28 febrero 2014

ALICANTE VIVO EN ALACANTÍ TV (4): EL CASTILLO DE SANTA BÁRBARA Y EL BENACANTIL (03/02/2014)

22 febrero 2014

EL DESAPARECIDO LIENZO DE JOSÉ APARICIO: RESCATE DE CAUTIVOS EN TIEMPOS DE CARLOS III


El día 8 de junio de 1932, aparecía en las páginas 1 y 2 del Diario El Luchador de Alicante, un artículo firmado por el marchante y crítico de arte, colaborador de este y otros medios escritos, Juan de Rojas y Puig, titulado «Un rescate de cautivos». El día 10 del mismo mes, idéntico escrito quedaba reproducido en la página 1 del también alicantino Diario El Día. Versaba sobre un lienzo al óleo que llevaba un tiempo desaparecido, del célebre pintor alicantino José Aparicio e Inglada, cuyo título exacto es Rescate de cautivos en tiempos de Carlos III, y que obvio es decir que hace referencia a los tabarquinos cautivos en Argel, redimidos por orden del citado monarca para poblar nuestra Isla Plana en el último tercio del siglo XVIII.

Veamos primero el contenido del artículo de Juan de Rojas, y más tarde conoceremos en profundidad a José Aparicio, su obra y probable paradero de la misma.

Un rescate de cautivos

Diario El Día, página 1
del 10 de junio de 1932
(Biblioteca Nacional de España)
Uno de los cuadros más célebres del pintor alicantino José Aparicio Inglada, es el que lleva por título el mismo que encabeza estas líneas: fue pintado en Roma en el año 1813 y adquirido por S. M. Fernando VII, pasó luego al Museo del Prado y más tarde al de Arte Moderno, ignorándose en la actualidad su paradero; es de un mérito indiscutible para los alicantinos por evocar un hecho del reinado de Carlos III íntimamente ligado a la historia de Alicante.

El citado monarca había dispuesto el rescate de los pobladores de Tabarca [correcto: Tabarka], pequeña isla de origen fenicio a unos 300 metros de la costa del continente africano, frente a la frontera argelina (pertenece en la actualidad al estado de Túnez bajo el protectorado francés), cuyos habitantes de origen genovés, dedicados a la pesca del coral, después de haber estado bajo la protección de España hasta el año 1738, pasaron al dominio del Bey de Túnez, cayendo posteriormente en poder de los argelinos que los redujeron a la esclavitud, obligándoles a rudos trabajos y recluyéndolos en lóbregas mazmorras.

Intervinieron en el rescate los Padres Trinitarios, que a la sazón tenían hospitales establecidos en Argel y Túnez, y los Padres de la Orden de la Merced o Mercedarios, llamados vulgarmente Mercenarios, establecidos en Alicante desde el año 1702 en el barrio de San Blas, junto a las vertientes del barranco del Negre; estas órdenes religiosas se dedicaban principalmente a la redención de cautivos, y llamaban Padre Redentor al religioso designado para hacer el rescate.

El día 8 de diciembre de 1768, fiesta de la Purísima Concepción, quedaron redimidos los cautivos en Argel, según se había convenido, y el 19 de marzo de 1769 arribaron a este puerto, uniéndose a los que anteriormente desembarcaron en Cartagena y llegaron a esta ciudad conducidos por el Padre Redentor Fray Juan de la Virgen. Siendo insuficiente el local reducido de los Mercenarios, don Guillermo de Baillencourt, gobernador político y militar de esta ciudad, dispuso lo necesario para que fuesen alojados en el Colegio de los Padres Jesuítas (edificio últimamente ocupado por las Religiosas de la Sangre de Cristo hasta el 11 de mayo del pasado año 1931), deshabitado desde la madrugada del 3 de abril de 1767, en que se dio cumplimiento en Alicante a la Pragmática Real Sanción de Carlos III, expulsándoles de sus dominios.


La isla inhabitada de Santa Pola, distante 4,500 kilómetros del cabo del mismo nombre y 9 millas de esta capital, la antigua Plumbaria tal vez mencionada por Estrabón según Madoz, o la antigua Planesia citada por Figueras Pacheco, servía por entonces de guarida a los moriscos que pirateaban por estas costas, siendo un peligro para las embarcaciones y una amenaza constante para los pueblos y caseríos circunvecinos; por otro lado la próxima llegada de los tabarquinos redimidos a esta ciudad, sin saber cómo aprovechar sus actividades, fueron motivos suficientes que indujeron al conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla, a manifestar al monarca la conveniencia de construir viviendas en la isla, enviando a los rescatados para colonizarla, y Carlos III, sin retardar su decisión, ordena por conducto de su primer ministro las disposiciones necesarias, nombrando comisionado para las Reales Obras de la Isla Plana de San Pablo, que así se llamaba entonces, al propio gobernador conde de Baillencourt, y director de las mismas al ingeniero don Fernández de Méndez [error, es Fernando Méndez de Ras].

El 21 de febrero de 1769, el conde de Aranda trasmite al gobernador de Alicante una orden de S. M. para que, verificado el arribo a este puerto de los tabarquinos, se formase un libro en folio en el que con toda distinción de nombres, apellidos, edades y estado, se extendiese una puntual matrícula de las personas de ambos sexos de que constaren cada familia, previniendo con toda claridad su ejecución, a fin de que en tiempo pudiere saberse el número de familias que fuesen admitidas para la población de la mencionada colonia, incluyendo al cura párroco y al gobernador de Tabarca
[Tabarka] que, formando parte de los cautivos, también habían sido redimidos, y que a tiempo dicho libro se colocare en el archivo de la nueva población, quedando una copia autorizada en el Ayuntamiento de esta ciudad, dando cuenta de su cumplimiento. El 7 de diciembre de 1769 fue firmado por Baillencourt original y copia de la puntual Matrícula de los Tabarquinos, y se encuentran depositados respectivamente en el Archivo Parroquial de la Isla y en el Archivo Municipal de Alicante (sala 1.ª, en una vitrina situada en el centro de la sala).

Los tabarquinos permanecieron en Alicante hasta el mes de abril de 1770, que pasaron a ocupar la isla que, desde entonces, denominaron Nueva Tabarca.

Aparicio traslada al lienzo el preciso momento en que se realiza el rescate: en primer término a la izquierda, sentado y apoyado sobre sillares de cantería, un cautivo en actitud meditabunda sostiene sobre sus muslos una niña pubescente completamente desfallecida, en segundo término otro cautivo, sentado en el suelo sobre brozas en la misma actitud, sujetos por cadenas, ajenos a la escena que se desarrolla en el resto del cuadro. Por diversos términos de la derecha, en tropel, se dirigen otros cautivos en actitudes diversas por entre soldados argelinos en busca de su libertad hacia la escalera, en cuyo primer tramo, situado en el centro del cuadro, un mozo corpulento conduce a un ciego y venerable anciano que, en plano inferior, se apoya sobre su nietecita; en el rellano, varios padres Trinitarios y Mercedarios entregan a los argelinos las estipulaciones del rescate, mientras otro religioso dirige la palabra a los cautivos; al fondo, un arco de medio punto con gruesos barrotes de hierro, por los que asoman irredentos, separa otra estancia oscura iluminada con hachones.

Deseoso de averiguar el paradero de este cuadro, que conozco por un grabado al aguafuerte del mismo Aparicio que conservo en mi colección, en el pasado mes de abril, por conducta particular, me dirigí al Museo de Arte Moderno, manifestándome que efectivamente estuvo allí depositado pero, debido a lo mal que se llevaban anteriormente los registros, no pueden decirme el lugar donde en la actualidad se encuentra, ya que para eso habría que hacer un registro por lodos los museos provinciales.

En este museo provincial existen un cuadro en depósito titulado «La Promesa», obra del fallecido pintor asturiano Ventura Álvarez Sala, nacido en Gijón en 1871; sus paisanos, interesadísimos en recoger las obras de sus pintores, han hecho gestiones hasta averiguar su paradero y, con fecha 28 de mayo último, la Dirección del Museo Nacional de Arte Moderno remite un oficio al señor presidente de esta Excelentísima Diputación, rogando se den las órdenes oportunas para que, en el más breve plazo posible, se envíe a dicho centro el referido cuadro por serle necesario disponer de él.

¿No habría manera de que nosotros pudiésemos conseguir del citado Museo Nacional, se averiguase si en los sótanos del mismo o en algún museo provincial se encuentra «Un rescate de cautivos», poniendo por nuestra parte el mismo celo desplegado por los asturianos, hasta conseguir rescatar el cuadro de Aparicio?

Juan de Rojas Puig

Alicante 7 de Junio de 1932


José Aparicio e Inglada (¿Autorretrato?)
Museo de la Fundación Lázaro Galdiano, 1820

José Aparicio e Inglada
(Alicante, 1770-Madrid, 1838)

El pintor alicantino José Aparicio es uno de los exponentes de la pintura neoclásica española. Comenzó su formación artística en el taller que los Espinosa tenían en Alicante, y posteriormente estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y en la de San Fernando de Madrid. En 1796 obtuvo el primer premio en clase de pintura por el cuadro titulado Godoy presentando la paz a Carlos IV, que le valió una pensión de 12.000 rea­les de vellón para continuar sus estudios en París, ciudad en la que permaneció entre 1798 y 1807, donde frecuentó el estudio de Jacques-Louis David.

En 1806 expuso en el Museo Napoleón el cuadro titulado La fiebre amarilla de Valencia con gran éxito, lienzo por el que fue premiado con medalla de oro, y al año siguiente marchó a Roma, donde tuvo que permanecer hasta 1814 a causa de la invasión napoleónica. En la Ciudad Eterna pintó el cuadro El rescate de cautivos en tiempos de Carlos III, que le valió el ingreso como académico de mérito en la Academia de San Lucas.

A su regreso a España, fue nombrado pintor de cámara de Fernando VII y académico de mérito, y más tarde director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Se convirtió en un artista muy célebre en su momento a causa de los temas patrióticos relacionados con la Guerra de la Independencia; un claro ejemplo es El hambre de Madrid, de 1818, que evoca, muy de cerca, el cuadro El conde Ugolino y sus hijos del pintor Henry Fuseli, pintado en 1806 y difundido a través de grabados. Sus obras fueron destinadas a centros oficiales y casas nobles debido a su temática.

Sin duda la más famosa pintura de este artista fue El desembarco de Fernando VII en la isla de León, de 1827, que se perdió en el incendio del Tribunal Supremo de 1915, y de la que solo se conserva un boceto en el Museo Romántico de Madrid. Diez años antes de su muerte, Aparicio fue nombrado académico de mérito de la Academia de San Carlos de Valencia.


El rescate de cautivos en tiempos de Carlos III, de José Aparicio, 1813
(¿Museo Nacional del Prado?)

El rescate de cautivos en tiempos de Carlos III

Este lienzo, que tenía unas medidas de 435 x 638 cm, perteneció al Museo del Prado, donde figuraba expuesto, conservándose testimonios fotográficos que permiten conocer su composición. Tanto esta última circunstancia como la existencia de un grabado de Bartolomeo Pinelli (1781-1835), del que se conservan sendos ejemplares en la Biblioteca Nacional y en el Museo Municipal de Madrid, que reproduce el cuadro, permiten identificar la obra adquirida como boceto, con significativas variantes, del original perdido.

Es un cuadro relevante en el conjunto de la producción de Aparicio, que trabajó en él en Roma durante años, terminándolo en 1813. El pintor lo expuso al año siguiente en la Iglesia de Santa Maria della Rotonda en el Panteón, con gran éxito, pues le mereció la nominación de Académico de San Lucas. Posteriormente lo ofreció a Fernando VII, que lo aceptó, llevándolo probablemente en 1815 a España, donde pasó a las Colecciones Reales y fue expuesto en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En ese mismo año, el artista añadió la figura de un fraile trinitario calzado, orden que también participó en el rescate junto a los trinitarios descalzos y a los mercedarios. Más tarde pasó al Museo Real de Pinturas, y se trasladó a finales del siglo XIX al Museo de Arte Moderno, consignándose en sus catálogos de 1899 y 1900. Y, misteriosamente, desapareció.

El cuadro recordaba el rescate, en 1768, de un amplio número de cautivos en Argel, por orden de Carlos III. Con la representación de aquel hecho, ocurrido casi medio siglo antes, José Aparicio servía a la restauración de la monarquía borbónica, a la que había sido fiel hasta el extremo de haber sufrido cautiverio, como otros pintores españoles, en Roma, por haberse negado a jurar fidelidad a José Bonaparte, y también defendía el prestigio del estamento religioso, en contra de la conducta observada por Napoleón en Roma.

Según la Memoria de Actividades de Javier Barón Thaidigsmann (Museo Nacional del Prado, 2006, p. 70-72), el boceto muestra, perfectamente conseguido en tonalidad ocre y gris casi monocroma, el efecto general de las masas de figuras en la composición, acentuando su franja central mediante la iluminación que viene de la izquierda, por donde penetran a la mazmorra los frailes, uno de los cuales entrega el rescate. En el grupo de cautivos de la derecha, la condición de las figuras, una madre que da el pecho a su hijo y un anciano sostenido por dos jóvenes, acentúa el dramatismo de la escena. La emoción que suscita la redención se plasma sobre todo en el sentido de avance del grupo central, que se resuelve con un sentido triunfal en la figura del joven situado más hacia el centro. Su actitud (que Aparicio modificó, haciéndola más sosegada, en el cuadro definitivo) evoca la del Laocoonte, cuyo brazo derecho se había restaurado según una composición similar, diferente a la que hoy tiene.

Esta inspiración en la antigüedad clásica, que el pintor estudió directamente durante su amplia estancia en Roma, en obras como Sócrates enseñando (Musée Goya, Castres), con cuya cabeza guarda relación la del anciano, aparece también en alguna medida en otros desnudos de esta obra. Los situados en primer término, en penumbra, tratados como si fueran relieves, acentúan el dramatismo de la escena por su actitud de abandono, en contraste con la agitación de la multitud del último término, tras las rejas. En él, la figura que mira de frente, revela la inspiración de Aparicio en la pintura neoclásica francesa. Su mirada fija aparece también en algunas figuras masculinas de El hambre en Madrid (Museo Nacional del Prado, P03924) y es representativa de la desesperación, evocando, como se ha comentado desde 1814, el personaje de Ugolino de La Divina Comedia.

Pero, ¿dónde se encuentra realmente Rescate de cautivos en tiempos de Carlos III? Pues, según la ficha que aparece de esta obra en la Galería Online del Museo Nacional del Prado, estaría, no expuesta, en la propia pinacoteca desde 2006:

Num. de catálogo: P07944
Autor: Aparicio e Inglada, José
Título: Rescate de cautivos en tiempos de Carlos III
Cronología: Antes de 1813
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 56 cm x 73 cm
Escuela: Española
Tema: Historia
Expuesto: No
Procedencia: Adquirido por el Museo del Prado, 2006

(Artículo original del blog "La Foguera de Tabarca")

19 febrero 2014

170º ANIVERSARIO DEL FUSILAMIENTO DE LOS MÁRTIRES DE LA LIBERTAD

16 febrero 2014

LA LÁPIDA FUNDACIONAL DEL BARRIO DE BENALÚA


Cuando se fundó oficialmente el Barrio de Benalúa en Alicante, a las seis de la tarde del 7 de Julio de 1884, se colocó una placa conmemorativa en la zanja medianera de las casas 14 y 16 de Pérez Medina. Tras haberse reconocido las excavaciones por los facultativos señores Guardiola, Miró, Pardo y Foglietti, el señor Dr. José Soler, como presidente de la sociedad fundadora del barrio de Benalúa, "Los Diez Amigos", colocó la primera piedra depositando debajo de ella una moneda de cobre del sistema centesimal, que había sido adoptado recientemente. La lápida fundacional, también llamada popularmente la "placa de la placeta", permaneció en esa ubicación hasta el 11 de mayo de 1936, fecha en la que fue arrancada; no se supo nada de esta placa hasta que Rafael Establier decidió ponerse a escribir, cuarenta años más tarde, un libro capital de la bibliografía benaluense.

Lápida fundacional original de la placeta
Imagen: Rafael Establier, Añoranzas y recuerdos benaluenses. 
"Como te he dicho, nací en Benalúa, en la calle de Pérez Medina nº 13, y delante de mi casa, entre las casas numeros 14 y 16, existía en la pared, una lápida fundacional de mármol blanco, en la que se narrabam los hechos y nombres de los "Diez Amigos" y entre estos nombres, el del Doctor Soler, tu antepasado. Me han dicho, que al construir nuevas casas, sobre los solares que ocupaban las antiguas casas 14 y 16 esta lápida fue quitada o destruida. ¿No podrías averiguar por el Cronista de la Ciudad, o por cualquier otro conducto, la redacción completa o lo que decía esta lápida?
Este mármol era grandísimo, y según calculo yo, a ojo, era de unos dos metros de alto por un metro de ancho y estaba sujeto por cuatro clavos de cabeza de cobre.
Me interesan grandemente estos datos, y tu colaboración será muy agradecida"


Ésta es la carta que Rafael Establier envió al Ex-batlle d'Alacant i boticari del carrer major Agatángelo Soler Llorca en los primeros años 70. Don Rafael sólo buscaba la información sobre el texto de la placa para lo que después fue su libro de 1976 Añoranzas y recuerdos benaluenses, ya que daba por perdida cualquier posibilidad de volver a verla, pero sabiamente instaba a un descendiente directo de uno de los Diez Amigos a que averiguara el texto en el que aparecía el nombre de Don José Soler y Sánchez.

Agatángelo Soler contestó la misiva y le relató a Establier que la placa fue arrancada de su lugar exactamente el 11 de mayo de 1936, según él, solamente por el hecho de ir encabezada por "en el nombre de Dios Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". 

Detalle del texto que conocía bien D. Agatángelo Soler.
Pero lo que nadie suponía es que después de casi cuarenta años de silencio sin la placa fundacional, y entre tantas incógnitas por la redacción de un libro, iba a emerger la figura del cura del barrio, la persona idónea para iniciar la recuperación de una lápida que ¡estaba escondida en el barrio de Benalúa desde entonces!

"La placa de Benalúa, en que mi abuelo, junto con los DIEZ AMIGOS fundó el barrio, existe y la tiene guardada alguien en el barrio, no sé quién, pero el cura, Don Liberato Rovira, lo averiguará"


Y ésta fue la clara respuesta del farmacéutico, la que propició que comenzaran las investigaciones y pesquisas de Don Liberato Rovira. Imaginamos al carismático sacerdote indagando e involucrando a todos los vecinos, preguntando uno por uno cuidadosamente después de misa, en los encuentros con los jóvenes, en cada rincón y esquina; en definitiva, movilizando a todo el barrio. Y de nuevo el mágico barrio de Benalúa mostró que podía volcarse en la búsqueda de su propia historia y patrimonio, porque así llegó la información sobre la lápida. No había sido destruida, sino solamente arrancada de su emplazamiento y, recogida por unos vecinos, estaba en un patio de una de las casas del barrio, puesta del revés sobre unos caballetes, haciendo de mesa de mármol. 

Agatángelo, tras conocer la noticia, llamó por teléfono a Rafael Establier (que vivía en Sevilla) y le comunicó que los benaluenses la habían rescatado, restaurado y fijado junto a una fuente luminosa, costeada por el vecindario en la plaza de Navarro Rodrigo. Sin embargo, esa lápida ya sufría una mutilación en su parte superior.

En la porción que falta se podía leer:

"Sociedad Anónima Los Diez Amigos, constructora del..."

Y como gran colofón a la primera parte de esta historia,  el martes 9 de julio de 1974, noventa años después de su colocación (recordemos, el 7 de julio de 1884), el Diario Información reprodujo la imagen y el texto de la lápida, con una reseña especial sobre los 90 años del barrio Benalúa de Vidal Masanet. Afortunadamente, la lápida nunca se fue del barrio 



HACE NOVENTA AÑOS
Diez amigos fundaron la populosa barriada de Benalúa.
El domingo 7 de julio fueron encendidas noventa velitas montadas sobre la espléndida tarta simbólica de la coquetona barriada de Benalúa. Sí; noventa, que son los años del populoso sector urbano y cuya efemérides tiene su testimonio con la piedra de mármol que Benalúa exhibe en su cuidadísima plaza.
BARRIO DE BENALÚA Se inauguraron las obras de este barrio el día 7 de julio de 1884, colocando en el nombre de Dios Padre y del Hijo y del Espíritu Santa la primera piedra en el centro de la zanja medianera de estas dos casas, el presidente Dr. don José Soler y Sánchez, siendo honorario el Exmo. Sr. Marqués de Benalúa; vicepresidente, don Juan Foglietti y Piquer; contador, don Amando Alberola y Martínez; tesorero, don José Carratalá y Cernuda. Iniciadores de la construcción de este barrio. Encargado de las obras, don Pascual Pardo y Gimeno; secretario, don Francisco Pérez Medina; y vocales, don José Guardiola y Picó, arquitecto, don Pedro García Andreu y el doctor don Arcadio Just y Ferrandiz.
Luces, fuente luminosa, júbilo, y sobre todo, el recuerdo entrañable de los benaluenses a los DIEZ AMIGOS, que proyectaron el Benalúa de hoy. Ahí queda el mármol caliente -la gratitud que rompe el frío- y el vecindario dando ejemplo en una fecha que no pasa inadvertida.
Noventa años, Benalúa. Felicidades, Benalúa...


Postal de los años 70, con la lápida fundacional recuperada.

Diez años más tarde, con motivo del centenario, el Ayuntamiento planeó la instalación de una nueva placa conmemorativa de esta efeméride, que acompañara a la placa fundacional, justo el día 7 de julio de 1984, pero por alguna razón no se llevó a cabo y nunca más se supo de esta "placa del Centenario".

Noticia de la NO INSTALACIÓN de la "Placa del Centenario"
Podríamos pensar que la lápida fundacional continuó en Benalúa desde sus orígenes, y que, tras un lapso de cuarenta años, volvió a lucir en el sur de la plaza Navarro Rodrigo. Sin embargo, esta historia no tiene un final tan dulce como parece, pues todavía quedan detalles que investigar, ya que la placa de la placeta actual no es la misma que la original.

Lápida fundacional original
Lápida fundacional actual




















La placa de la placeta actual difiere de la original, en un primer vistazo, en la fuente del grabado del texto, porque ni la tipografía ni las versales son las mismas que en 1884. Se puede comprobar fácilmente si analizamos, por ejemplo, textos de ambas imágenes:


Observamos la tipografía distinta en ambas, mirad las versales de Padre, Hijo y Espíritu Santo en la original, que han desaparecido en la lápida actual.

Comparativa entre la lápida original y la actual. Ahora no sólo cambia la tipografía, sino también la abreviatura en el tratamiento de cortesía: "Exmo. Sor." y "Exmo. Sr." / "Vice-Presidente" y "Vicepresidente".


Este hecho hace que surjan múltiples preguntas que podríamos resumir en "¿Conservaron el mármol original y, tras una pulimentación volvieron a grabar las letras para una mayor longevidad?" No tenemos ningún documento que nos lo aclare, y es poco probable, pero sería la opción más deseable para todos los alicantinos, porque es más que posible que en la placeta haya otra placa diferente, llamémosla copia (tal vez incluso sea la del Centenario), y la original se encuentre (o no) en otro lugar. Un misterio benaluense más sin resolver.

Pero, ojo, ¡no es la única placa que hay en placeta!
Junto a esta placa, aparece otra, menos conocida, que conmemora la reurbanización y embellecimiento de la plaza en 1966, en la que se reorganizaron los parterres, se sustituyó la jardinería, se ubicó la fuente reemplazando al icónico templete, y la plaza perdió parte de sus aires originales, tan familiares y agradables para el paseo y el juego de los niños, como demostró el embellecimiento posterior en 2012. Curiosamente, en la redacción del texto de esa placa, confundieron "embellecimiento" con "embelleccimienteo" (sic.) Y así lleva desde 1966.


La "otra placa de la placeta"
NUESTRA GRATITUD A:
EXMO. SR. D.
FELIPE ARCHE HERMOSA
GOBERNADOR CIVIL DE LA PROVINCIA
ILTMO. SR. D.
FERNANDO FLORES ARROYO
ALCALDE DE ALICANTE
Y A CUANTOS HAN COLABORADO
AL "EMBELLECCIMIENTEO" DE ESTA PLAZA
AÑO 1966

No podíamos finalizar este artículo sin reproducir, literalmente, el texto íntegro de la lápida fundacional del barrio de Benalúa, en un sincero homenaje a los Diez Amigos, sus fundadores, herederos del "sueño" de D. Pascual Pardo Gimeno, y a todos los que hicieron posible la construcción de un barrio modélico en su origen y planificación.

BARRIO DE BENALÚA
SE INAUGURARON LAS OBRAS DE ESTE BARRIO
EL DÍA 7 DE JULIO DE 1884.
COLOCANDO EN EL NOMBRE DE DIOS PADRE 
Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO 
LA PRIMERA PIEDRA EN EL CENTRO DE LA
ZANJA MEDIANERA DE ESTAS DOS CASAS
EL SEÑOR PRESIDENTE 
DR. D. JOSÉ SOLER Y SÁNCHEZ
SIÉNDOLO HONORARIO EL
EXMO. SR. MARQUÉS DE BENALÚA
VICEPRESIDENTE D. JUAN FOGLIETTI Y PIQUER
CONTADOR D. AMANDO ALBEROLA Y MARTÍNEZ
TESORERO D. JOSÉ CARRATALÁ Y CERNUDA
INICIADOR DE LA CONSTRUCCIÓN DE ESTE BARRIO
Y EL ENCARGADO DE LAS OBRAS 
D. PASCUAL PARDO GIMENO
SECRETARIO D. FRANCISCO PÉREZ MEDINA
Y VOCALES 
D. JOSÉ GUARDIOLA Y PICÓ ARQUITECTO 
D. PEDRO GARCÍA ANDREU
Y EL DR. D. ARCADIO JUST Y FERRANDO

Si quieres localizar la Placa fundacional del barrio en 1884 o la conmemorativa del embellecimiento en 1966, puedes hacerlo en estos enlaces a nuestro Mapa de Panoramio.

BIBLIOGRAFÍA:

Hemeroteca del diario Información
ARTÍCULOS de Ernesto Martín Martínez y Rubén Bodewig Belmonte  en www.barriodebenalua.es:

AAVV, I Centenario del Barrio de Benalúa, Certamen Literario, Banco de Alicante, 1985.
COLLÍA ROVIRA, Joaquín, "Benalúa. Odisea de su Construcción (1882-1896)", en I Centenario del Barrio de Benalúa, Certamen Literario, Banco de Alicante, 1985.
ESTABLIER COSTA, Rafael, Añoranzas y Recuerdos Benaluenses, C.A.P., Alicante, 1976.
MARTÍNEZ MENA, Miguel, "Centenario, pincelada cultural. Benalúa en Alicante, Alicante en Benalúa", en I Centenario del Barrio de Benalúa, Certamen Literario, Banco de Alicante, 1985.
PASTOR LIZA, José, “Oda a los fundadores de Benalúa”, Rev. Hoguera de Benalúa, Alicante, 1984.
SOLER, Gabriel, “Benalúa en su I Centenario”, Rev. Hoguera de Benalúa, Alicante, 1984.

ERNESTO MARTÍN MARTÍNEZ

06 febrero 2014

ALICANTE VIVO EN ALACANTÍ TV (3). EL CASTILLO DE SAN FERNANDO (27/01/2014)

02 febrero 2014

LÉXICO ALICANTINO XXI: TARDEO


No hay duda de que la lengua vive y se regenera mucho más de lo que nos imaginamos. Desde hace no demasiados años -tal vez desde finales 2011, según leo en artículos de prensa- comienza a extenderse el término de nuevo cuño "tardeo" entre el léxico alicantino; la expresión no existe en el DRAE, por lo que se trata de un término de nueva incorporación y tal vez una voz propia de aquí. Investiguemos la procedencia de este sustantivo masculino:

Pudiéramos pensar que procede de "tardear", al igual que "veraneo" procede de "veranear"; sin embargo, no es así: "tardeo" no es "acción y efecto de tardear", porque "tardear" (amén de su acepción taurina) no es pasar la tarde, sino que viene a significar lo mismo que "tardar".

La palabra "tardeo", por su significado, parece ser una combinación entre "tarde" y "tapeo", es decir, tapear por la tarde, y engloba el ocio vespertino alicantino.

No obstante, el rito alicantino no comienza exactamente por la tarde, puesto que el "tardeo" propiamente dicho establece su punto de partida en el Mercado Central.

Como en todos los rituales sociales, en el 'tardeo' también hay algunas claves. La primera es la obligada cita en el Mercado Central para beber y picar algo. Lo cierto es que este enclave ha sido siempre uno de los más animados de la capital, pero la aglomeración de gente empezó a ser tal hace unos años que las terrazas de la zona se vieron desbordadas y empezó a generarse un 'botellón' cada vez mayor. Finalmente se ha llegado de forma espontánea a un entente cordial en el que salen beneficiados tanto los propietarios de bares como algunos comerciantes del mercado. Los primeros no dejan de servir, aunque muchas personas prefieren traer consigo sus bebidas y completarlas con un improvisado plato de embutido o salazones que compran en los puestos del mercado.
"De juerga, mejor por la tarde", en  El Mundo, 22-09-2013


Lo curioso es que desconozco si en esta ocasión (y hablo en primera persona), ha sido la prensa la que más ha publicitado esta palabra, o han sido los propios hablantes los que la han normalizado tanto que desde 2011 aparece en los diarios y que se ha generalizado mucho, hasta tal punto que su expansión ya aparece incluso en el periódico The Guardian.

"In Alicante and certain other Spanish towns, though, things are changing. The traditional Saturday night out now often takes place on Saturday afternoon. They call it el tardeo, a portmanteau of tarde – afternoon – and tapeo to go for tapas."
The Guardian, 19-09-2013

Que el término propio se mantenga con su acepción original al cruzar las fronteras nos da una idea de la fuerza con la que irrumpe esta palabra en la lengua (ojo, o  el interés turístico y económico que se tiene en publicitarlo), y a la que a veces se le añade el gentilicio para completar el sintagma nominal, hablando así de "tapeo alicantino" como distintivo. Me interesa que el periodista Trevor Baker subraye este hecho, más allá de porque "tardeo" suponga  un acercamiento a costumbres más afines a las costumbres centroeuropeas, sí porque se observa que "tardeo" se une a la serie de palabras exportadas, como "siesta" y "fiesta".

Sin entrar hoy a valorar el fenómeno gastronómico y sociocultural que provocaría el debate de la posible o imposible espacio de convivencia  entre el ocio y el descanso en la zona Centro y del Mercado (no por evadir un tema interesantísimo, sino porque este artículo se centra en el punto de vista lingüístico), observo que también han surgido voces discordantes sobre la procedencia del término.

La iniciativa viene importada de las vecinas Murcia y Albacete, donde hace años que los sábados por la tarde son tan animados como las noches, y este hecho ya lo destacaba Pino Alberola en un artículo de 2012, así que esta tradición no es exclusiva de la ciudad (en Murcia lleva años conocido como "la copa de la tarde") pero sí lo es el término, que aunque algunos tilden de "aberración lingüística", es una nueva palabra de uso habitual entre los alicantinos.


Podéis ver a Ernesto Martín y a Alfredo Campello hablando de esta nueva palabra dentro del espacio "Vamoraver" en el programa La Explanada de AlacantíTV.




Artículos consultados:


Artículo recomendado:

"Lo que ocupa el tardeo", en Alacantí de Profit, 1 de febrero de 2014.


¿Y tú, conoces esta palabra y la has normalizado en tu abanico léxico? 
¿La utilizabas antes de que se pusiera de moda? ¿No la utilizas en absoluto y nunca la habías oído?
¡Esperamos tus comentarios!

Nuestras primeras veinte entradas de este Gran Diccionario de Alicantinismos:



 
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