27 marzo 2012

HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ




HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ.
MIÉRCOLES 28 DE MARZO DE 2012


5.20 de la mañana ante su monumento, junto a los Juzgados de Benalúa
8.00 de la mañana ante su tumba en el Cementerio Municipal

El 28 de Marzo de 1942, a las 5:32 de la madrugada se apagó la vida de nuestro poeta, el Poeta del Pueblo, Miguel Hernández. Sus versos, llenos de compromiso, solidaridad y sentimiento... aun hoy siguen vivos, y tal vez incluso con más fuerza.

Si bien su poesía nunca morirá... su memoria sufre más que de olvido de pasividad por comodidad –al igual que le pasa a nuestra ciudad-.

Miguel Hernández murió de abandono en una cárcel franquista por no renunciar a sus ideales.

Nosotros, desde Alicante Plural queremos demostrar que ni todas nos acomodamos, ni todos aceptamos que no podamos hacer más.

Este año, por primera vez y a la hora en la que murió, gracias a la colaboración de asociaciones y poetas, nos reuniremos entorno al monumento que honra su memoria para hacer un sencillo homenaje, humilde, sin pretensiones. Una lectura de sus poemas entremezclados con nuevas creaciones a la luz de 70 velas que representarán la vida de su obra tras su fallecimiento.

Será en la madrugada de hoy, del 27 al 28 de Marzo, a las 5:32... A la hora en que exhaló su último verso, si último suspiro. Estáis todas y todos invitados.

JOSEP FUSTER
Alicante Plural

22 marzo 2012

LA FANTASÍA REALISTA DE LAS 'RONDALLES' ALICANTINAS

“Com lo Gall hac dit aquest eximpli,
lo rei hac opinió que per ell ho digués”

Ramon Llull, Llibre de les bèsties.

Una necesidad bien humana.

Los individuos jugamos desde pequeños por placer, necesidad o mentalidad, con independencia de las cifras premiadas en la Lotería. En el juego social disponemos de los dados de las mentalidades heredadas, las conclusiones provisionales y las esperanzas superlativas. Cuando las personas no conseguimos saltar la banca nos interrogamos sobre la corrección de las normas de juego. Quizá descubriremos el fraude estraperlista, y alguna narración nos servirá de muletilla explicativa. En las comunidades preindustriales la rondalla o cuento narrado de generación en generación cumplió esta función edulcorante, aunque en ocasiones sobresaltara a sus oyentes. La rondalla dista de la simple diversión pueril, y el análisis de unas cuantas del histórico Campo de Alicante, que fueron recopiladas por Joaquim González i Caturla a comienzos de la década de 1980 (cuando la hormigonera ya había alterado el paisaje alicantino), nos ilustra sobre la forma de vivir y pensar de los alicantinos de generaciones pasadas, con formas entrañables a punto de desaparecer en muchos casos a las que deseamos dedicar este artículo desde esta tribuna de Alicante.



¿Volkgeist alicantino?

La resistencia contra Napoleón alentó a los intelectuales de la Europa germánica a buscar los valores patrios entre las gentes más sencillas, incontaminadas de influencias francesas y revolucionarias. Este movimiento romántico triunfó en gran parte del continente, y en las tierras de la antigua Corona de Aragón de la primera mitad del siglo XIX los eruditos exhumaron de la esquiva realidad el supuesto espíritu del pueblo, incorruptible y resistente a invasiones y conquistas extranjeras. La teórica cultura popular daba testimonio, en teoría, de la voz de los siglos pasados. La romántica moda aceptada en la Barcelona de 1830 se difundiría con el tiempo hacia Mallorca y Alicante, pasando de Milà i Fontanals a Alcover o Valor. Se redescubrieron historias, estructuras y motivos similares de unas tierras a otras, inspirando la más emprendedora Renaixença o recuperación de la cultura y el idioma propios de Cataluña, Valencia y Baleares.

No siempre la gente letrada había tratado con semejante consideración a la cultura popular. El franciscano Francesc Eiximenis, gran relator de narraciones moralizadoras, deploraba la grosería de los campesinos en 1386. Las cosas empezarían a cambiar mucho después, y en 1767 Lluís Galiana la contempló con mayor simpatía en Rondalla de rondalles. El triunfo del liberalismo permitió la victoria de las ascendentes burguesías agrarias y mercantiles en las principales localidades españolas, requiriendo la ayuda armada de menestrales, pequeños labradores, aparceros y jornaleros hasta conquistar el poder, cuando se les licenciaba con palabras sonoras y escaso premio. Era también la hora de excusarse con rondalles, idealizadoras de la bondad de las gentes del campo, alejadas de la infernal indústria, que amenazaba con incendiar el orden liberal-capitalista. La Renaixença, según la visión de Josep Maria Fradera, inventó más que encontró el espiritu popular según los cánones del idealismo germánico. Entonces, ¿qué podemos encontrar en las rondalles? A nuestro juicio una forma de tradición, lo cual no es poco.

Moros en la costa.

La ficción a veces depara sorpresas realistas. La tendencia tradicional valenciana de alabar al moro del pasado y censurar al del presente no aparece con vigor en las rondalles alicantinas más recientes, pese a las imaginaciones surgidas alrededor de la Cara del Moro del Benacantil. Cierto que el cronista barroco Vicente Bendicho (1640) se extasió con el relato de la historia amorosa de Alí y Cántara, que explicaba el origen del regadío de la Huerta, la inclinación comercial alicantina y el nombre de nuestra ciudad, pero en la Terreta no encontramos ningún palacio oriental digno del Castell del Sol del gran Enric Valor, encaramado en la serranía alcoyana.



Si nos atenemos a la magnífica recopilación de Gonzàlez i Caturla, la cosecha es escasa. Sólo encontramos la figura de la princesa mora, dentro de la rondalla realista del Tio Roc, que huyendo de la furia de los cristianos agermanados (interesante referencia histórica) se transformaría en las bellezas de las Cuevas del Canelobre. La tragedia también dejó su huella en la geología mítica de la montaña alicantina de Sant Julián, la del Salt de la Reina Mora o de la pobre Cántara, así como en las mallorquinas Cuevas del Drach. Sin embargo, no encontramos ninguna referencia a santos que combatían contundentemente al infiel, como el San Jaime que formó la isla de Benidorm al tropezar su caballo con la montaña de Finestrat, ni al bautizo de ningún naúfrago musulmán tras una milagrosa intercesión de la Virgen.

En 1640 bautizar moros no era muy creible ni rentable, pues prosperaba el corsarismo y el tráfico esclavista en las proximidades de la temible Berbería tras la expulsión de los moriscos de 1609. La colonitzación alacantina del Oranesado a partir de 1830 no aportó gran cosa, y el recuerdo islámico quedó petrificado en puntuales accidentes geográficos.

El país de las imaginaciones.

A principios del siglo XXI pocas personas relatan rondalles tradicionales alicantinas a sus hijos. Treinta años antes los ancianos aún eran capaces de ello, pero de manera desigual por razones de cultura o procedencia. De los relatos recopilados por González i Caturla 10 provenían de San Juan, 6 de Muchamiel, 6 de El Campello, 6 de Agost, 5 de Jijona, 3 de San Vicente del Raspeig, 2 de Benimagrell, 2 de La Canyada del Fenollar, 1 de El Palamó, 1 de la isla de Tabarca, y 1 de la ciudad de Alicante.



Teniendo presente que quizá se hayan perdido muchas de las narraciones populares de la ciudad, de ambiente marinero, podemos distinguir dos núcleos fundamentales en el Campo de Alicante. El primero lo conformaría la zona de huerta orientada hacia el Norte de la provincia, con Jijona, Muchamiel, San Juan y El Palamó, con narraciones vitales cercanas a la realidad más cotidiana. El núcleo de Poniente lo encabezaría Agost y La Canyada del Fenollar, carente de las potencialidades agrarias del anterior y con dedicación alfarera a lo largo del siglo XIX. Sus rondalles son de carácter mágico. Asimismo, encontramos casos bien singulares: el de San Vicente del Raspeig por su fuerte devoción al patrón, y el de El Campello, población marinera que atesoraba narraciones sobre Jesucristo y San Pedro, y que compartía elementos mágicos con Agost y Tabarca. En suma, se dibujaba un arco mágico desde Agost a Tabarca, que albergaba un círculo más realista con el epicentro en la ciudad de Alicante.

El tabú en la Terreta alicantina.

La primera misión de la rondalla es la de inculcar una norma de comportamiento comunitarios. En nuestro caso encontramos normas de tipo familiar, clasista y vital.

Los problemas familiares son ocasionados por las personas que interpretan un papel indebido, según la moralidad tradicional. El padre de familia carente de energía no aprovecha los obsequios mágicos de San Pedro. Quien no trata con consideración a su esposa cae en el ridículo del cucharón ante el vecindario. Quien vuelve a casarse ocasiona la mala fortuna de sus hijos. En contraposición el cabeza de familia aleccionador de suegras y esposas holgazanas goza del reconocimiento popular. No menos imperativo resulta el deber de la buena hermandad, castigando la suerte al envidioso de la suerte fraterna. Con claro realismo una prole excesiva amenaza con el hambre. La monstruosa figura del Forçut de Jijona desaconseja procrear a edad avanzada. Los hijos tienen que honrar la ancianidad de los padres. Eran las prescripciones de una sociedad de pequeños agricultores y menestrales, que al dividir los bienes familiares en cada generación, incluso antes del fallecimiento del patriarca, determinaba la adopción de severas normas de conducta para preservar la cohesión del grupo familiar, al menos en teoría.

En estas comunidades el arquetípico hombre del saco representa el peligro forastero. La jerarquía social procede del propio Dios, ya que los pobres son los descendientes de los hijos que Adán y Eva ocultaron en una cueva por temor al Altísimo. El mismísimo San Pedro sería sancionado por tratar de engañar a su superior Jesucristo, aportando un toque de entrañable humanidad. Quien pretendiera vivir sin trabajar con el recurso de los hechizos recibiría su merecido, en contraste bien vivo con el esforzado Joanet el Pescador, las doncellas virginales solicitadas en matrimonio, y el honrado padre de familia sin dicha. La caridad y el matrimonio acertado solucionan los más graves problemas comunitarios. En el fondo toda política social pasaba por la conducta individual en aquellas sociedades del honor, la reputación o el que dirán. La promoción social se administra con discreta moderación, y el que no se condujera según su rango correspondiente caería en el ridículo, caso del sacerdote lujurioso. En el fondo cierto anticlericalismo era compatible con la obediencia a la Iglesia católica. El aliento místico del anarquismo ibérico no nacería por generación espontánea.

Se envuelve la existencia vital de prohibiciones pese a los remedios mágicos, ya que ante la muerte de nada valen remedios ni apelaciones. La posibilidad de una segunda vida sólo es otorgada a los más puros enamorados.

¿Estamos ante vestigios de fantasías ancestrales, nacidas de añejas civilizaciones? La presencia de elementos mágicos no nos ha de confundir con sus seductoras sugerencias. La moral de nuestros cuentos encaja con una sociedad de honor, propia del final del Antiguo Régimen y el comienzo del liberalismo. Amalgaman esfuerzo y conducta socialmente aceptada, muy determinada por valores cristianos tradicionales como el repudio de las segundas nupcias. Dentro de este mosaico de normas, la persona escoge su camino más individual, clara antropología del Concilio de Trento. La presencia de vivaces chistes y la preocupación por el control de natalidad ayudan a concretar la datación antes avanzada entre los siglos XVIII y XIX, lejos de contiendas medievales y criaturas prehistóricas, mas cerca de la eclosión de la cultura popular de nuestro Siglo de las Luces y de las contradicciones decimonónicas de nuestro complejo y contradictorio liberalismo.

Las rondalles y otros elementos de esta cultura popular (canciones, dichos, etc.) se fueron renovando a lo largo del tiempo dentro de una escala de valores con el propósito de responder a los lances de la vida cotidiana. Nuestros estudios a veces los congelan en un tiempo muerto.

Las armas del pobre.

Sin incentivos los jugadores abandonarían la partida y reclamaría nuevas normas. A la persona destinada a la eterna pobreza es conveniente dejarle una brizna de esperanza, por reducida que sea, en forma de cualidades, encantos y objetos mágicos.ense incentius els jugadors abandonen la partida i reclamen noves normes.

La calidad del valor moral fundamenta todo poder extranatural, pues la buena suerta no permanece ciega. El amor puro, el esfuerzo, el ingenio o la hermadad denotan bondad antropológica, convenientemente ayudada por hechizos y objetos mágicos otorgadores de bienes dignos del Paraíso. “Xarxa calà, a Déu siga encomanà!”, pronuncia el pescador. La procedencia divina de los objetos resulta indiscutible, expulsando los restos de la brujería más abyecta. Así pues, la vara ofrecía abundancia en la mesa familiar. El burro defeca riquezas dignas del oro. El pañuelo auxilia al pobre honrado. El garrote golpea al vecino ladrón.

La magia en estos casos sirve a Dios, y el milagro adquiere la dimensión de especialísimo regalo. Los remedios procuradores de la resurrección cristianizan el curanderismo, pues nunca el poder de las brujas del diablo puede equipararse con el de Nuestro Señor. De hecho, los objetos mágicos se prodigan menos en nuestra rondallística que la confianza depositada en la corte celestial.

Bestiario de la Terreta.

Los animales y las criaturas curiosas han acostumbrado a medir el grado de fantasía de una civilización desde antes de la grandeza egipcia. ¿Qué sería de Ulises sin Polifemo? Un Linneo también se interesaría por nuestra fauna de discretos animalitos, de sentimientos humanizados. El pobre lobo, carente de toda reminiscencia de grandeza religiosa de los iberos, sufre el maltrato de los labradores y superado por una zorra de mayor agilidad mental.

Cada criatura simboliza una función. La araña de ingrato egoismo, la responsable abeja, la hormiga cuidadosa o el mágico gallo transitan itinerarios más modestos que otras de raigambre bíblica, aunque no menos interesantes. Al combatir a un titánico gigante Joanet el Pescador se transformaría sucesivamente en león y águila, cualidades divinas del varón esforzado. De los dragones recordados por Bendicho sólo quedarían las serpientes gigantes de Jijona, en línea de los alcoyanos que ya habían suplantado el dragón de San Jorge por los moros. El bestiario mágico luciría en el escenario del Corpus, la gran fiesta alicantina del Antiguo Régimen, tan ligada a las cofradías.

El Mediterráneo dispuso del privilegio de ofrecer a la maravillosa Serena, aherrojada por un gigantesco negro y rescatada por un caballeresco pescador, un chico escapado de la escasez de los secanos en busca de la riqueza y que conseguiría convertir en labradora esposa a la preciada Serena. Ciertamente se trata de un mito que Julio Caro Baroja ya localizaba en la antigua Sumeria, testimonio de etapas anteriores menos conocidas metabolizadas por las necesidades más recientes.

El reino de las plantas.

Imprescindible resulta su recuerdo en una sociedad agraria, donde también encarnan funciones simbólicas, insistentes en la metáfora resurreccional. El realismo más claro es ofrecido por las algarrobas consumidas por las bestias de labor y en más de una ocasión por los pobres. Al ser Dios el alfa y el omega, los piñones de los dátiles dispensaron protección a la Sagrada Familia escapada a Egipto, clara influencia de La leyenda dorada del franciscano de la Voragine.

Se distinguen en Alicante dos grupos de plantas mágicas bajo la advocación de un santo, el de las del poder de la encarnación (como las resurreccionales peras de San Pedro), y el de las que ofrecen auxilio por su intercesión, caso de las habas. En cambio las celebérrimas bacores no se asocian con la figura de San Juan Bautista en nuestros relatos, pese a la coincidencia de su madurez con el gran 24 de junio. Nos encontramos aún muy lejanos de la contemporánea fiebre de les Fogueres, aunque el mal uso social de las plantas en el transcurso de la jornada del Sol Grande comporta graves consecuencias, especialmente en el mítico Fontcalent.

Rondallar.

Se trata de una actividad más complicada que la de relatar al calor del hogar una narración durante las largas noches invernales de un pasado no tan distante. Requiere memoria y no escasa gracia. A diferencia del poeta culteranista amante de los sinónimos ditirámbicos, la rondalla emana de la concisión, y en el fondo atesora una dimensión muy elaborada, con normas de composición servidas por un alfabeto simbólico de personas, animales y plantas, que algunos caracterizarían de egipcio. La utilización del cristano número tres, por ejemplo, es extraordinaria.
La rondalla se ayuda de mecanismos pnemotécnicos de estilo matemático. El tres es una de sus piedras angulares. En la versión colectiva más común tres personalidades distintas se encaran con tres misiones que brindan tres resultados dispares o incógnitas a dilucidar con las normas de la moral. También dispone de tres oportunidades un protagonista exclusivo de una narración.

Esta base trinitaria aporta puntos de comparación a los oyentes a adoctrinar, además de permitir la renovación del género a través de una serie de protocolos más o menos explícitos: el de la fusión o conciliación de tres ejemplos particulares, graduados según los imperativos morales; el de la incorporación de un relato puntual en uno de los tres elementos; el del enriquecimiento o inserción de tres nuevos componentes en una parte de la narración (del estilo de tres objetos mágicos antes no contemplados en una de las tres pruebas); y el de la simplificación de elementos, que puede reformularse o desaparecer simplemente.

De su aplicación minanan las propiedades de asimilación de componentes de una cultura pasada (ya descontextualizados completamente), de actualización con el recurso del comentario de incidencias cotidianas aportadoras de verismo, y de imitación de relatos coetáneos de otros lugares y de historias sacras prestigiosas. En este caso la rondalla gozaría del poder del fénix. Idénticas estructuras matemáticas y compositivas se han podido rastrear en las narraciones mitológicas griegas, en las sagas vikingas, en los apólogos del mundo islámico medieval o en los relatos de civilizaciones precolombinas como la azteca. Las categorías kantianas residirían en estos relatos, y Chomsky acertaría de hablar de estructuras expresivas mentales comunes a las personas, con independencia del idioma empleado.

Ahora bien, ¿quién creó realmente estos cuentos? No hemos de confundir los transmisores con los creadores en unas sociedades que navegaron entre el grafismo oficial y el analfabetismo popular de ciudades rodeadas de cinturones agrarios. En el caso alicantino, sin olvidar a las autoridades reales, serían las órdenes religiosas los grandes impulsores, especialmente los franciscanos, ya presentes en Alicante durante la Baja Edad Media, adaptando motivos ya ensayados en otros rincones de la Christianitas. Las clarisas de la Santa Faz gozaron de un notable papel al ser el venerado monasterio refugio de los huertanos ante las incursiones berberiscas. Antes de la severa imposición de las normas de clausura de Trento, las hermanas transitaron con mayor libertad por nuestros caminos rurales, con una familiaridad que indignó en 1640 al titular del monasterio, el endeudado municipio.

Sus pautas marcaron la creatividad más popular de los capitostes de familia con éxito, con peso creciente a medida que avanzamos hacia el siglo XIX, haciendo migas con el pragmatismo alicantino. En estas condiciones los relatos orales de la cultura popular completaron un ciclo vital de represión de elementos contradictorios con la cultura vigente, como las hechicerías condenadas por la Iglesia, adoctrinamiento, desarrollo ético, olvido progresivo por las transformaciones sociales y recuperación erudita.

La labor de los historiadores no resucita una cultura por la que ya ha sonado el toque de difuntos por mucho que se alaben sus virtudes educativas en ciertos medios académicos. Posiblemente en la sociedad presente la imagen haya suplantado a la antigua oralidad, y los mecanismos publicitarios ocuparían un espacio antes reservado a la rondalla, cambiando los prejuicios del honor por los del consumismo. De todas maneras se replantea el interrogante, ¿se trata del veritable sentir popular o de una fantasía encabalgada sobre la triste realidad ? En un Alicante tan vivo como el nuestro depende de cada uno de nosotros.

VÍCTOR MANUEL
GALÁN TENDERO
Fotos: Alicante Vivo

Bibliografia

ALTAMIRA, Rafael, Cuentos de Levante y otros relatos breves. Edición de Mª. de los Ángeles Ayala, Alicante, 1998.
AMADES, Joan, Costumari català, 16 volúmenes, Barcelona, 2005.
BENDICHO, Vicente, Chrónica de la muy Ilustre, Noble y Leal Ciudad de Alicante, 4 volúmenes. Edición de Mª. Luisa Cabanes, Alicante, 1991.
BORJA, Joan, Llegendes del sud, Picaña, 2005.
CAPÓ, Bernat, Costumari valencià. Coses de poble, 2 volúmenes, Picaña, 1999
GONZÀLEZ I CATURLA, Joaquim, Rondalles de l´Alacantí, Alicante, 1985.
LLULL, Ramon, Llibre de les bèsties, Barcelona, 1979.
MARTÍNEZ, Francesc, Llegendari valencià. Edición de Josep M. Baldaquí, Alicante, 1995.
VALOR, Enric, Rondalles valencianes, 8 volúmenes, Picaña, 1984.

17 marzo 2012

EL VIEJO COLECTOR DE LA CALLE GERONA

Leíamos estos días en la prensa la noticia de la aparición de restos de un antiguo colector abovedado en la calle Gerona, sacado a la luz por las obras, precisamente, de un nuevo colector central.

Dicho colector fue levantado en la última década del siglo XVIII y fue pensado para recoger las aguas de avenida desde la plaza y calle del Barranquet (hoy de Ruperto Chapí y de Bailén) y llevarlas a desaguar a una zona cercana al desaparecido Baluarte de San Carlos (aproximadamente al final del paseo de Gadea, en el antiguo Riuet). Parece que su construcción estuvo motivada por el constante embozo de las rejas que daban nombre a la actual Calle de Castaños y que provocaba la inundación del barrio. Que la calle de Gerona recibiera en tiempos pasados el nombre de Calle del Foso nos da una idea de por dónde discurría (y discurre) mayoritariamente el trazado del colector.



Calle del Foso en 1858



Versión en Autocad del plano anterior


Además, la existencia de otros pequeños colectores que desaguaban en el mencionado foso, uno de ellos en la calle Jerusalén, convierten a toda esa zona de la ciudad en un intrincado laberinto de pequeños colectores abovedados. Por sorprendente que pueda parecer, el trazado del colector no discurre en su totalidad por debajo de las calles, sino que, en algunos casos, las viviendas fueron levantadas años después sobre el trazado del mismo. Estas casas tuvieron que sobreelevarse para no cargar la bóveda del colector dando lugar a la variedad de rasantes existentes en esa zona del Barrio de San Francisco. Todo esto nos lleva a que cuando se producen fuertes lluvias, cedan las bóvedas de los fosos dañando en algunos casos las cimentaciones de los edificios levantados sobre ellos, tal y como ocurrió en 1997 al ceder el colector del cruce de las calles Colón con Bazán que llevó al derribo de la vivienda de la esquina, cimentada en parte sobre el mencionado colector.

No estamos descubriendo nada nuevo. Tanto la existencia del antiguo convento de Capuchinas sobre el que se abrió la calle del Teniente Álvarez Soto, que también ha sido noticia, como el foso de la calle Gerona y sus ramales es algo conocido por todo aquel que se interesa un poco por la historia de Alicante. Y se supone que todo esto, por conocido, debe tenerse en cuenta a la hora de planificar el trazado de un moderno colector.


ALFREDO CAMPELLO
Publicado en Información
el 15 de marzo de 2012

15 marzo 2012

ARBOLES CENTENARIOS DE TORREMANZANAS

CARRASCA DEL “BUITRE” DE LA TORRE DE LES MAÇANES

Dentro de la Finca conocida como “El Buitre”, en la partida que lleva su mismo nombre (propiedad del dueño de la empresa de zapatos Pikolinos), encontramos el árbol de mayor tamaño y con más reconocimiento para la población de la Torre de les Maçanes. El acceso más sencillo es la carretera CV- 782 en dirección La Torre-Relleu. Se encuentra aproximadamente a 1,5 km. de distancia de dicha población. Se puede observar cómo se asoma de entre el pinar desde la misma carretera.

LOCALIZACIÓN: X 725824 / Y 427560

Situada junto a la casa, destaca por encima de los demás árboles de la masía por sus elevadas dimensiones. No me atrevería a señalar sus dimensiones pero considero que está por encima de los 10m de altura y más de 20m de diámetro. Según tengo entendido, se hizo un estudio y creo recordar que se fecho su edad en más de 400 años. Para que se hagan una idea, cuatro personas adultas no abrazan el tronco por completo.






*Para más información, pónganse en contacto con el ayuntamiento de la Torre de les Maçanes (a la atención de Mª José, Desarrollo local)

EL PINO DEL “PLA VERD”

Se encuentra situado en la partida del Pla Verd, en la vía pecuaria en dirección a la masía “Los Castellanos”. Para acceder a esta zona, cabe salir de la población en dirección a Relleu y nada más salir del pueblo, girar a mano izquierda por la circunvalación hasta llegar a un cruce con una señal blanca que indica “Vía Pecuaria”. Seguir unos 300m y darán con ella.

Éste es un pino de cierta altura (15m aprox.), que cuenta con más de 150 años de edad. Su principal característica es su forma enroscada que recuerda la forma de un bonsai típico. Tiene una enorme rama que sufrió la caída de un rayo.

También ha sido fuente de numerosos estudios. Según la información que he encontrado, se sitúa a 810m de altitud.

Las coordenadas son las siguientes: X 725824 / Y 4275604

PEDRO ESPÍ

08 marzo 2012

1844 - 8 DE MARZO - 2012

168º ANIVERSARIO DEL FUSILAMIENTO DE
LOS MÁRTIRES DE LA LIBERTAD






ALICANTE VIVO
EN SU RECUERDO




03 marzo 2012

EL PLATERO BARTOLOMÉ AMÉRIGO

La familia Amérigo ha grabado su nombre en la historia de Alicante con las manos de orfebres y plateros que tallaron, esculpieron y dieron forma a verdaderas obras de arte suntuario y decorativo. El origen de la familia está en Italia, sin embargo en Alicante se asentaron y disfrutaron de un enorme prestigio que ha perdurado hasta la actualidad.

Es difícil hacer una relación de las obras de orfebrería hechas en Alicante por los Amérigo porque muchas de ellas se han destruido o han desaparecido con el paso del tiempo. Pero gracias a los documentos encontrados en el archivo municipal de Alicante nos podemos hacer una idea de la ferviente actividad del taller orfebre, situado en la calle Mayor, regentado por esta familia desde 1720. Aunque puedo destacar una obra en especial, el relicario de la Santa Faz hecho a mediados del siglo XIX por Rafael Amérigo.



Los trabajos llevados a cabo por este Bartolomé Amérigo son de diversas formas, pero realiza sobre todo objetos litúrgicos para la colegial de San Nicolás. Entre estos objetos encontramos diferentes piezas que van desde viriles o cálices hasta lámparas. Pero no eran los únicos trabajos para los que eran contratados pues hay constancia de que fueron contratados para limpiar las piezas ya existentes y mantenerlas siempre en perfecto estado, incluso arreglar los posibles desperfectos que pudieran sufrir las piezas.

BARTOLOMÉ AMÉRIGO

Este artículo está centrado en la figura de uno de los miembros de la familia ya vista con anterioridad. Se trata de Bartolomé Amérigo, quizás el más prolífero platero de esa familia e incluso, me atrevería a decir yo, de Alicante. Fue maestro platero desde muy joven examinado en Valencia, pues esa ciudad era la capital del gremio y ahí era donde debían ir a examinarse los plateros cuando querían ascender de grado. Como gran maestro que fue, tuvo en su taller a otros plateros trabajando como aprendices y compartió labores con algunos miembros de su familia. Pero parece ser que él era quien estaba al mando de todos los encargos ya que al investigar entre los datos referidos a la platería en el archivo histórico de Alicante su nombre aparece por doquier en todo tipo de encargos.

Hubo muchos plateros en Alicante que llevaron a cabo la labor de vestir de grandeza los templos religiosos entre los que he querido destacar para este artículo la figura de Bartolomé Amérigo. Sus hijos también fueron plateros. B. Amérigo fue un hombre longevo que sobrevivió a la muerte de su homónimo hijo, y esto puede generar confusión a la hora de analizar documentos, pero la clave está en que él permanece en Alicante como veremos en los textos que se conservan mientras que su hijo apenas vivió en esta ciudad. Existe un abultado volumen de documentos que hacen constar los trabajos de Bartolomé Amérigo, y su obra en Alicante. Por ello vamos a centrarnos en su trabajo.

Debido a su rango acepta a 4 aprendices en su taller, circunstancia que nos hace ver la calidad de este platero ya que, para admitir este número de aprendices, debía tener muchos encargos y un gran prestigio social. Sabemos que trabaja en Alicante para el taller de Francesc Pagán en marzo de 1710. En febrero de 1714 se examina para ser Maestro de Plata de Ciudad y del Reino realizando el diseño de una cuchara y aprobando su examen pasa a convertirse en Maestro Platero. De aquí en adelante, al contrario que su hijo, su vida está bien documentada y nos encontramos con su nombre en los pertinentes “registros” o comprobaciones que se hacían regularmente en casa de los plateros para verificar el valor de su material según las ordenanzas expuestas en los Reales Decretos que se iban reformando con el paso de los años.

ORDENANAZAS

En las ordenanzas de 1730 llevadas a cabo por el Rey Felipe V vemos que el valor de la plata que se trabaje tiene que ser similar a la Plata de Ley de las monedas.

…el oro y la plata, que se labre en alhajas por pequeñas que sean, tengan la ley que la moneda que he mandado labrar últimamente, para escusar el daño, que los Plateros que viven en […],executan en contravecion de las Leyes, viciando las de la plata, y oro, labrando alhajas de leyes muy inferiores, solo con el fin de hacerse ricos en poco tiempo…

Tras esto el Rey resuelve que la plata que se labre sea de once dineros, la misma cantidad que las monedas según el decreto sobre las leyes de las monedas de 1709. En cuanto al oro resuelve que se pueden labrar el oro de veintidós quilates, exactamente por la misma razón que la plata, porque las monedas de oro son de veintidós quilates. A partir de aquí trata el tema de los castigos que se impondrán a quienes no cumplan las leyes y concluye advirtiendo que se tenga más cuidado en las ferias porque es ahí donde más fácil sería cometer delitos.

El taller de Bartolomé Amérigo situado en la calle Mayor fue visitado en muchas ocasiones por los encargados de los registros. Cada ciudad tenía una marca que identificara la plata hecha en dicha ciudad. Siempre miramos la plata para encontrar las marcas y decir “es auténtica”. En la plata del siglo XVIII se marcaban tres sellos; uno que identificaba al platero y consistía generalmente en algunas letras de su apellido. Otra marca era la del Fiel Contraste (encargado de legitimar la plata) que solía parecer un rizo ya que éste extraía una viruta para comprobarla. Finalmente estaba la marca de la ciudad que solía ser una alegoría de la ciudad. La marca de nuestra ciudad no está hallada (que conozcamos). A continuación veremos un ejemplo de una de las visitas al taller de Bartolomé Amérigo en las que se le exige una buena marca de la ciudad porque le falta, esa debía ser la de nuestra ciudad.

VISITAS AL TALLER DE BARTOLOMÉ AMÉRIGO

-El 26 de octubre de 1731, los Señores teniente Corregidor, Arques y Verdú, y escribano Tomás Bayona, y el fiel Marcador, Francisco Ferrandis:

“Visitada la casa de Bartolomé Amérigo, platero, se encontraron diferentes piezas de plata que se encontraron estar conformes como asimismo el marco; sólo se advirtió faltarles a dichas piezas la marca de la ciudad, manifestando el dicho Amérigo que el negativo de no estar marcada dicha plata ha sido porque el marcador Francisco Ferrandis, habiendo acordado por él para el efecto de marcas, le respondió que no tenía puntas y que las esperaba para hacerlo.”

-El 5 de diciembre 1731 el Señor Teniente Corregidor y el marcador don Francisco Ferrandis:

“…se han tocado diferentes piezas y están conformes a la ley, y respecto de que el marco no está conforme con el de la ilustre ciudad se mandó retirar.”

Como ya hemos visto, parece que hay un cierto problema con la marca de nuestra ciudad. Pero dos semanas más tarde los encargados de los registros vuelven al taller Amérigo y pueden corroborar que todas las marcas son correctas.

-El 18 de diciembre de 1731 el Teniente Corregidor y acompañado esta vez por el Señor Fernández.

“…se encontraron diferentes cucharas todas marcadas, también conforme el peso y pesas. Advertimos en la pieza de dieciséis onzas le faltan doce granos y se mandó retirarla”.

ENCARGOS DE MANTENIMIENTO

Al principio veíamos como el trabajo del platero no consistía solamente en realizar las piezas sino que va mucho más allá. Hablaba de que el platero también llevaba a cabo muchos trabajos de mantenimiento para que la plata no se deteriorara y arreglar los desperfectos que se pudieran causar. Porque hay que recordar que estas obras de arte no se hacían para ser contempladas en un museo, sino que estaban hechas para servir a la función que le correspondía a cada objeto. Es quizás lo más bonito de este arte, al menos para mi, sobre todo porque hoy en día podemos usar objetos hechos hace algunos siglos. A continuación vemos contrastados los encargos que se le hace a Bartolomé Amérigo, en los cuales vemos que predominan las labores de arreglos o mantenimiento. En este contrato del 16 de junio de 1771 vemos que entre otras cosas se le requiere:

“…componer la Cruz de los Entierros de cuyo el Santo Cristo roto y la cruz rota de alguna cayda vale…”



Además aparece también que tiene que arreglar o componer el hisopo por haberse roto la bola. Se le hacen otros encargos en los que se le pide blanquear (limpiar) algunos objetos:

“…por enblanquezer las suyas lamparas y componer las cadenas y esclavones y algunos tornillos soldados…”

En cuanto al último encargo que aparece reflejado en este documento vemos que se le encarga emblanquecer unos incensarios y arreglar unas cadenas que están en mal estado. Pero el encargo termina con una aclaración curiosa en la que acusa al platero que lo hizo:

“…el […] que los hizo sabe el mal que tenian.”



Todos estos trabajos fueron efectuados en la Colegial de San Nicolás. Para ello fue ayudado por otros dos plateros que eran hermanos, Manuel y Jerónimo Rosell. Una vez se efectúa el pago de la cantidad correspondiente en el contrato por haber realizado estos trabajos se firma todo ante el notario Nicolás Pro

En este documento sacado del archivo municipal de Alicante encontramos que el platero Bartolomé Amérigo ha recibido el pago por los trabajos efectuados para la colegial de San Nicolás. Es un documento del día 18 de junio del año 1764 en el que se le entrega su correspondiente salario ante los plateros de la misma ciudad Manuel y Jerónimo Rosell, y llevado a cabo todo por medio del notario Nicolás Pro.

Desgraciadamente han desaparecido la gran mayoría de piezas hechas en el siglo XVIII y concretamente las de este miembro de la familia Amérigo. Por tanto ha sido difícil encontrar influencias o estilos en la platería alicantina, pero es un campo que está por estudiar. Debido a la imposibilidad de comparar y contemplar las piezas se debe realizar un estudio exhaustivo de las fuentes primarias en las que se pueden encontrar diseños y dibujos que puedan guiarnos a encontrar un estilo típico alicantino y, lo que es más importante para mi, poder encontrar esa marca que identificaba la plata en nuestra ciudad.

VICENTE GARCÍA BLAY

 
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