos en 1822 y encabezó la expedición contra la Orihuela absolutista. Tuvo una fuerte amistad con Bartolomé Arques, Arquetes, que formó en abril de 1823 una partida de 50 hombres y participó en su fracasada intentona liberal de 1826. La adhesión al liberalismo también la asumieron el comandante general Joaquín de Pablo Chapalangarra, que cayó años más tarde en la lucha para derrocar el absolutismo, y un número significativo de exiliados italianos, entre ellos el teniente coronel Esteban Flogieti. La resistencia potenció los sectores más radicales con la llegada de personas muy comprometidas con la causa liberal, que a veces forzaron la voluntad del ala local más moderada.

Espoz y Mina

El auxilio al resto del Reino de Valencia.

Ante la crítica situación de Valencia, los alicantinos fortalecieron las defensas liberales en la línea del Júcar. Inquietaba sobremanera la irrupción enemiga en la vecina provincia de Játiva y su entrada en el Norte de la nuestra. Las lecciones de la pasada Guerra de la Independencia permanecían muy frescas, cuando la ocupación de Denia en 1812 amenazó Alicante, y el triángulo Villena-Biar-Castalla entre 1812-13 resultó vital para su protección.

El 3 de mayo se libró a la asediada Valencia la cuantía de 250.000 reales para su cada vez más difícil defensa. Se auxilió la marcha del Batallón Provincial de Patriotas con el complemento de 6.000 reales. Esta fuerza, de 597 plazas organizadas en 8 compañías, fue organizada por el capitán de artillería retirado Andrés Vicedo, y reforzaba a los 300 soldados del Regimiento de Navarra destacados en la División del Júcar. Bien puede sostenerse que los liberales prosiguieron, bajo otro ropaje, los antiguos usos forales de cooperación defensiva entre municipios cuando el viejo Reino valenciano era agredido, asistiendo de manera acusada a las autoridades reales. Una vez más se dieron cita herencias persistentes e imperativos pragmatismos en la forja de las instituciones del liberalismo.

El repliegue liberal hacia Alicante.

Desde el comienzo de la guerra buscaron refugio en nuestra ciudad no pocas personas ante los avances absolutistas, prosiguiendo la corriente de refugiados italianos tras el fracaso de la Revolución en los reinos de las Dos Sicilias y Cerdeña en 1821. Rememorando las trágicas jornadas de la Guerra de la Independencia la Audiencia del Reino de Valencia también se desplazó a nuestra ciudad para evitar el colapso de la administración pública.

Los negociantes alicantinos lo juzgaron en los primeros días como una oportunidad de oro para impulsar sus proyectos de obras públicas y acondicionamiento urbano, pero el empeoramiento de la suerte de las armas liberales malogró tales esperanzas. Alicante se encaró con la angustia de la saturación humana y del desabastecimiento. Muchos se pusieron en camino hacia nuestra tierra antes de caer en manos absolutistas con la esperanza de preservar el fuego sagrado de las libertades. El 11 de junio los milicianos nacionales, el ejército de operaciones y las autoridades (conduciendo a los presos) evacuaron Valencia. Siguieron la ruta Canales-Albaida-Alcoy-Jijona, con los franceses amenazándolos desde Fuente la Higuera provenientes del ya conquistado Madrid, hasta alcanzar Alicante el 16 de junio.



Esta nueva llegada de liberales comprometidos alteró el precario equilibrio político del cada vez más acosado Alicante. El moderado conde de Valdecañas, presidente de la Junta y comandante general interino del Distrito 8º., dudó de nuestra capacidad defensiva, conmocionando al pueblo y a los milicianos el 20 de junio. La situación se calmó por el momento con la marcha de la Milicia de Valencia a Cartagena.

El dispendioso coste de la causa.

Alicante soportó una enorme carga. Todavía se arrastraba la carencia de un moderno Cuerpo de Intendencia que proveyera de víveres a las tropas. El Intendente de la Provincia desde la Nueva Planta abastecía a su modo el ejército, supervisando con autoridad la contribución puntual de los municipios. No se disponía de modernos almacenes y de verdaderas unidades de transporte dependientes de las fuerzas armadas, alquilándose acémilas y carros con sus conductores. Los negociantes de las localidades donde se encontraban las tropas proporcionaban los alimentos necesarios. El reformismo liberal en materia militar se había demostrado insuficiente, y la nueva invasión francesa rememoró no pocas de las angustias de la napoleónica. Los municipios tuvieron que encarar las dificultades de la Guerra Patriótica.

Cuando los impuestos liberales no gozaban de popularidad entre las capas más modestas, la Junta Auxiliar no cobró las contribuciones al estar pendiente en abril la cosecha de granos. Los dispendios militares se incrementaron con la compra de municiones y víveres, y el mantenimiento de tropa y fortificaciones. La guerra obstaculizó el comercio. Además, en la aduana de Alicante, denunciaba Andrés Ortiz de Zárate, se falsificaban rúbricas desde el término de la Guerra de la Independencia al menos, deteriorando las rentas públicas la corrupción y el contrabando.

Se recurrió a la añeja solución del empréstito forzoso al comercio, con la garantía de la recaudación de la cuestionada aduana, junto a las inseguras contribuciones directas. Desde la Baja Edad Media la oligarquía alicantina había invertido en deuda municipal a través de los censales, aprovechando las urgencias de la apurada Monarquía española.

En un primer préstamo de mediados de abril se lograron 500.000 reales de vellón, cantidad de enjundia si consideramos que el mantenimiento del ejército estacionado en el Alicante de septiembre de 1812 ascendía a 260.000. La perentoria urgencia del auxilio de Valencia obligó a librar 250.000 reales el 3 de mayo, además de los ya citados 6.000 de ayuda de marcha del flamante Batallón Provincial.

Valencia en el siglo XIX

La contrariedad de la guerra y la afluencia de refugiados castigaban nuestras mermadas arcas. El 17 de junio el general en jefe del 2º. Ejército de Operaciones se quejó de la falta de vituallas en nuestra plaza. Los grandes comerciantes concertaron un nuevo empréstito de 200.000 reales a reintegrar en barras de plata. El Ayuntamiento se comprometió a aportar a la guarnición 4.500 fanegas de trigo (unos 150.750 litros) y 1.500 de cebada (50.250). Se arbitró el cambio de sal o tabaco por 2.000 quintales de plomo con la Diputación de Almería.

Los apuros se intensificaron en agosto. El día 5 el comandante general Chapalangarra encareció que se entregaran 400.000 reales y 12.000 arrobas de harina (153. 504 kilos) a la División de Bazán. Se tuvo que contraer un préstamo más, de 681.000 reales. Se impuso un tributo municipal de 320 reales por la tenencia de cada hilo de agua, abonable en metálico, plata o la cesión de derechos. Afectaba a nuestras grandes fortunas, situándose en la línea de la contribución obligatoria impuesta por Espoz y Mina a los grandes propietarios de Barcelona. Sin embargo, pocos lo satisfacieron, ayudándose de la treta de avanzar escasas cantidades sin pagar todo el montante o ausentándose de sus deberes. Se alcanzó a vender a diversos comerciantes italianos las campanas de templos y conventos, ejemplo de impiedad liberal para los absolutistas.
El sacrificio alicantino resultó extenuador, máxime tras los desastres de la guerra contra Napoleón. La cuantía de los empréstitos ascendió a un mínimo de 1.381.000 reales, mientras que en el más benévolo 1842 la contribución de todo el Partido de Alicante sólo alcanzaba los 927.304. Una punción de tal magnitud, sin contar las compras de alimentos y municiones, significaba el 18% de la recaudación aduanera del citado 1842.

Los residentes franceses en Alicante.

La arremetida de los Cien Mil Hijos de San Luis se inscribió en una dilatada trayectoria de hostilidad hispano-francesa, inconveniente que no paralizó ni en los momentos más críticos las vitales relaciones comerciales entre sí. La colonia mercantil francesa detentaba un importante protagonismo en Alicante desde la segunda mitad del siglo XVII. Los grandes puertos de la fachada atlántica de Francia nos abastecían de bacalao y manufacturas, y con dirección a Marsella se embarcaban todos los años valiosas cargas de barrilla para la elaboración de cotizados jabones. Los negocios adquirieron tal volumen a lo largo del XVIII que no escasos comerciantes de origen francés se naturalizaron en la Terreta, adquiriendo bienes raíces y fundando una familia, como sucedió con los señeros Maisonnave.

Durante la Guerra de la Independencia se consiguieron evitar las matanzas de franceses que ensombrecieron la Valencia de 1808, pero en la primavera de 1823 los viejos fantasmas se cernieron sobre la comercial Alicante. Las relaciones se enturbiaron por la detención en Marsella de ocho buques españoles y la declaración de hostilidades de la armada francesa en el Mediterráneo.

Rafael Bernabeu propuso el encarcelamiento de todo francés que no acreditara una fianza, además de confiscar sus bienes en beneficio de la causa patriótica. Esta clase de represalias ya fueron adoptadas a finales del XVII con el aplauso de una población atemorizada por la amenaza enemiga y que juzgaba de quintacolumnistas a los residentes franceses. En 1823 las evoluciones de las naves de Francia en aguas de las Marinas, cuando una fragata se encaró ante Denia, predispusieron a ello. No extrañe que los informes de las autoridades consulares francesas, bien estudiados por Antonio Moliner, nos hablen de la buena acogida dispensada a las tropas de su país tras la capitulación definitiva de nuestra ciudad el 11 de noviembre.

La completa militarización de la autoridad pública.

En la primera semana de julio los invasores se encontraban a dos leguas de nuestras murallas, prestos a bloquearnos según practicaron en otros puntos.

Desde Cartagena el general Torrijos envío a Chapalangarra hacia Alicante al frente de los batallones de línea de Zamora y de Navarra, del Provincial de Soria, del Provisional de Teruel, de las compañías del Provincial de Chinchilla, de dos batallones de la Milicia Nacional de Valencia, de las fuerzas ligeras del Batallón de Miquelets de Tarragona, de las compañías del Resguardo Militar de Navarra, de las de Seguridad Pública, de varias partidas, una batería, cien caballos, y una división naval. Esta División se articuló en dos brigadas dirigidas por el coronel Bazán y el brigadier coronel Irribarren. Las fuerzas de ligeros y algunas del batallón de Zamora en particular hicieron el trayecto por tierra protegidos desde el mar por siete faluchos y la polacra del capitán Riquert (azote de contrabandistas). El 25 de julio entraron en Alicante.

El General Torrijos

Irribarren había sido designado comandante militar accidental por el conde de Valdecañas, y siguió la estrategia de salidas puntuales contra los sitiadores. En una se arriesgó a hostilizar en San Vicente del Raspeig al realista Samper, que contaba con 3.000 infantes y 800 jinetes. Ante la embestida de tal fuerza de caballería formó en cuadro, salvándose del trance por el socorro que los vigilantes alicantinos, que oteaban la acción desde el castillo de Santa Bárbara, le enviaron.

El 5 de agosto llegó a Alicante al frente de mil hombres Joaquín de Pablo Chapalangarra en calidad de comandante general de la provincia. Encaró con brío la preocupante carencia de recursos materiales. En uso de la Real Orden del 25 de mayo unió el mando político al militar. El 23 de septiembre ordenó celebrar con solemnidad la conmemoración del inicio de las sesiones de las Cortes de 1810. Durante aquellas jornadas las fuerzas liberales se batieron con coraje en las acciones del Jardín Botánico, del Barranco de las Ovejas, El Portixol, Santa Pola, Muchamiel, Villajoyosa, San Juan, y Elche.

Joaquín Romualdo de Pablo
y Antón (Chapalangarra)


La capitulación honrosa.

El curso de la guerra en España resultó desastroso para los liberales. El 4 de agosto el general Ballesteros capituló en territorio granadino ante el enemigo. Las plazas fuertes bajo su mando, como Cartagena y Málaga, desobedecieron la rendición. El 8 de agosto el duque de Angulema promulgó el Decreto de Andújar para prohibir todo arresto político sin el consentimiento de las fuerzas francesas, deseando evitar violencias que prolongaran la guerra. El envío de Riego a Málaga se saldó con el fracaso el 14 de septiembre. El 1 de octubre el rey fue liberado de la custodia liberal tras la caída de Cádiz, embarcando hacia Puerto de Santa María para reunirse con Angulema. El 3 decretó la rendición de Alicante.

Nuestros liberales se mantuvieron firmes y buscaron una rendición honrosa, respetuosa con las personas y sus bienes. El coronel comandante en Elche Vicent Foullon de Doué, y el vizconde de Bonnemains, comandante de la 6ª. División del Ejército de los Pirineos, la procuraron. El 6 de noviembre se negociaron en Elche los términos de la capitulación, que se harían efectivos el 11.

Cesaba toda resistencia, comprobada la disolución del régimen constitucional. Los milicianos desarmados de Valencia podían retornar a sus hogares escoltados. Las tropas regulares partícipes de la resistencia se acantonarían hasta nuevo aviso en Jijona, Alcoy, Cocentaina y alrededores. El personal de marina y de la hacienda militar gozaría del mismo trato que la guarnición. Se reconocía sobre el papel la licencia temporal para visitar a los familiares, el resguardo de la condición militar, la garantía de manifestación conforme a las leyes, y la concesión de pasaportes. Se precisó la entrega a las tropas francesas de los castillos de Santa Bárbara y San Fernando, de las puertas de San Francisco y Nueva, y de la isla de San Pablo o de Tabarca, donde se depositaría con honor la bandera coronela hasta ser librada a la Milicia Nacional en 1834, ya defenestrado el absolutismo fernandino.

Alicante fue la postrera plaza liberal en rendirse. El 2 de noviembre se acordaron las capitulaciones de Barcelona, Tarragona y Hostalric, el 5 la de la Cartagena comandada por Torrijos, y el 9 la de Menorca. Muchos lo recordaron con orgullo pasados los años.

Una reacción condenada al fracaso.

Entrados los franceses en Alicante, el comandante Chapalangarra y no pocos liberales optaron por marchar a Gibraltar, no fiados de las promesas absolutistas. El 12 de noviembre, el vizconde Bonnemains tranquilizó a la población al anunciar respetar el orden. Al día siguiente el nuevo comandante de la plaza, Talabot, ordenó el buen comportamiento de las tropas francesas con los alicantinos. Los cerca de mil milicianos valencianos emprendieron el retorno al hogar el misma día 12, marchando por Muchamiel, Villajoyosa, Altea, Benisa, Ondara, Oliva, Cullera y Silla bajo la escolta del 4º. Regimiento de Línea francés. El Batallón de Soria, el Resguardo de Navarra y los Miquelets de Tarragona lamentaron desdichas en su camino.

El ambiente se endureció con la arribada del brigadier Pablo Fermín de Iriberry como gobernador de Alicante el 5 de diciembre. Los franceses no permanecieron durante años en Alicante como en Cádiz, Barcelona o Pamplona. Los poderes del gobernador eran los de las viejas instituciones absolutistas. En 1826 desarboló la expedición de los hermanos Bazán, pero a partir de 1833 el liberalismo impuso sus reales en España y Alicante. Su resistencia a favor del liberalismo no fue intrascendente.


VICTOR MANUEL GALÁN TENDERO
(fotografías añadidas por Alicante Vivo)


Fuentes y bibliografía.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE ALICANTE, Sección de protocolos notariales, correspondiente a don José Fernández de Padilla, número 0933.

ARCHIVO MUNICIPAL DE ALICANTE, Armario 9, Libros 115-117.

ARNABAT, Ramon, La revolució de 1820 i el Trienni Liberal a Catalunya, Vic, 2001.

ARTOLA, Miguel, La España de Fernando VII, Madrid, 2005.

BOIX, Vicente, Crónica de la Provincia de Alicante, Madrid, 1868.

CUTILLAS, Enrique, La Santa Faz (1800-1900). Del sentir popular a la posesión de las élites, Alicante, 2001.

DE ORGA, José, Apuntes históricos de la Milicia Nacional de Valencia, desde su creación en el año 1820 hasta 1823, Valencia, 1855.

FONTANA, Josep, De en medio del tiempo. La segunda restauración española, 1823-1834, Barcelona, 2006.

JOVER, Nicasio Camilo, Reseña histórica de la ciudad de Alicante, Alicante, edición de 1978.

LA PARRA, Emilio, Los Cien Mil Hijos de San Luis. El ocaso del primer impulso liberal en España, Madrid, 2007.

LLORCA, Rafael, “La ciudad de Alicante en 1823: resistencia de un núcleo liberal frente a los Cien Mil Hijos de San Luis”, pp. 423-440 del primer volumen de Las guerras en el primer tercio del siglo XIX en España y América, Madrid, 2005.

MOLINER, Antonio, Revolución burguesa y movimiento juntero en España, Lérida, 1997.

PASTOR DE LA ROCA, José, Historia General de la Ciudad y Castillo de Alicante, descripción de sus monumentos, ruinas, topografía, usos, costumbres y sucesos memorables relativos á la misma desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, Alicante, 1854.

VIRAVENS, Rafael, Crónica de Alicante, Alicante, 1876.

27 diciembre 2010

LA CRUZ DE LOS CAÍDOS ESTRENA NUEVA IMAGEN

La Cruz de los Caídos situada en la confluencia de las Avenidas de Federico Soto y Doctor Gadea estrenó hace unos días su nueva imagen. Después de 70 años sin ser sometida a ninguna limpieza, el Ayuntamiento dentro del segundo plan de restauración de esculturas y monumentos ha procedido a limpiar todo el aplacado del ex-monumento franquista dejándolo reluciente como el primer día.

Este polémico monumento fue proyectado en 1939 por el arquitecto municipal Miguel López poco antes de su lamentable proceso de depuración (si bien años después regresaría a su cargo). Después de varios aplazamientos fue inaugurado el 9 de junio de 1940 quedando dedicado sólo a los "CAIDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA". En 1987 siendo alcalde de Alicante el socialista José Luis Lasaletta se modificó esta inscripción franquista pasando a dedicarse el monumento a todos los caídos. La inscripción quedó así: "1936-1940. A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES QUE MURIERON EN DEFENSA DE SUS IDEALES". Con su nuevo significado fue reinaugurada el 8 de marzo de 1987.




Ya hablamos de la Cruz de los Caídos en ESTE ENLACE
--------
Otro monumento polémico: el de Agua Amarga.
Conoce nuestra postura oficial en ESTE ENLACE

26 diciembre 2010

LOS VÁNDALOS DE ALICANTE OS DESEAN FELIZ NAVIDAD

Javier García Galán, amigo de Alicante Vivo nos envía estas fotos del Panteón de Quijano tomadas ayer. Como podemos observar poco ha durado el monumento funerario intacto puesto que uno de los relieves de Trino González de Quijano recientemente repuesto ha sido arrancado.

Lamentamos profundamente este acto vandálico que viene a sumarse a otros recientes como la destrucción de la fuente del Niño Flautista, el ataque al monumento de Agua Amarga o la mutilación de la nariz del busto del Doctor Rico, esculturas todas ellas restauradas y pagadas con dinero público recientemente.

Aquí tenéis las fotos enviadas por Javier... hablan por sí mismas...



Agradecemos desde aquí a Javier que nos haya enviado estas fotografías con tanta premura. Ser alicantino duele

25 diciembre 2010

ALICANTE CONTRA LOS 100.000 HIJOS DE SAN LUIS (1a PARTE)

La España liberal en el punto de mira de la Europa absolutista.

En el otoño de 1822 se reunió en Verona el último Congreso de la Santa Alianza. Desde la primavera de 1820 las grandes potencias absolutistas se encontraban inquietas ante el triunfo liberal en España, la nación que tanto se significó en la derrota de Napoleón y que promulgó en el sitiado Cádiz de 1812 una emblemática Constitución para los liberales de ambas orillas del Atlántico, la popular Pepa. La desconsiderada reacción de Fernando VII la silenció entre 1814 e inicios de 1820, y se apartó de la más conciliadora senda del más escarmentado y astuto absolutismo francés. Los historiadores enjuician tal reacción de extrema, distanciándose del compromiso entre Antiguo y Nuevo Régimen defendido por los adalides más perspicaces de la Restauración europea.

Promulgación de "La Pepa"

Las grandes potencias beneficiarias del hundimiento napoleónico (Gran Bretaña, Rusia, Austria y Prusia) querían evitar un nuevo incendio revolucionario que convulsionara a sus súbditos, impugnara sus instituciones y alterara su autoridad internacional. En el Congreso de Viena (finalizado en 1815) cooperaron en la reconstrucción del equilibrio de poder europeo, muy provechoso para la hegemonía británica en Ultramar, satisfactorio para la Austria imperial y un tanto frustrante para las aspiraciones rusas. El imaginativo zar concibió la idea de una Santa Alianza de las grandes potencias cristianas contra los avances de la impiedad liberal. La prudencia aconsejaba reintegrar a la Francia de Luis XVIII, purgada de excesos revolucionarios, en la gran familia internacional, y de desviar a los veteranos oficiales napoleónicos de aventuras de cambio político. Mientras España, la gran potencia de tiempos de Carlos III, era marginada de tales acuerdos, debatiéndose entre la ineptitud política, los problemas de reconstrucción tras la Guerra de la Independencia y la separación de gran parte de sus dominios americanos.

El éxito de los liberales españoles, tras la rocambolesca empresa de Riego, obtuvo grandes simpatías entre los europeos más aperturistas, especialmente entre los militares hartos del caduco absolutismo de Francia y Rusia. Se produjeron movimientos revolucionarios en las Italias y Portugal, alcanzando la onda a los patriotas griegos rebeldes a los turcos. Los vencedores de Viena se sintieron en peligro y culparon de sus desdichas a la España liberal. En el Congreso de Verona se jugó la carta de la intervención militar francesa ante el temor de un despliegue de fuerza ruso en la Europa Occidental, muy perturbador para Austria. Gran Bretaña arrancó de Francia la garantía de no invadir su tutelado Portugal, no prolongar el ataque a las Indias y no ocupar permanentemente España. El mismo duque de Wellington, de ideas conservadoras, asesoró en la nueva invasión peninsular a los franceses, que vieron la ocasión propicia para vengarse de la humillación napoleónica, afirmarse como gran potencia y perjudicar de paso la competencia de la naciente industria catalana.

El alba liberal en Alicante.

Los invasores no se encararon con una nación unida alrededor de su Constitución, sino lamentablemente resquebrajada. El desleal Fernando VII, que juró defenderla tras aceptarla a regañadientes en marzo de 1820, se consagró a poner palos en la rueda de los liberales por todos los medios. Se daba la paradoja que los defensores del parlamentarismo también lo eran de la autoridad moderadora de la realeza, dotada del derecho de vetar las leyes hasta tres veces consecutivas. La imperativa complicidad entre el monarca y las Cortes fue un deseo que Fernando, lejos de aceptar, deterioró al apoyar toda clase de intentonas absolutistas, echando leña a la división de los liberales entre moderados y radicales. Aprovechándose de las angustias de los campesinos empobrecidos por el pago de las nuevas contribuciones liberales, el 15 de agosto de 1822 se estableció en el Norte de Cataluña la amenazadora Regencia reaccionaria de Urgell.

En España era un órdago en toda regla contra el constitucionalismo, que en caso de fracasar por sus propios medios facilitaría la nueva invasión francesa. Ya el 14 de julio anterior los absolutistas se pronunciaron con éxito en Orihuela, que durante el Trienio Liberal (1820-23) formó parte de la provincia de Murcia. Esta intentona fue sofocada por las fuerzas de los liberales alicantinos con celeridad.

Alicante era una de las grandes plazas del liberalismo español junto a otras ciudades litorales de intensa vida comercial, aunque la expedición de Ascensio Nebot en defensa del pronunciamiento de Riego en Torrevieja y Benidorm sólo suscitara unos pasquines favorables a la Pepa en febrero de 1820. La incertidumbre recomendaba una actitud prudente, que se tornó expansiva cuando se supieron las nuevas del éxito liberal. El gobernador absolutista Wenceslao Prieto fue destituido, y el Cabildo Extraordinario del 12 de marzo restableció el Ayuntamiento constitucional de 1814. El 19 de marzo, celebrando el octavo aniversario de la proclamación de la Carta Magna, se puso una lápida conmemorativa en la Plaza de la Constitución, culminando la jornada con un sermón en San Nicolás del presbítero liberal Mariano Ramonell.

Plaza de la Constitución en 1913 (actual Portal de Elche)

La importancia de su tupida red comercial (de la América del Norte al Oriente del Mediterráneo) en la fortuna y posición de la oligarquía local, la destacable concentración desde 1801 de operarias y en menor cuantía de empleados técnicos y administrativos en la Real Fábrica de Tabacos, la movilización patriótica desde marzo de 1808 en numerosas y animadas reuniones en cafés, en las que oradores improvisados eran escuchados con pasión por civiles y militares, y la quiebra de las instituciones implantadas aquí desde 1709 ante el gravísimo estado de emergencia nacional a partir del Dos de Mayo (conocido por los alicantinos doce días después) abrieron en Alicante la senda del liberalismo.

No en vano el 28 de mayo de 1820 destacados liberales locales, como Rafael Bernabeu o Mariano Piqueres, establecieron madrugadoramente la Sociedad Patriótica de Amantes de la Constitución, una escuela de debate parlamentario y foro de cabal conocimiento de las nuevas ideas. El rey y los más moderados enfriaron las ansias de las sociedades patrióticas en las Cortes en el otoño de 1820, pero no fueron capaces de detener en urbes como la nuestra los progresos de la prensa más radical y menestral de carácter crítico-satírica, ni de evitar la popularidad de la Milicia Nacional entre las capas medias y bajas. En tal ambiente la Constitución encarnó las viejas leyes españolas mancilladas por el despotismo y las virtudes de la Iglesia de Jesús en boca de eclesiásticos liberales como el exaltado Ramonell. La aristocracia de hacendados y comerciantes de Alicante la aceptó con la vista puesta en los beneficios de la supresión de mayorazgos y de la desamortización de bienes eclesiásticos, liberándose de paso del control municipal del gobernador militar.

La concesión de la capitalidad provincial reforzó el vínculo con el liberalismo. El 23 de abril de 1820 un gentío exigió al nuevo Ayuntamiento en la Sala Capitular que declarase Alicante cabecera de provincia separada de Valencia. En marzo de 1822 Alicante fue erigida en capital de una de las nuevas cincuenta y dos provincias españolas, catalogándose de segunda en el seno de cuatro categorías administrativas por su población y riqueza, con derecho a elegir cuatro diputados a Cortes. Esta primera provincia alicantina no incluía ni Orihuela (dentro de Murcia) ni Denia, en la efímera provincia de Játiva, pero los acontecimientos marcharon con marcialidad por todos los rincones de la Piel de Toro.

Una nueva invasión francesa.

El 23 de enero de 1823 Luis XVIII declaró ante las Cámaras de su reino que cien mil franceses invocando al Dios de San Luis conservarían el trono de España para un descendiente de Enrique IV. Sin previa declaración de guerra la invasión de España comenzó el 7 de abril con el acopio de enormes provisiones, que a menudo llegaron tarde. Prestos a evitar las carencias de abastecimiento de la guerra napoleónica que vivaqueaba sobre el territorio conquistado, germen de hostilidad popular y fermento de las guerrillas, los atacantes encomendaron la intendencia al negociante Gabriel Ouvrad. La fuerza expedicionaria se articuló en cuatro cuerpos de operaciones y uno de reserva, oscilando sus efectivos a lo largo de la intervención entre 90.000 y 120.000 hombres. Bajo el mando supremo del duque de Angulema, gran parte de sus comandantes eran veteranos de la pasada Guerra de la Independencia. En sus filas combatió el propio príncipe de Saboya Carlos Alberto, reputado más tarde por uno de los primeros campeones de la unificación italiana, para hacerse perdonar sus simpatías por la adopción de la Pepa en el Reino de Piamonte en marzo de 1821. De 12.500 a 35.000 españoles realistas cooperarían con las fuerzas francesas.

Nuestros divididos liberales alinearon una tropa regular de sólo 50.000 soldados en tres Cuerpos y uno de reserva. Las Capitanías Generales en las que se dividía España no formaban Cuerpos de Ejército o Divisiones, y en caso de guerra se formaban Cuerpos a propósito, comandados por Generales en Jefe designados para la ocasión. Sobre alguno de sus comandantes pesó el delito de traición, caso del general Ballesteros, al frente de una mal organizada fuerza de 14.000 infantes y 3.000 jinetes con la misión de cubrir Navarra, Aragón y Valencia, en disputa con el general francés Molitor, cuyo objetivo al mando del 2º. Cuerpo era la ocupación de los reinos de Valencia, Murcia y Granada, disponiendo de 20.300 infantes y 5.000 jinetes. De las dificultades de los defensores de la causa liberal da idea que el combativo general Espoz y Mina en Cataluña abandonara el campo al enemigo, descartando acciones guerrilleras, recluyera a muchos de sus 20.000 soldados en poblaciones importantes, y redujera sus fuerzas de maniobra. Tras evitar los grandes choques con los invasores, la rendición paulatina impuso su ley sin contemplaciones.

La visión de cronistas e historiadores.

Mediado agosto de 1823 los invasores centraron sus esfuerzos contra la emblemática Cádiz, invicta ante Napoleón y refugio del maltrecho gobierno liberal que arrastró tras de sí a un díscolo Fernando VII desde Madrid y Sevilla. Su caída en septiembre de 1823 tuvo un resonante efecto propagandístico y simbólico, eclipsando en los relatos más generales la no menospreciable resistencia de plazas como Alicante. No está de más, en suma, darla a conocer un poco más.

Los primeros interesados en dar a conocer al gran público los hechos y su trascendencia fueron los liberales alicantinos de la época de Isabel II al afirmar el valor de sus principios y ponderar los sacrificios asumidos en su defensa. Es de sobra conocido que la reina doña Isabel distó de ejercer la prerrogativa moderadora de la Corona con sagacidad y prudencia, lesionando a los liberales más avanzados en el juego político. Desde sus posiciones municipales y regionales se lanzarían a una campaña de exaltación de sus principios políticos durante el Bienio Progresista (1854-55), de particular energía en tierras valencianas y catalanas. En 1854 el periodista y político progresista José Pastor de la Roca insertaría una breve noticia en su Historia general de la ciudad y castillo de Alicante caracterizada por su tono retórico y el deseo de gloriar la trayectoria del intrépido Alicante liberal, anunciando la gesta del pronunciamiento de 1844 de Pantaleón Boné, que sí narraría con cierto detalle. Don José de Orga publicó con orgullo en 1855 las andanzas de los milicianos nacionales de Valencia en el Alicante de 1823. Así se abrió el camino de Nicasio Camilo Jover. La resistencia de 1823 enaltecía nuestra Historia junto a otros grandes episodios militares (el bombardeo de 1691, los asedios de la Guerra de Sucesión, etc.), y en su Reseña histórica de 1863 ofreció un vivaz relato cuajado de detalles militares y económicos. Del alcance de su éxito da cumplida idea que el progresista valenciano Vicente Boix en su Crónica de la Provincia de Alicante de 1868 copiara literalmente sus palabras.

Pantaleón Boné y los suyos a punto de ser fusilados en la actual
Explanada de España en 1844 (cuadro del Archivo Municipal)

Transcurrido el azaroso Sexenio Revolucionario, en el que los alicantinos vivieron otro intenso episodio político-militar (el bombardeo de la flota cantonalista de 1873), las aguas se fueron serenando bajo el sistema canovista. El canto del cisne de la historiografía local alicantina exaltadora de 1823 vino marcado por el cronista Rafael Viravens en 1876. La derrota republicana en la Guerra Civil de 1936-39 impediría desarrollar desde el progresismo local el paralelismo entre el Alicante de 1823 con el de 1939 en clave de postrer baluarte de la libertad española.

El avance científico de la historiografía desde hace cincuenta años ha permitido arrojar nueva luz sobre los hechos. Recientemente Rafael Llorca los ha estudiado desde una óptica más serena y menos presentista. De todos modos lo sucedido en nuestra Terreta hemos de encuadrarlo en un marco más general si pretendemos una comprensión más completa, siendo muy recomendables las obras de Artola, Ardit, Fontana y La Parra.

La organización de la defensa.

El 6 de abril la contienda empeoró para los liberales en tierras valencianas al ser derrotada la División del coronel Antonio Fernández Bazán (comandante general de la provincia de Castellón) en las inmediaciones de Chilches, y el 8 iniciarse el segundo sitio absolutista de la capital del Turia, mantenido hasta el 9 de mayo. Urgían medidas de emergencia.

El 12 la entonces Diputación Provincial se constituyó en Junta Auxiliar de la Defensa Nacional, según el Decreto de las Cortes del 15 de febrero, con la presencia del jefe político, del comandante general y del intendente. Pese a las reticencias de este último, la Junta dispuso de los fondos provinciales. Se socorrió al Regimiento de Navarra, y se nombró una junta repartidora especializada para gestionar los medios materiales de cara a la defensa. Sus tres miembros eran designados por la Diputación, el comandante y el intendente. También se movilizó la Milicia Nacional local, aceptándose la aportación de Bartolomé Arqués de armar una partida complementaria de cincuenta hombres. Los efectivos regulares, milicianos y voluntarios no eran suficientes, y el 24 de aquel agitado abril se empezaron a formar cuerpos patrióticos provinciales en ayuda de Valencia, invitándose a oficiales retirados y personas con experiencia militar a incorporarse. El alistamiento por cabezas de partido estuvo a cargo de comisionados. Las propias Cortes autorizaron a los comandantes militares a constituir guerrillas el día 25.

El ideal de guerra patriótica.

Tales medidas dibujaban el vigoroso ideal de la guerra patriótica y revolucionaria, no siempre conducido a buen puerto. Merece la pena que se le dedique un poco de atención si se pretende entender la resistencia del Alicante liberal y su sentido histórico.

El altruísmo de su motivación se cifraba en la defensa de la Constitución, empresa digna de los españoles libres, pues sin derechos cívicos las personas carecían de patria auténtica. La preservación de esta España de las libertades frente a la agresión absolutista requería la adopción de medidas excepcionales. Una Junta de emergencia acaudillaría el esfuerzo de guerra, auxiliando el ejército regular a la sociedad sin pretender ninguna forma de dictadura. El voluntarismo liberal y la generosidad patriótica se estructuraba a nivel local y se proyectaba a todo el territorio nacional. La ayuda a Valencia defendía la propia Alicante y la supervivencia de la España liberal por razones que iban más allá del pragmatismo estratégico. La Junta no pretendía bajo ningún concepto la disgregación de la Nación, sino sostener con eficacia su independencia y dignidad. Aquí se deposita el acrecido valor de la resistencia del Alicante de 1823 para todos los españoles, sin ignorar el significado histórico que tuvo (y tiene) para los propios alicantinos, ya que en los inicios del constitucionalismo latía el veterano corazón de nuestra república foral, abolida tras la Nueva Planta, que a través del provincialismo buscaba un lugar preferente en la flamante España liberal.

El caro ideal de la guerra patriótica se remontaba a la propia Revolución Francesa, y se practicó con vigor en España desde la guerra contra Napoleón. Sostuvo el combate por el liberalismo y la democracia hasta 1874, reapareciendo en cierta manera en julio de 1936. Sin embargo, sus contrarios eran poderosos: los partidismos, las carencias de medios, las rivalidades locales y la excesiva tutela militar. Los liberales alicantinos los enfrentaron con gallardía y fortuna desigual.

Continúa y finaliza en la próxima entrega.


VICTOR MANUEL GALÁN TENDERO
(fotografías añadidas por Alicante Vivo)

22 diciembre 2010

LOTERÍA DE NAVIDAD 2010

---------------------------------------

EL GORDO VENDIDO EN
LA CIUDAD DE ALICANTE

Admon. 36 El Corte Inglés
(Antiguo Galerías Preciados)

---------------------------------------

UN 5º PREMIO VENDIDO EN
LA CIUDAD DE ALICANTE

Calle Pintor Gisbert 1
(Barrio de San Blas)

Y además en:

Admon. 1 Calle Pío XII 1
(Mutxamel)



Admon. 1 C/Mtnez. Oriola 3
(Benidorm)


---------------------------------------

Consulta tu suerte AQUÍ


La historia de "El Gordo"
en Alicante AQUÍ

---------------------------------------


21 diciembre 2010

ESTAS NAVIDADES REGALA 'ALICANTE VIVO'

Las Navidades ya están aquí. Aún estais a tiempo de regalar a vuestra familia y/o amigos alguno de los libros escritos por esta asociación o por miembros de la misma de caraa Nochebuena o Día de Reyes. A continuación tenéis una lista con todos los libros de nuestros miembros, así como una reseña de los mismos:

RELATOS DE UNA CIUDAD DORMIDA (ECU)
Asociación Cultural Alicante Vivo


Relatos de una ciudad dormida nos acerca de una forma amena y divertida al pasado más legendario de Alicante. Montados en una peculiar máquina del tiempo, conoceremos aquellas narraciones verídicas que han forjado las bases de nuestra Historia reciente: el avión que se estrelló contra la Casa Carbonell, la "maldición" del Ayuntamiento y la Iglesia de Santa María, el extraño incidente del ferrocarril en la Estación de Madrid, los orígenes y evolución de los balnearios del Postiguet, las nevadas caídas en la ciudad, la leyenda del nombre de "Alicante", los entresijos de "La Británica", el tesoro más grande enterrado jamás en nuestro suelo…

Si pensaban que conocían bien la Historia de nuestra ciudad, es posible que cambie de opinión cuando termine este libro. Los miembros de la Asociación Cultural Alicante Vivo nos cuentan hoy un sinfín de narraciones singulares ¿Se imaginan las que se reservan para un futuro?

Hoy más que nunca, Alicante sigue vivo.


25 DE MAYO LA TRAGEDIA OLVIDADA (ECU)
Miguel Ángel Pérez Oca


Me cuesta asimilar que, después de casi 30 años de democracia, nadie haya colocado un recuerdo, una lápida, en homenaje a aquellos más de trescientos alicantinos que perdieron la vida en el bombardeo del Mercado de Alicante, el 25 de mayo de 1938. Y me cuesta también comprender que no se haya escrito un solo libro sobre aquella pavorosa y terrible matanza indiscriminada, y que cuando se citan los momentos más trágicos de nuestra incivil contienda se omita este hecho.

Ahora ya, no. Miguel Ángel Pérez Oca lo ha hecho posible. En su esfuerzo encontró siempre la ayuda de los alicantinos, que a través del programa Alicante, hoy por hoy le llevaron sus recuerdos, sus memorias del que seguramente fue el día más negro, duro y trágico de la historia de Alicante.
Vicente Hipólito. Periodista.

Algunos de nosotros pensamos que es mucho mejor conocer la verdad, aunque sólo sea por unos instantes, que vivir toda la vida lleno de preguntas. Miguel Ángel Pérez Oca es uno de ellos. Con este libro, 25 de Mayo. La tragedia olvidada, el autor ha tenido la valentía de abrir ese pequeño arcón, enmohecido y polvoriento, en el que duermen desde hace décadas algunos de los acontecimientos más importantes de nuestro pasado. Al conocer los terribles sucesos del bombardeo del Mercado Central, el lector recibe una puñalada certera en su corazón olvidadizo; una puñalada cargada de dolor y dramatismo, es cierto. Pero también una puñalada de rigor histórico, de recuerdos perdidos y, sobre todo, de una libertad que nunca nos tuvo que arrebatar nadie. Al igual que el protagonista de esta novela, Giordano Pittaluga, usted descubrirá que hay alicantinos que no quieren que esas 300 muertes queden sin su debido reconocimiento y memoria. Este libro es una muestra palpable de cómo la irracionalidad puede dejar paso, poco a poco, al recuerdo y al homenaje del sacrificio de tantos inocentes.

Juan José Amores Liza. Presidente de la Asociación Cultural Alicante Vivo.

Por las páginas de La tragedia olvidada desfila todo el abirragado mundo que aquel 25 de mayo llenaba el mercado de Alicante, sobre el que cayó una inmisericorde lluvia de metralla y de muerte, y ante nuestros ojos lo pone la pluma de Miguel Ángel Pérez Oca, de tal modo que si su objetivo fue recrear, del modo más veraz posible, aquella indescriptible tragedia podemos decir que lo ha conseguido plenamente.

Manuel Parra Pozuelo, de la Comisión Cívica para la recuperación de la Memoria Histórica de Alicante, en un artículo de la revista AUCA.

Miguel Ángel Peréz Oca nos trae en este libro la verdad de la memoria en la memoria de la verdad, la realidad de los bombardeos de Alicante en el contexto de la verdad histórica, y lo hace a través de una investigación literaria emocionante después de 67 años de silencio.

Mariano Sánchez Soler. Escritor y periodista.

LA CRUZ AUSENTE (ECU)
Miguel Ángel Pérez Oca

La Santísima y Vera Cruz de Caravaca fue robada misteriosamente durante las fiestas de Carnaval de 1934 y hasta ahora nadie ha podido averiguar su paradero. Sus oscuros y discutidos orígenes y su extraña desaparición llenan su historia de enigmas sin resolver.

Esta novela, a medias policiaca y a medias histórica, nos lo muestra con las aventuras de un caballero templario del siglo XIII y un inspector de policía del siglo XX, unidos por los misterios de la Cruz de Caravaca en los tiempos turbulentos de nuestra Guerra Civil de 1936 - 1939.

La intención del autor al escribir esta historia, es reivindicar la memoria de un hombre valeroso, del que se desconocen su nombre y su vida, salvo su condición de caballero del Temple, al que nadie ha reconocido nunca el mérito de dar a una ciudad y su pueblo sus señas de identidad.

ALICANTE. ARTE Y FUEGO (Ayto. Alicante)
Armando Parodi Arróniz

Con los últimos compases de la celebración del 75 Aniversario de Les Fogueres de Sant Joan, a finales de 2003, me encontré con la gratificante y a la vez ardua tarea de reunir los objetos que iban a formar parte de una muestra cronológica que abarcaría el período de 1928 a 1960, que cerraría el conjunto de actos que organizó la entonces aún denominada Comissió Gestora de les Fogueres de Sant Joan, hoy Federació de Les Fogueres de Sant Joan, en colaboración con el Exmo. Ayuntamiento de Alicante. El material de la Exposición 75 Aniversari de les Fogueres de Sant Joan opté por que procediera de colecciones particulares y del patrimonio de las comisiones que iniciaron su periplo festero en el período de tiempo que abarcaba la muestra, excluyendo por sistema todo aquello procedente de fuentes de consulta o exposición de fácil acceso por el estudioso de la Fiesta, como son el Archivo Municipal de Alicante, el Archivo de la Comissió Gestora, el Museu de Fogueres o las bibliotecas públicas, pues lo que pretendía era localizar y sacar a la luz objetos inéditos, poco conocidos o de difícil acceso, teniendo la fortuna de encontrar incluso alguno que hasta entonces se consideraba desaparecido o cuya existencia se desconocía.

Así pues, ALICANTE. Arte y Fuego, invita a conocer datos y detalles reales, a disfrutar de la concepción artística de esos primeros pasos de nuestra Fiesta, a comprobar cómo se hace realidad la definición que la Real Academia Española de la Lengua hace del término "boceto" en su primera acepción, un vocablo que proviene del italiano bozzetto, idioma que hablaron muchos de los más grandes artistas que ha dado la Historia Universal del Arte, y que es la siguiente: Proyecto o apunte general previo a la ejecución de una obra artística. Y es que hablamos de Arte, efímero en su consecución, pero perdurable en su concepción.

Artículo íntegro AQUÍ


AVES DE TEULADA (Ayto. Teulada)
Elías Gomis y Alfonso Lario


Con motivo de la V Semana del Medio Ambiente, los miembros de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-Birdlife) Alfonso Lario Doylataguerra y Elías Gomis Martín presentaron el día 6 de Octubre, el libro "Las aves de Teulada" en la Agencia de Lectura de Moraira.

Después de la presentación de los autores que hizo el Técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Teulada, Antonio Hurtado y tras la entrega gratuita de un ejemplar del libro editado por el Ayuntamiento de Teulada, se dio paso a la conferencia propiamente dicha, la cual superó el record de asistentes hasta la fecha en los actos de este tipo.

En sus 144 páginas, presentadas por Purroy anterior presidente de SEO-Birdlife, encontramos la información obtenida en un proyecto de seguimiento de la avifauna presente en este municipio en el cual usando varios métodos de trabajo, se ha detectado la cifra de 151 especies, entre todas las categorías fenológicas. Muchas aparecen ilustradas con fotografíaas cedidas por numerosos fotógrafos de naturaleza alicantinos y habituales colaboradores de SEO-Alicante.

Como resumen del libro podríamos llegar a la conclusión que la aves son unos importantes bioindicadores de la calidad ambiental del entorno en el que se encuentran. Por ello, su presencia o ausencia y la tendencia de sus poblaciones nos ponen en alerta de un cambio de la calidad de nuestro medio ambiente.

Fotografías de Raúl González, Luis Fidel, Pepe y Tomás Santamaría, Juan Pérez, Paco Segarra, César Pastor, Alberto Saíz, José B. Ruiz y los autores.

Para conseguir este libro deben ponerse en contacto con la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Teulada tel. 965 740 158.

17 diciembre 2010

LA CATÁSTROFE AUTOMOVILISTA DEL RÍO SECO

Hoy por desgracia estamos acostumbrados a las noticias que hacen referencia a los accidentes de tráfico. Ya sólo nos preocupamos si la cantidad de muertos supera a los del “puente” del año anterior y solemos echarle las culpas a aquellas personas “que van como locos”. Pero hubo un tiempo en que las noticias sobre accidentes de tráfico o “tragedias automovilísticas” eran una novedad en la prensa y ocupaban las portadas de los diarios durante varios días seguidos.

Les vamos a hablar de la que está considerada como la primera tragedia automovilística de la provincia de Alicante. Hoy no pasaría de ser uno de los múltiples accidentes de nuestras carreteras, pero el 27 de julio de 1912, el accidente del puente del Rio Seco fue todo un acontecimiento.

Todo sucedió un caluroso día de verano del mencionado año de 1912 cuando junto al puente del Rio Seco de Mutxamel chocaron un autobús de línea con un Ford cayendo ambos vehículos al cauce seco del río. El resultado fue de un muerto y diez heridos.

Diario de Alicante cubrió ampliamente la noticia. El autobús “Hispano Suiza del Serpis” matrícula A-26 que cubría la línea de Alicante a Alcoy había salido de la capital conducido por su “chauffeur” José Cardenal Seguí. Teniendo en cuenta lo largo y fatigoso que se hacía el trayecto en aquellos años, le acompañaba el segundo conductor Francisco Romá Abad. En los asientos de pasajeros del ómnibus iban Manuel Miravete (del Banco de Cartagena de Jijona), Justo Doménech (Tte. de Alcalde de Benilloba), José Pérez del Postigo (empleado de la Junta de Obras del Puerto), Marino Blanes (viajante de comercio de Alcoy), Francisco González Vicedo (natural de Villarobledo y que trabajaba para León Dupuy) y Fermín Badía (Alcoy).

Francisco Soler Antón, exdirector del Sindicato de Riegos y Director de la Banda de Música, y Ramón Sala se subieron al autobús en Mutxamel. Pocos kilómetros después se produciría la tragedia.

A las cuatro de la tarde salía de Alicante el Ford T matrícula V-179 que estaba conducido por el abogado José Rovira de la Canal. Su chófer particular Felipe Sendra Cases iba curiosamente de acompañante. Detrás se sentaban el joven jijonenco José Llorens Colomer, alumno de la Academia de Artillería.

Sería en Mutxamel donde se encontrarían ambos vehículos minutos antes del accidente.

Sin que se llegaran a esclarecer las causas, ambos vehículos chocaron junto al puente del Rio Seco, se engancharon en el mencionado viaducto y cayeron al río que, en pleno mes de julio, iba totalmente seco haciendo honor a su nombre.

El Ford T resultó muy dañado pero reconocible, atribuyendo su suerte el Sr. Rovira a una imagen del San Francisco de Asís que llevaba en la portezuela y a otra de la Purísima. Pero la peor parte se la llevó el autobús, que quedó totalmente destrozado e irreconocible. Sus ocupantes resultaron gravemente heridos. Desde las contusiones múltiples que presentaba Ramón Sala hasta las gravísimas laceraciones en la cara del joven Marino Blanes. El peor parado fue Francisco Soler Antón que debido a la gravedad de las lesiones fallecería a las tres y media de la madrugada.

Dos labradores dieron la voz de alarma, saliendo parte del vecindario de Mutxamel a socorrer a los pasajeros. Debido al desconocimiento, los heridos fueron sacados de la chatarra con las mejores intenciones siendo trasladados en carros y somieres hasta la casa del Dr. Ruzafa, la posada de Encarnación y la casa del cura donde quedaron a la espera de la llegada de los doctores.

Enterados de la noticia salieron de Alicante los médicos Pascual Pérez Martínez y Francisco Fajardo entre otros. Los médicos de Sant Joan Vicente Gadea y Francisco Ivorra se presentaron rápidamente en Mutxamel acompañados de los médicos locales Manuel Ruzafa, Tomás Alberola y el practicante del pueblo.

Los heridos leves marcharon poco después a sus domicilios. José Pérez del Postigo regresó a Alicante por sus medios siendo atendido por el Doctor Rico. Manuel Miravete fue curado por un veterinario de camino a Jijona.

El conductor del autobús José Cardenal, que resultó herido en la cabeza fue detenido por la Guardia Civil tras las curas de urgencia y enviado a Alicante por orden judicial.

Pronto comenzaron las investigaciones. Cardenal acusaba a Rovira, conductor del Ford T, de realizar un adelantamiento peligroso junto al puente. Un volantazo del autobús provocó el enganche de las ruedas y la caída al río de ambos vehículos.

José Rovira afirmaba que a la salida de Mutxamel decidió adelantar al Hispano Suiza del Serpis puesto que la nube de polvo que generaba a su paso por la carretera le impedía ver nada. Fue tocando la bocina avisándole de la maniobra rebasando al autobús junto al puente. En ese momento, envueltos ambos en humo y polvo notó un movimiento extraño del coche. Al pisar el freno y desviar su coche a la cuneta, el autobús le sobrepasó enganchándole por las ruedas, cayendo ambos al barranco.

A ambos conductores se les impusieron sendas multas de 50.000 pesetas a pagar en 24 horas para asegurar las responsabilidades civiles.

El entierro de la única víctima tuvo lugar inmediatamente. Se daba además la triste casualidad que Francisco Soler Antón era contratista de carreteras y se dirigía a Ibi a pagar los sueldos a los trabajadores de esa carretera. Su cuerpo fue trasladado al cementerio de Mutxamel acompañado por la gente de la Huerta y de los pueblos de Sant Joan y Mutxamel.

Entierro de Francisco Soler y Antón.
(Foto cedida por Manuel Ivorra)

Entre las autoridades se encontraban el alcalde de Mutxamel José Pastor, el Juez Municipal Vicente Pérez Quereda y José Sala Pérez, Director del Sindicato de Riegos de la Huerta y sobrino del fallecido. Por parte de la familia acompañaron al féretro su viuda Francisca Poveda y sus hijos José, Francisco, Pilar, Herminia y Carlos (futuro alcalde del pueblo y que da nombre a la Rambla mutxamelera). Además estuvieron los hermanos del finado Pilar y Francisco entre otros representantes de la familia.

Pero no fue el único accidente ocurrido en esas fechas. Pocos días después un automóvil sin matricular era embestido por el tren del puerto junto a la obras de construcción del monumento a Canalejas. El conductor saltó del coche siendo éste embestido por el tren.

La prensa rápidamente se vio plagada de nuevos artículos de opinión que seguían con la moda de criticar los peligros del automóvil y los excesos de velocidad. Se pedía por ejemplo que “las autoridades deberían castigar con multas a todos los dueños y conductores de esos modernos carruages (sic) que constantemente ponen en peligro la vida del transeúnte”. Lo firmaba Uno que siempre va a pié...

ALFREDO CAMPELLO QUEREDA

Publicado conjuntamente con
la Asociación Cultural LLOIXA


14 diciembre 2010

Y SAN FERNANDO ¿QUÉ OPINA DE ESTO?




La Asociación Cultural Alicante Vivo ha leído recientemente en prensa la propuesta del grupo PSPV-PSOE de nuestra ciudad, de promover la candidatura de la “Cara del Moro” y Castillo de Santa Bárbara como Patrimonio de la Humanidad. Desde nuestro colectivo valoramos la iniciativa así como todas aquellas que hagan referencia a la puesta en valor de nuestro patrimonio cultural, pero consideramos que todo esto vendrá a aumentar exageradamente la discriminación que sufre el otro castillo de la ciudad, el de San Fernando, que en estos momentos goza de la misma protección que el de Santa Bárbara (Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento)

Mientras Santa Bárbara recibe todas las atenciones por parte del Ayuntamiento, diferentes instituciones y, desde ahora, del Partido Político de la Oposición, el Castillo de San Fernando se encuentra en el más absoluto de los abandonos y ruina crónica, siendo verdaderamente peligroso hasta el más tranquilo paseo por su interior, tanto por el riesgo de caídas a distinto nivel como por la carencia absoluta de barandillas, desniveles peligrosos, socavones, cables eléctricos al aire, inseguridad y un largo etcétera.

¿Qué pensaría un turista que viniera a ver el Patrimonio de la Humanidad de Santa Bárbara cuando se diera un paseo por el de San Fernando situado frente a aquél? Recordemos que, a día de hoy, el castillo de la cima del Tossal está abierto de par en par y es visitado por los turistas al aparecer con “orgullo” en los mapas y guías… por desgracia.

En definitiva, sería de valorar que nuestros políticos, sean del signo que sean pero, en especial, de aquellos que desean optar a la Alcaldía, llevaran en su programa electoral la definitiva intervención integral que pusiera en valor el segundo castillo de la ciudad, antes que promocionar todavía más el de Santa Bárbara, buque insignia de la ciudad… en menoscabo de San Fernando.

ASOCIACIÓN CULTURAL
ALICANTE VIVO

 
La Asociación Cultural Alicante Vivo se reserva el derecho de moderación, eliminación de comentarios malintencionados, con lenguaje ofensivo o spam. Las opiniones aquí vertidas por terceras personas no representan a la Asociación Cultural Alicante Vivo.